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Publicado en el semanario “El Fueguino”, Ushuaia, 24 de marzo de 1989
Alfredo Bruno Bologna
Es creencia generalizada en el ámbito de las relaciones
internacionales, que los únicos actores de la sociedad internacional son
los Estados.
La aparición de los organismos internacionales fundamentalmente después
de la II Guerra Mundial, ha hecho cambiar esa visión admitiendo la
existencia de los organismos internacionales cuya influencia no se puede
negar. Como ejemplo, se puede citar, la Organización de las Naciones
Unidas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la Comunidad
Económica Europea, la Organización de Países Exportadores de Petróleo,
etc.
Se puede detectar además de los Estados y Organismos, otros actores,
que nosotros caracterizamos como Grupos de Presión Internacionales y en
el cual incluimos las Internacionales de Partidos Políticos, sindicales,
empresas multinacionales, iglesias, etc.
A esta clasificación hay que agregar por último a los grupos de presión nacionales y al individuo.
Es necesario sin embargo admitir la diferencia propuesta por Merle
entre la noción de actor y la noción de función. Todos los actores
potenciales no son forzosamente actores reales y todos los actores
reales no desempeñan necesariamente la misma función. Pero sería un
error como escribe Schwarzenberger, ignorar la existencia de esos
grupos, ya que dentro de ciertos límites, también ellos afectan las
relaciones internacionales, citando como ejemplo la influencia de la
Iglesia Católica en la España de Franco y los Sindicatos en la Argentina
de Perón.
En el conflicto de Malvinas, observamos cómo se modifica el mapa de los
actores intervinientes ante los hechos consumados por el Reino Unido.
Primero una base militar, luego limitación de jurisdicción marítima
para la pesca, con posterioridad la realización de maniobras militares y
finalmente el tema de las comunicaciones.
En esta ocasión hacemos referencia a las comunicaciones marítimas entre
Puerto Argentino de las Islas Malvinas y puertos del continente
americano.
Desde hace aproximadamente un año, se venía anunciando el
establecimiento de un servicio marítimo entre las Islas Malvinas y el
continente. A pesar de las desmentidas, el 6 de enero de 1989 atraca en
el puerto de Montevideo el transbordador “Indiana I” con bandera de
Bahamas, procedente de Puerto Argentino. El “Indiana I” es propiedad de
capitales japoneses, taiwaneses, coreanos, españoles y británicos.
La cancillería argentina emitió un comunicado oficial el día 16 de enero de 1989 del cual se pueden observar dos partes: a)
Hace caer la responsabilidad del hecho a la Cancillería uruguaya. “La
Cancillería argentina agradece “la clara posición del gobierno de la
República Oriental del Uruguay en cuyo comunicado del día 12 de enero se
rechaza la posibilidad del establecimiento de una línea regular entre
las islas y ese país; b) No se manifiesta sobre el
hecho concreto sino que elabora una explicación global del conflicto”…la
República Argentina aspira a que, por medio de negociaciones, se
alcance una solución a los problemas pendientes entre nuestro país y el
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en lo que hace a todos
los aspectos vinculados a las Islas Malvinas”.
Ante el arribo del Indiana I al Puerto de Montevideo, un grupo de
argentinos, la agrupación justicialista “Peronismo por la Patria”
Comando Dardo Cabo, intentó abordar el transbordador para colocar en el
mismo una bandera argentina, hecho que fue impedido por la tripulación.
También dieron a conocer una declaración a la prensa en la cual
manifiestan la “complacencia y pasividad manifiesta” de la cancillería y
del Poder Ejecutivo.
Como anunciamos en la introducción en esta instancia vemos aparecer otros actores en el sistema internacional.
La acción más efectiva fue realizada por los obreros portuarios
uruguayos, ante un pedido de la Confederación General del Trabajo de la
República Argentina (CGT) de no realizar las operaciones en el Puerto de
Montevideo.
La atención de la nave estuvo a cargo de dirigentes gremiales
uruguayos. Al fundamentar esa actitud explicaron que “Nosotros
reafirmamos nuestra solidaridad con la causa de nuestros hermanos
argentinos y donamos nuestro salario a quienes dieron su sangre por la
patria latinoamericana, pero no podemos dejar de atender a un buque que
arriba en escala técnica”.
Con posterioridad, se firmó en Buenos Aires, el 26 de enero de 1989, un
documento entre las tres centrales sindicales de Argentina, Chile y
Uruguay, por el cual se comprometen a que “no se cargará ningún tipo de
mercadería con destino a las Islas Malvinas, salvo en forma excepcional
en que medien razones humanitarias o peligro de vida”. Se crea además un
Comité Permanente de Enlace.
No coincidimos con las apreciaciones del Gobernador de Mendoza y
Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Justicialista, Lic.
José Octavio Bordón, quien expresó: “Los temas internacionales se
resuelven en el marco de las normas que conduce la cancillería” a la que
reprochó insuficiencia en este caso.
Nosotros creemos que ante la pasividad de la cancillería argentina, un
grupo de presión nacional (C.G.T.) aprovechó sus contactos
internacionales para interpretar con más realismo el sentimiento del
pueblo argentino y no ver como se establece un servicio, regular o no,
entre nuestras islas y puertos de países hermanos.
En las relaciones internacionales contemporáneas es ilógico pensar que
toda la acción externa está monopolizada por el Poder Ejecutivo Nacional. Debe apreciarse la influencia cada vez mayor de los
organismos internacionales de mediación, defensivos, económicos y grupos
de presión internacionales que tienen en su agenda temas referidos a la
contaminación, derechos humanos, corrupción, humanitarios, comerciales,
etc.
¿Cómo se explica la pasividad de la cancillería ante el hecho del Indiana I?.
Podemos intentar esbozar dos explicaciones:
1. Una idea primaria de “desmalvinizar” la Política
Exterior Argentina trajo como consecuencia actos concretos por parte del
Reino Unido. El “desafío” del gobierno era “crear una democracia
estable y una economía pujante. No podemos –decía el canciller Dante
Caputo, en la Cámara de Anunciantes el 2 de agosto de 1984- estar
encandilados en este momento ni con el problema del Beagle ni con el de
las Islas Malvinas”.
2. Partir de una filosofía idealista en un mundo
complejo de intereses. “En este sentido –dice el canciller Dante Caputo
en su disertación en la Carrera de Ciencia Política, el 4 de junio de
1986- "creo que un país como el nuestro, que no va a ser potencia
militar, ni quiere ser potencia militar, que todavía le falta bastante
para ser potencia moral”.
Los datos de esta falta de realismo se pueden apreciar en los siguientes acontecimientos:
- El Reino Unido aprovechó el vacío de poder en el área para concretar
una base militar, una zona de delimitación pesquera, maniobras militares
y viajes desde las Islas Malvinas a puertos del continente.
- Una ley de Defensa que no establece la obligatoriedad de representatividad de las Fuerzas Armadas en su composición.
- El proyecto de provincialización de Tierra del Fuego no incluía a las
Islas Malvinas, Georgias del Sur (San Pedro) y Sandwich del Sur.
- La reducción del presupuesto de defensa a un 50% de los valores de
1982 y 1983 que era del 4,2% del PBI. En 1986 descendió al 2,3%.
Ante la pasividad de la cancillería argentina, frente a este servicio
marítimo, es elogiable la actitud asumida por la C.G.T., quien supo
aprovechar la solidaridad de los obreros portuarios de Chile y Uruguay.
El “Indiana I” transportaba pescado extraído de la zona de mar que
corresponde a Argentina y al mismo tiempo cargaba elementos que tienen
como destino las embarcaciones pesqueras establecidas en la zona de
administración y conservación pesquera impuesta por el Reino Unido.
Se debe recordar que antes de los acuerdos entre la República Argentina
y el Reino Unido de Comunicaciones de 1971, existía una línea regular
de viajes mensuales entre las Islas Malvinas y el Puerto de Montevideo a
través del navío Darwin.
Este acontecimiento, de participación de un grupo de presión nacional,
está demostrando la complejidad de las relaciones internacionales y la
interacción establecida entre los distintos actores de la sociedad
internacional que sabiendo utilizarlos pueden beneficiar el accionar del
Estado en el ámbito de una Política Exterior de carácter autónomo,
cuando algunos mecanismos del país dejan de funcionar en su área
específica.
http://www.cerir.com.ar/libro.php?id=0000308
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