lunes, 30 de marzo de 2015

MALVINAS: REALISMO INGLÉS E IDEALISMO ARGENTINO 1988

Malvinas: realismo inglés e idealismo argentino

Publicado en el semanario “El Fueguino”, Ushuaia, 20 de mayo de 1988

Por Alfredo Bruno Bologna


Después de la guerra de las Malvinas de 1982 hasta el presente se hace necesario hacer una evaluación del accionar argentino para determinar si nuestro país avanza por el camino de la recuperación de las islas o si por el contrario ese objetivo se encuentra cada vez más alejado de nuestro alcance.

Cronológicamente se pueden determinar tres períodos, en los cuales la estrategia de los actores principales, Argentina y el Reino Unido, se contraponen y tal vez pueda decirse que es un juego de “suma cero” ya que lo que uno gana lo pierde el otro.

Las tres etapas de análisis son: 1. Base militar construida por los ingleses en las Malvinas en 1985; 2. La cuestión pesquera 1986 y 3. Maniobras militares realizadas en las Malvinas por el Reino Unido en 1988.

En esta nota nos ocuparemos de la base militar construida por los ingleses en 1985.

1. Desmalvinizar la política exterior argentina
Según Moneta, “el intento por parte de algunos actores internos de “malvinizar” la futura política exterior, de tener éxito impondría serias restricciones a nuestra libertad de acción en el marco internacional y lo que es más grave aún, podría conducir a graves distorsiones en la forma de encarar las vinculaciones con las grandes potencias a los fines de obtener de estas vinculaciones y en los costos que derivarán de los mismos”. (Moneta, 1984).

En este sentido, la política del gobierno democrático establecido en el país a partir del 10 de diciembre de 1983 fue muy precisa. En una conferencia pronunciada en la Cámara de Anunciantes, el 2 de agosto de 1984, el canciller Dante Caputo expresó:
“Hemos heredado problemas territoriales cuya dimensión es bien conocida. Aquí quiero decir algo que puede resultar sorprendente y quizás un poco fuerte: no toda la política exterior son problemas territoriales. Dios nos libre de hacer girar toda la política exterior en torno a los problemas territoriales. Esto no quiere decir que sean secundarios. Por cierto que son absolutamente importantes y que no vamos a ceder en materia de integridad territorial. Pero no podemos estar encandilados en este momento ni con el problema del Beagle, ni con el de las Islas Malvinas. Sin ninguna duda, tenemos que concentrar todo nuestro esfuerzo y capacidad allí, sin conceder nada, tratando de no cometer un solo error. Pero frente al tremendo desafío que consiste en crear una democracia estable y una economía pujante y dada la importancia que tienen las relaciones exteriores para coadyuvar a hacer frente a estos dos desafíos, no tenemos derecho a crear todo un sistema de relaciones exteriores basados solamente en los conflictos internacionales. Espero que esto quede claro: no estoy minimizando los conflictos territoriales, estoy diciendo que no nos deben encandilar ni nos deben impedir el llevar adelante todo lo que tenemos que hacer”.

Quisiéramos hacer algunas observaciones sobre el planteamiento de la cuestión.
1.1. Se coloca en un plano de igualdad el litigio de límites con Chile en la cuestión del Beagle y el conflicto Malvinas.
Debemos establecer una distinción entre los mismos:

a) La cuestión austral con Chile en el Canal de Beagle, se caracteriza como conflictos de soberanía tipo B. La disputa se origina entre países latinoamericanos, después de la independencia de los mismos y focalizados en la demarcación de límites parciales. (Aguirre Peralta, 1986).

b) La cuestión Malvinas, es un conflicto de soberanía de tipo A. Se trata de la penetración colonial británica en el siglo XIX que ocupó territorios durante el período colonial español que habían estado adscriptos a Virreinatos y que las naciones de América reclamaban como suyos al acceder a la independencia en virtud del principio del uti possidetis o del derecho de sucesión.

Esta distinción es importante para saber luego qué medios se deben emplear. El conflicto de límites en la zona austral es con un país latinoamericano y de demarcación. La cuestión Malvinas está inmerso dentro de la filosofía colonialista del imperio británico, que se apoderó por la fuerza de un territorio que no le pertenecía. Este hecho es atípico en la sociedad internacional contemporánea donde aún perduran enclaves coloniales de la época de la conquista por la fuerza. Para enfrentar una potencia colonial, aunque en decadencia, no solo se debe reivindicar la cuestión de soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur (San Pedro) y Sandwich del Sur, sino que deben aplicarse todos los medios posibles para evitar la perduración del status en materia política, económica y cultural. Malvinas no es en la actualidad solo un problema de soberanía territorial, la cuestión es global frente a la política colonialista.
De cualquier manera si el gobierno democrático, asimiló los dos conflictos, sin mencionar la Antártida, no se entiende el apresuramiento por la cuestión austral y la tardía reacción frente a algunos hechos consumados del Reino Unido en su territorio colonizado.

1.2. La estrategia argentina se basaba en una percepción equivocada de la sociedad internacional

En el tema Malvinas, Argentina inició una activa gestión diplomática con el mundo occidental.
En la disertación del canciller Dante Caputo sobre “30 meses de Política Exterior en Democracia” el 4 de junio de 1986 en la Carrera de Ciencia Política, de la Universidad de Buenos Aires, expresó:
“Un tema sobre el que hemos trabajado con mucho cuidado a fin de llevar adelante una legítima aspiración de nuestro pueblo por una vía racional y no contradictoria con la inserción de Argentina en el mundo occidental, es la disputa de las Islas Malvinas”.
El tema Malvinas encuadrado como tema colonial no importa solo a los países occidentales que por lo general fueron potenciales colonizantes, sino que es un tema que preocupó a toda la sociedad internacional, fundamentalmente luego de la Segunda Guerra Mundial a las Naciones Unidas y aquellos países que trataban de liberarse de su metrópoli.
La percepción de la cancillería argentina restringía la sociedad internacional, solamente al mundo occidental, y de este, muy poco podía recibir. A pesar de excluir el tema Malvinas como aspecto colonial.
Esta estrategia de apostar a occidente, fue inadecuada. El mismo canciller manifestaba, que el voto de la Comunidad Económica Europea en la Asamblea General de Naciones Unidas en 1984, era insólito.
En 1985, Argentina logra el voto favorable de varios países de la Comunidad Económica Europea, pero se elimina de la resolución la palabra soberanía.
Luego de estas dos omisiones, el mundo occidental vota a favor de Argentina en Naciones Unidas, pero al solo efecto de que comiencen las negociaciones entre los actores en conflicto. La gran mayoría de estos países estableció que para la solución del conflicto debía tenerse en cuenta el criterio de autodeterminación de los isleños, tema sobre el cual Argentina se opone.

1.3. Un tercer aspecto a considerar, es que, coincidimos que los temas prioritarios de la Política Exterior Argentina del nuevo gobierno fueran crear una democracia estable y una economía pujante.
Estos temas tienen que ser prioritarios para un país que haya conformado un aspecto territorial. Argentina es uno de los casos atípicos que muestra nuestra sociedad internacional.
En 1833 una potencia colonial arrebató parte del territorio argentino e instaló una base estratégica militar a solo 500 kilómetros de su costa, conformando con las dependencias un semicírculo de penetración y control del Atlántico Sur y ocupando una zona de su mar adyacente.
Las islas Malvinas representan un pasado colonial que no termina de morir en Argentina y en otras zonas del planeta. Esto se agrava con los recursos existentes en la zona como pesca y petróleo.
La recuperación económica de Argentina está íntimamente relacionada con su conformación territorial, la libertad de sus mares, la libre explotación de sus recursos y su seguridad nacional.
Mientras en Argentina se aplicaba la estrategia de desmalvinizar la Política Exterior Argentina, el Reino Unido comenzaba a construir un aeropuerto con una pista de 2.590 metros y toda la infraestructura militar en las Islas Malvinas, que fue inaugurada el 12 de mayo de 1985.
Más ideologizado con el realismo político, el Reino Unido, establece una base militar en el Atlántico Sur, que puede servir a sus intereses nacionales como también a sus aliados de la OTAN.

¿Cuál fue la reacción argentina ante este hecho que cambiaba la situación de fuerzas en el Atlántico Sur?
Podemos afirmar que fue una reacción idealista y tardía.
El canciller argentino, Dante Caputo, denunció el hecho, luego de la inauguración en el Consejo Permanente de la OEA (15 de mayo) y frente a los representantes del Movimiento de No Alineados en Naciones Unidas (17 de mayo) haciendo una breve referencia en su exposición ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 1985.
La construcción del aeropuerto Malvinas se conocía desde hacía un año, tanto en el país como en el extranjero.
La estrategia argentina permitió un consenso favorable para el país en los organismos internacionales mencionados, pero ello no alteró la fortificación de la base estratégica en Malvinas.
Tibiamente el canciller argentino esboza una acción contestataria:
“El gobierno argentino sabe que la única alternativa real a los riesgos que está provocando el Reino Unido consiste en persistir en la búsqueda de una solución pacífica de la controversia por la vía diplomática, aún cuando se siente obligado a tomar medidas indispensables para proteger su seguridad, que nada tiene que ver, ni cualitativa ni cuantitativamente, con las que se acaba de tomar” (Discurso en la OEA del 15 de mayo de 1985).
Sin embargo no se observaron en Argentina en los días posteriores “medidas indispensables para proteger su seguridad”.
La esperanza argentina fue que el conflicto se iba a solucionar con una adecuada inserción del país con el mundo occidental. Cosa que no ocurrió.
Por ello el canciller llega a la conclusión de que “Nos enfrentamos a la cuadratura del círculo. El gobierno británico dice lo que dice, que no se van a sentar a negociar si el tema soberanía está incluido en la agenda de la discusión. Los argentinos decimos que es obvio que no vamos a sentarnos a negociar si el tema se excluye de la agenda de las negociaciones”. (Disertación en la Carrera de Ciencia Política, 4 de junio de 1986).
Mientras Argentina intenta negociaciones bilaterales y apoyo en los organismos internacionales, el Reino Unido construye una base militar cuyas características no son solo de defensa sino de ataque a cualquier país del área.
Hechos posteriores, referidos en este caso a los recursos, la pesca, en las zonas adyacentes de las Islas Malvinas, iban a complicar aún más este conflicto.
Esta etapa idealista, de desmalvinizar la política exterior argentina y lograr apoyo internacional a través de declaraciones en los organismos multilaterales, no dio en la práctica resultado positivo para la reivindicación de la soberanía argentina en las Islas Malvinas.



http://www.cerir.com.ar/libro.php?id=0000302


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