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Publicado en el semanario “El Fueguino”, Ushuaia, 20 de mayo de 1988
Por Alfredo Bruno Bologna
Después de la guerra de las Malvinas de 1982 hasta el presente se hace
necesario hacer una evaluación del accionar argentino para determinar si
nuestro país avanza por el camino de la recuperación de las islas o si
por el contrario ese objetivo se encuentra cada vez más alejado de
nuestro alcance.
Cronológicamente se pueden determinar tres períodos, en los cuales la
estrategia de los actores principales, Argentina y el Reino Unido, se
contraponen y tal vez pueda decirse que es un juego de “suma cero” ya
que lo que uno gana lo pierde el otro.
Las tres etapas de análisis son: 1. Base militar construida por los ingleses en las Malvinas en 1985; 2. La cuestión pesquera 1986 y 3. Maniobras militares realizadas en las Malvinas por el Reino Unido en 1988.
En esta nota nos ocuparemos de la base militar construida por los ingleses en 1985.
1. Desmalvinizar la política exterior argentina
Según Moneta, “el intento por parte de algunos actores internos de
“malvinizar” la futura política exterior, de tener éxito impondría
serias restricciones a nuestra libertad de acción en el marco
internacional y lo que es más grave aún, podría conducir a graves
distorsiones en la forma de encarar las vinculaciones con las grandes
potencias a los fines de obtener de estas vinculaciones y en los costos
que derivarán de los mismos”. (Moneta, 1984).
En este sentido, la política del gobierno democrático establecido en el
país a partir del 10 de diciembre de 1983 fue muy precisa. En una
conferencia pronunciada en la Cámara de Anunciantes, el 2 de agosto de
1984, el canciller Dante Caputo expresó:
“Hemos heredado problemas territoriales cuya dimensión es bien
conocida. Aquí quiero decir algo que puede resultar sorprendente y
quizás un poco fuerte: no toda la política exterior son problemas
territoriales. Dios nos libre de hacer girar toda la política exterior
en torno a los problemas territoriales. Esto no quiere decir que sean
secundarios. Por cierto que son absolutamente importantes y que no vamos
a ceder en materia de integridad territorial. Pero no podemos estar
encandilados en este momento ni con el problema del Beagle, ni con el de
las Islas Malvinas. Sin ninguna duda, tenemos que concentrar todo
nuestro esfuerzo y capacidad allí, sin conceder nada, tratando de no
cometer un solo error. Pero frente al tremendo desafío que consiste en
crear una democracia estable y una economía pujante y dada la
importancia que tienen las relaciones exteriores para coadyuvar a hacer
frente a estos dos desafíos, no tenemos derecho a crear todo un sistema
de relaciones exteriores basados solamente en los conflictos
internacionales. Espero que esto quede claro: no estoy minimizando los
conflictos territoriales, estoy diciendo que no nos deben encandilar ni
nos deben impedir el llevar adelante todo lo que tenemos que hacer”.
Quisiéramos hacer algunas observaciones sobre el planteamiento de la cuestión.
1.1. Se coloca en un plano de igualdad el litigio de límites con Chile en la cuestión del Beagle y el conflicto Malvinas.
Debemos establecer una distinción entre los mismos:
a) La cuestión austral con Chile en el Canal de Beagle, se caracteriza
como conflictos de soberanía tipo B. La disputa se origina entre países
latinoamericanos, después de la independencia de los mismos y
focalizados en la demarcación de límites parciales. (Aguirre Peralta,
1986).
b) La cuestión Malvinas, es un conflicto de soberanía de tipo A. Se
trata de la penetración colonial británica en el siglo XIX que ocupó
territorios durante el período colonial español que habían estado
adscriptos a Virreinatos y que las naciones de América reclamaban como
suyos al acceder a la independencia en virtud del principio del uti
possidetis o del derecho de sucesión.
Esta distinción es importante para saber luego qué medios se deben
emplear. El conflicto de límites en la zona austral es con un país
latinoamericano y de demarcación. La cuestión Malvinas está inmerso
dentro de la filosofía colonialista del imperio británico, que se
apoderó por la fuerza de un territorio que no le pertenecía. Este hecho
es atípico en la sociedad internacional contemporánea donde aún perduran
enclaves coloniales de la época de la conquista por la fuerza. Para
enfrentar una potencia colonial, aunque en decadencia, no solo se debe
reivindicar la cuestión de soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del
Sur (San Pedro) y Sandwich del Sur, sino que deben aplicarse todos los
medios posibles para evitar la perduración del status
en materia política, económica y cultural. Malvinas no es en la
actualidad solo un problema de soberanía territorial, la cuestión es
global frente a la política colonialista.
De cualquier manera si el gobierno democrático, asimiló los dos
conflictos, sin mencionar la Antártida, no se entiende el apresuramiento
por la cuestión austral y la tardía reacción frente a algunos hechos
consumados del Reino Unido en su territorio colonizado.
1.2. La estrategia argentina se basaba en una percepción equivocada de la sociedad internacional
En el tema Malvinas, Argentina inició una activa gestión diplomática con el mundo occidental.
En la disertación del canciller Dante Caputo sobre “30 meses de
Política Exterior en Democracia” el 4 de junio de 1986 en la Carrera de
Ciencia Política, de la Universidad de Buenos Aires, expresó:
“Un tema sobre el que hemos trabajado con mucho cuidado a fin de llevar
adelante una legítima aspiración de nuestro pueblo por una vía racional
y no contradictoria con la inserción de Argentina en el mundo
occidental, es la disputa de las Islas Malvinas”.
El tema Malvinas encuadrado como tema colonial no importa solo a los
países occidentales que por lo general fueron potenciales colonizantes,
sino que es un tema que preocupó a toda la sociedad internacional,
fundamentalmente luego de la Segunda Guerra Mundial a las Naciones
Unidas y aquellos países que trataban de liberarse de su metrópoli.
La percepción de la cancillería argentina restringía la sociedad
internacional, solamente al mundo occidental, y de este, muy poco podía
recibir. A pesar de excluir el tema Malvinas como aspecto colonial.
Esta estrategia de apostar a occidente, fue inadecuada. El mismo
canciller manifestaba, que el voto de la Comunidad Económica Europea en
la Asamblea General de Naciones Unidas en 1984, era insólito.
En 1985, Argentina logra el voto favorable de varios países de la
Comunidad Económica Europea, pero se elimina de la resolución la palabra
soberanía.
Luego de estas dos omisiones, el mundo occidental vota a favor de
Argentina en Naciones Unidas, pero al solo efecto de que comiencen las
negociaciones entre los actores en conflicto. La gran mayoría de estos
países estableció que para la solución del conflicto debía tenerse en
cuenta el criterio de autodeterminación de los isleños, tema sobre el
cual Argentina se opone.
1.3. Un tercer aspecto a considerar, es que,
coincidimos que los temas prioritarios de la Política Exterior Argentina
del nuevo gobierno fueran crear una democracia estable y una economía
pujante.
Estos temas tienen que ser prioritarios para un país que haya
conformado un aspecto territorial. Argentina es uno de los casos
atípicos que muestra nuestra sociedad internacional.
En 1833 una potencia colonial arrebató parte del territorio argentino e
instaló una base estratégica militar a solo 500 kilómetros de su costa,
conformando con las dependencias un semicírculo de penetración y
control del Atlántico Sur y ocupando una zona de su mar adyacente.
Las islas Malvinas representan un pasado colonial que no termina de
morir en Argentina y en otras zonas del planeta. Esto se agrava con los
recursos existentes en la zona como pesca y petróleo.
La recuperación económica de Argentina está íntimamente relacionada con
su conformación territorial, la libertad de sus mares, la libre
explotación de sus recursos y su seguridad nacional.
Mientras en Argentina se aplicaba la estrategia de desmalvinizar la
Política Exterior Argentina, el Reino Unido comenzaba a construir un
aeropuerto con una pista de 2.590 metros y toda la infraestructura
militar en las Islas Malvinas, que fue inaugurada el 12 de mayo de 1985.
Más ideologizado con el realismo político, el Reino Unido, establece
una base militar en el Atlántico Sur, que puede servir a sus intereses
nacionales como también a sus aliados de la OTAN.
¿Cuál fue la reacción argentina ante este hecho que cambiaba la situación de fuerzas en el Atlántico Sur?
Podemos afirmar que fue una reacción idealista y tardía.
El canciller argentino, Dante Caputo, denunció el hecho, luego de la
inauguración en el Consejo Permanente de la OEA (15 de mayo) y frente a
los representantes del Movimiento de No Alineados en Naciones Unidas (17
de mayo) haciendo una breve referencia en su exposición ante la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 1985.
La construcción del aeropuerto Malvinas se conocía desde hacía un año, tanto en el país como en el extranjero.
La estrategia argentina permitió un consenso favorable para el país en
los organismos internacionales mencionados, pero ello no alteró la
fortificación de la base estratégica en Malvinas.
Tibiamente el canciller argentino esboza una acción contestataria:
“El gobierno argentino sabe que la única alternativa real a los riesgos
que está provocando el Reino Unido consiste en persistir en la búsqueda
de una solución pacífica de la controversia por la vía diplomática, aún
cuando se siente obligado a tomar medidas indispensables para proteger
su seguridad, que nada tiene que ver, ni cualitativa ni
cuantitativamente, con las que se acaba de tomar” (Discurso en la OEA
del 15 de mayo de 1985).
Sin embargo no se observaron en Argentina en los días posteriores “medidas indispensables para proteger su seguridad”.
La esperanza argentina fue que el conflicto se iba a solucionar con una
adecuada inserción del país con el mundo occidental. Cosa que no
ocurrió.
Por ello el canciller llega a la conclusión de que “Nos enfrentamos a
la cuadratura del círculo. El gobierno británico dice lo que dice, que
no se van a sentar a negociar si el tema soberanía está incluido en la
agenda de la discusión. Los argentinos decimos que es obvio que no vamos
a sentarnos a negociar si el tema se excluye de la agenda de las
negociaciones”. (Disertación en la Carrera de Ciencia Política, 4 de
junio de 1986).
Mientras Argentina intenta negociaciones bilaterales y apoyo en los
organismos internacionales, el Reino Unido construye una base militar
cuyas características no son solo de defensa sino de ataque a cualquier
país del área.
Hechos posteriores, referidos en este caso a los recursos, la pesca, en
las zonas adyacentes de las Islas Malvinas, iban a complicar aún más
este conflicto.
Esta etapa idealista, de desmalvinizar la política exterior argentina y
lograr apoyo internacional a través de declaraciones en los organismos
multilaterales, no dio en la práctica resultado positivo para la
reivindicación de la soberanía argentina en las Islas Malvinas.
http://www.cerir.com.ar/libro.php?id=0000302
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