Revista "Acción". Buenos Aires, Primera quincena de setiembre de 2013. |
jueves, 31 de julio de 2014
martes, 29 de julio de 2014
KELPERS. NI INGLESES NI ARGENTINOS. NATASHA NIEBIESKIKWIAT LIBRO
Capítulo I
Stanley no es Stanley sin los Biggs
Las fotografías de George Biggs • La llegada a las islas del
patriarca James Biggs junto al primer gobernador británico,
Richard C. Moody • El canal de Panamá fulmina el tránsito
marino por Malvinas • Pueblito con aires de ciudad •
El viejo Biggs escapa a la fiebre amarilla y se embarca a
Malvinas • La vida aburrida de los colonizadores británicos
• Gauchos ingleses • Retrato de cientos de descendientes
para la BBC.
Ojeo uno de los libros de la vasta biblioteca de producciones
locales y británicas que tiene el Lafone House de Stanley,
mezcla de hotel y bed & breakfast. Clavo la mirada como un
imán en "una foto vieja. Un joven rubio, muy bronceado y con
el rostro bien curtido está parado con sus ropas de fajina sobre
un elefante marino que yace en la playa pedregosa, sin sangre.
El hombre se jacta, sobria y tímidamente, de su bestia trofeo.
Es posible que lo haya matado él, pero no queda claro. A su
alrededor hay otros cuatro jóvenes, vestidos no con harapos
pero sí con el saco y el sombrero de los viejos pescadores.
La foto —“Elefante marino capturado - Puerto Stanley”—
26
integra una suerte de catálogo de postales de las Malvinas y
ha sido tomada por George P. Biggs, nieto de James, el primer
Biggs
en llegar a las islas junto con Richard C. Moody, el gobernador
que inauguró la ocupación británica, a bordo del bergantín
Hebe, en enero de 1842. Biggs inventó un negocio vendiendo
postales como souvenirs en ese bastión remoto del Imperio. La
foto dice más. Dice, por ejemplo, que George aprovechaba las
curiosidades locales para vendérselas a las tripulaciones de los
miles de barcos que pasaban por Stanley durante el período que
va de 1800 a principios de 1900. Pingüinos, lobos y elefantes
marinos, aves, ballenas. Víctimas de la depredación apreciada
en una foto en blanco y negro para el recuerdo.
El libro cuenta que la terminación del canal de Panamá hacia
1914, el reemplazo gradual de la navegación a vapor y la suspensión
en 1917 del correo a través de Pacific Steam Navigation
Company representaron un golpe muy duro para este tipo de
emprendimientos.
1
Ejemplos de la valiosa producción de Biggs, el fotógrafo, se
ofrecen hoy entre los coleccionistas del vasto mundo de ventas
online a precios de cientos de libras esterlinas. La del “Elefante
Marino Capturado” se ofrecía en 2013 por 580 libras.2
Vuelvo al pasado y releo otro librito. Casi un folleto para
el museo que sólo se consigue en la biblioteca de Malvinas. Se
llama Condenados a Stanley y es de John Smith. Cuando visité
al autor a mediados de año, preparaba otra publicación para
noviembre sobre la historia de la pequeña ciudad. En Condena-
1 Heyburn, Henry y Frances, Postcards Of The Falkland Islands. A
Catalogue: 1900-1950, Chippenham, Inglaterra, Picton Publishing, 1985.
2 Información disponible en: www.grosvenorauctions.com/dyn_pages/
historic_sale_summary.php?for_cat=Falkland+Islands:+Postcards&Sale_no
=47&histfcat=yes&button=Search (Consulta: enero de 2014).
27
28
dos…, Smith reflota el puerto de Stanley de mitad del siglo xix,
uno de los más ocupados de la costa atlántica de Sudamérica.
Es que seis años después de haber sido designada como capital
del archipiélago, Stanley era bastante próspera para sus pocos
200 habitantes.
La exigente ruta del Cabo de Hornos forzaba a las embarcaciones
a improvisar reparaciones de toda índole en estas islas
australes, canales de acceso también del Polo Sur. El movimiento
de más y más buques impulsó la aparición de pequeños
negocios en la colonia. A tal punto estaban inflamados los
isleños, que “los dueños de barcos instruían a los capitanes a
poner a Stanley en el último lugar de la lista para aprovisionarse
debido a los altos costos del lugar”.3 Pero muchos no tenían
más opción que la de recurrir a la mano de obra local cuando
llegaban al límite del hundimiento. Las instalaciones portuarias
más cercanas estaban en Montevideo.
Un factor clave para esta explosión de actividades fue el descubrimiento
de oro en California y en Australia. La frecuencia
de barcos en la ruta del Cabo de Hornos aumentó de modo descomunal.
Cientos de naves amarraban en Stanley para proveerse
de agua y carne fresca. Y, aun más esencial, de vegetales. Los
negocios iban tan bien en la colonia que Smith brinda las cifras.
Los carpinteros y los herreros tomaban trabajo a 60 peniques
el día y hombres sin capacitación no tenían problema en pedir
un jornal de 25 peniques. En el pueblo, hasta los jardineros se
hacían de efectivo con el boom de la navegación.
Aparte de los buques empujados por la fiebre del oro, había
otros que iban y venían, pasando por las costas de las Malvinas,
3 Smith, John, Condenados a Stanley. Notas y semblanzas sobre la corpulencia
y naufragios en Puerto Stanley, Chippenham, Inglaterra, Picton
Publishing, 1985.
29
con sus cargas a Sudamérica, como las embarcaciones escocesas
que dejaban aquí carbón y se volvían con cobre a los puertos
de Cardiff y Swansea, capital y segunda ciudad más grande de
Gales.
Gracias a los Biggs y a otros fotógrafos amateurs de fines
de 1800 y principios de 1900 se puede apreciar el viejo Stanley:
las edificaciones impresionan menos que la cantidad de barcos
anclados en la bahía. Una escena que no volvería a repetirse
hasta fines del siglo xx y que ahora los isleños temen que se
repita con la explosión del petróleo que esperan a partir de 2017.
En 1885, la capital de la colonia tenía 800 habitantes. En
1916, 900. Casi un siglo después, el censo oficial del gobierno
británico de las Malvinas registró poco más de 2.800 habitantes
en todo el archipiélago, un crecimiento sumamente escaso,
indicador de cambios enormes. Pese al tiempo transcurrido,
Stanley sigue siendo un pueblito; sin embargo, tiene unos aires
de ciudad que a veces ni cabe en sí mismo. Concentra el 75%
del total de la población de las islas: 2.100 personas viven de
30
manera permanente, a los que deben sumarse los turistas internacionales
que se reciben, una rama de la economía isleña
floreciente tras la guerra de 1982.
Para los huéspedes hay un circuito de veintidós “city attractions”,
entre ellas las casas de los pioneros, restos de naufragios,
un monumento a los caídos en la Primera Guerra Mundial,
otro monumento para los de la guerra angloargentina. Hay
calles en honor a sus colonos y próceres —como la que lleva el
nombre de la discutida ex premier Margaret Thatcher— que
conducen hasta un viejo faro en desuso. Y mucho más. En
2013 se promocionaban también treinta y ocho shoppings y
servicios, más de dieciséis pubs y restaurantes, entre ellos un
café que ya ofrece los mismos capuchinos y chocolates que
cualquier Starbucks del continente y al que la gente entra hablando
en voz alta con sus teléfonos móviles. Hay ocho sitios
para dormir y siete empresas en las que comprar estadías y excusiones.
Se puede optar entre el avistaje de animales australes,
la pesca y el golf. En Malvinas se puede practicar tiro, visitar
santuarios de guerra y hacer vida de campo entre ovejas, caballos
y ganado. Hay estancias de un inmenso valor histórico,
como la de Port Howard en el islote oeste (Gran Malvina en
la Argentina), e islas a las que escapar para escribir y pensar.
Un turismo de aventura y sofisticación en la puerta de entrada
a la Antártida, a las Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
En un pueblo que renació con la guerra de 1982, sus resultados
positivos en áreas como Salud y Educación también forman
parte del circuito turístico. Ello, claro, porque estas áreas ya
son parte del acervo de las islas, que se aferran a su creciente
grado de autonomía de la metrópolis, mostrando al mundo que
lo que necesitaban eran decisión y dinero.
La biblioteca pública se levanta en el mismo edificio del colegio
secundario y el llamado Leisure Center, que tiene una in31
mensa piscina además de canchas de fútbol abiertas, un salón y
espacios para todos los deportes. En la cancha que da a la bahía,
argentinos, isleños y británicos, periodistas, ex combatientes y
familiares de caídos en la guerra de 1982, se han enfrentado en
picados amistosos. Esos partidos se fueron espaciando hasta
desaparecer hacia 2003, por efecto del cambio de política argentina
hacia las islas del gobierno de Néstor Kirchner.
La biblioteca es ambiciosa en el sentido de que se nutre de
cuanto libro sobre Gran Bretaña y su colonia haya sido publicado;
pero aún le falta mundo, es decir, obras de otros confines,
historias remotas para las remotas islas. Deseo no les ha
faltado a los kelpers. Así lo demostraron los primeros colonos
cuando abrazaron las ideas de la esposa del incansable reverendo
Lowther Edward Brandon (1846-1933). Voraz lectora
ella misma, Josephine Brandon abrió una librería escolar que
funcionaba los domingos, y para 1890 ya funcionaba un sistema
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de préstamos para niños. Más adelante amplió su stock de libros
para adultos. La biblioteca primero funcionó en la iglesia Holy
Trinity, y después pasó a la catedral anglicana, el emblemático
edificio de la torre alta y las costillas de ballena que se ven desde
la bahía, ya que alud de turba arrasó en 1886 con la austera
Holy Trinity.4
En la Biblioteca Pública, nunca con calidez, pero siempre
con amabilidad y pasión, atiende Coleen Biggs. Coleen vive
en una de las más famosas casas de Stanley: su sencillez resalta
la gigantesca bandera británica pintada en el techo desde los
noventa. A nadie le quedan dudas de que fue precursora de ese
estallido de cientos de Union Jacks flameando en vehículos,
casas y caballos, que se exponían a los periodistas en los días
previos al referéndum de marzo de 2013, en el que se decidió
seguir siendo territorio de ultramar del Reino Unido. Llevaban
la bandera pegada hasta en la ropa y sus colores en el maquillaje.
Esa demostración de patriotismo funcionó no sólo como
un mensaje hacia la Argentina, sino también hacia el mundo y
sobre todo hacia los británicos de la “madre patria”, muchos
de los cuales hasta 1982 no tenían ni idea dónde quedaban las
remotas Falkland Islands.
Antes de conocer a Coleen yo había tratado a la hermana
un año mayor, Janet Lynda Cheek, nacida en 1948, que usa
su apellido de casada. Jan ha sido por muchos años consejera
legislativa de las islas —Legislative Council— y una de las voceras
de las duras respuestas de los isleños a las iniciativas del
kirchnerismo cuando decidió interrumpir todos los contactos
con los isleños y endurecer sus políticas hacia el archipiélago.
4 Tatham, David (editor), The Dictionary of Falklands Biography (Including
South Georgia). From Discovery up to 1981, Hereford, Inglaterra,
editado por David Tatham, 2008, p. 113.
33
Jan es una mujer fuerte pero de voz suave, y gracias a la herencia
de las acciones de la pesca que le dejó la muerte temprana
de su marido a mediados de los noventa, es también una de los
habitantes más ricas del pueblo. John Cheek, su marido, también
había sido consejero y miembro de las familias más tradicionales
de Malvinas. Experta en relaciones públicas, Jan me atendió un
domingo en su casa, con café, té y viejas fotos y documentos
de los Biggs, los Rowlands y los Cheek. El enorme caserón con
frente de césped verde neto e impecable se encuentra en Stanley
este. Allí, los kelpers se están expandiendo con casas de lo
más confortables, que rompen incluso la austeridad de las más
antiguas: Stanley ha sido famosa por sus casitas blancas prefabricadas,
con techos de chapas rojas, azules y verdes; las nuevas
residencias tienen colores pasteles, usan el negro y cambiaron los
modestos cercos de madera por algunos con herrería y plantas.
Incluso están desplazando los viejos frentes con invernaderos
de amplios ventanales. Ya no más animales de granja sueltos.
En algunas casas huele a comida y sobre todo a desayuno, a pan
tostado, a la manteca que fríe salchichas y huevos. En la casa de
Jan, como en algunas otras, huele a perfume.
Recorro las austeras cabañas de los primeros colonos que han
ido quedando en pie. Primero la del 6 de Drury Street, donde
vivió Catherine Creig, quien llegó a Malvinas en 1849 con su
marido, uno entre el grupo de los jubilados militares. Catherine
enviudó en 1854 y en 1857 se casó con otro colono, John
Peck. Paso por el 3 de Pioneer Row, la cabaña en la que vivió
Edward Roach, otro de los pensionados militares que llegaron
en el buque mercante Victory, en 1849. Sigo al 6 de la Pioneer,
donde moró otro de los jubilados de las guerras del Reino Unido,
James Reddie. Su hija Susan se casó con John Bonner, el pionero
de los Bonner en Malvinas. La vieja casita del número 21 de la
John Street fue construida por Thomas Yates, entre 1857 y 1858.
34
Hasta le puso nombre: “Lois Cottage”. Yates había llegado con
el gobernador Richard Moody, en 1842, y aunque su apellido
no ha sobrevivido, sí hay descendientes por la línea femenina.
Finalmente, me detengo en el número 58 de la misma John Street
para apreciar la bucólica imagen de la casa que en 1861 construyó
el alemán Jergen Christian Dettleff. El inmigrante llegó a Puerto
Louis en la goleta Montgomery en 1841. Se mudó a Stanley con
el cambio de capital. En Malvinas hay descendientes suyos, pero
también por la rama femenina; el apellido ya no existe. En esa
casa de dos pisos y con techo a dos aguas se levanta hoy una
tienda de café y dulces, atendida por una pareja de mujeres, una
isleña y una canadiense. Me dicen también en el pueblo que por
esas estrechas calles no pueden circular vehículos grandes, y que
por eso los turistas las deben recorrer a pie.
Jan y Coleen descienden de James Biggs, que había nacido en
Portsea (Portsmouth, Inglaterra) en 1806 y había sido bautizado
en la misma iglesia que Charles Dickens. James sembró hasta
nueve generaciones en el archipiélago, si se tienen en cuenta los
niños y niñas nacidos ahí.
En marzo de 1825, James se unió al Cuerpo Real de Mineros
en Portsmouth, aquel grupo de militares e ingenieros
que sirvieron en las guerras de Inglaterra facilitando el avance
de las tropas propias y dificultando el del enemigo. James era
un soldado raso que trabajó en la excavación, demolición y
construcción de calles y casas necesarias a partir de 1843 para
levantar la nueva capital de la colonia.
“Sus papeles militares lo describen de poco menos de un
metro setenta de alto, con complexión robusta y pelo marrón.
Ojos azules”.5 En junio de 1826 se embarcó con los zapadores
5 Ibídem, p. 81.
35
hacia Gibraltar, donde había mucho empleo en las fortificaciones
navales y el astillero. Y en Gibraltar, como ocurría en
la época, sorteó una epidemia de fiebre amarilla que se llevó
numerosas vidas, cuatro en su propia compañía. Biggs estuvo
enfermo, sobrevivió, estuvo preso “por conductas ajenas a un
soldado” y por “usar un lenguaje abusivo contra un suboficial”.
Se casó con Margaret Martin en Gibraltar.
Al volver a Inglaterra, el matrimonio se estableció en las
afueras de la superpoblada Londres con sus cuatro hijos.
Entonces, el lugarteniente luego gobernador general de la
colonia, Moody, hizo un llamado a voluntarios que quisieran
acompañarlo a las Malvinas. Biggs sirvió a Moody y viajó
con toda su prole, decidido a convertirse en colono. El Hebe
partió de Inglaterra en octubre de 1841 y llegó a Puerto Louis
a mediados de enero de 1842. Moody había pedido a los zapadores
que también hicieran tareas de defensa, pero que
sobre todo contaran con conocimientos en agrimensura y
habilidades de artesanos, carpinteros, albañiles, ladrilleros
y herreros.
La paga al principio era de un chelín y seis peniques por día.
Los zapadores, como Biggs, debían además tener experiencia
en el manejo de los caballos. Con el tiempo, casi todos estos
isleños desarrollarían destrezas equiparables a las de los gauchos
sudamericanos que los precedieron en la ocupación de las islas.
Además de conservar dos enormes biblias de familia con la
historia de los Biggs y la de los Cheek, Jan tiene un acervo de
fotos y documentos que prueba la fortaleza de su árbol genealógico
y sus vínculos de sangre y políticos. Gentilmente, saca
fotocopias de cartas.
36
Desde el Hebe en Gravesend, 12 de octubre de 1841
Mi Señor,
Tengo el honor de informarle que hemos embarcado la noche
del sábado 9 de octubre desde el Royal Arsenal de Woolwich y
nos proponemos abandonar este puerto en las próximas horas.
Adjunto para su referencia una lista con los nombres, los
oficios y las profesiones de las partes procediendo a las Islas
Falkland, bajo mi comando.
Muy atentamente,
Su más obediente y humilde servidor,
Moody
Otra de las cartas en poder de Jan consigna el listado de los
primeros colonizadores de Malvinas, tras la ocupación británica
de 1833.
9 de octubre de 1841
Para el Honorable Lord Stanley
Los nombres, las profesiones y los oficios de las partes procediendo
a las Islas Falkland, bajo el comando del Gobernador
Teniente Moody.
Murrell Robinson Robinson, Esq., asistiendo como custodio
y secretario, pero agrimensor por oficio.
Zapadores y Mineros Reales
Sargento Robert Hearndon.
Cabo William Richardson.
Soldados Rasos
Alexander Sibbald, minero o picapedrero.
James Biggs, junto a su esposa y 4 hijos.
Christopher McRae, carpintero.
Thomas Yates, albañil, junto a su esposa y 3 hijos.
John Herkes, herrero, junto a su esposa y 2 hijos.
37
William Robinson, carpintero.
Samuel Turner, herrero.
David Readdie, carpintero.
William Watts, marinero.
John Campbell, constructor.
Thomas Hearndon, civil, hermano del sargento Hearndon
que asistirá en el Departamento de Agrimensura como presidente,
pero es carnicero por oficio.
Moody
La otra carta que me llevé reza:
Puerto Louis, Islas Falkland, 16 de enero de 1842
Para el Honorable Lord Stanley, Secretario de Estado de
las Colonias
Mi señor,
Tengo el honor de informarle que tanto el grupo como yo
hemos llegado sanos y salvos a las Islas Falkland, afortunadamente
sin ningún tipo de enfermedad o accidente.
Anclamos en este puerto ayer a la tarde y esta misiva será
enviada por la brigadier Susan Alley Master, en camino a Río
de Janeiro, saliendo mañana temprano. En la presente oportunidad,
no puedo darle mayor información de importancia.
Lo saludo atentamente,
Moody
En la biografía que escribió sobre James Biggs,6 Coleen dio
algunas pinceladas de lo dura que era la vida. Era tal la desolación,
que en julio de 1843 Biggs le intercambió efectivo por
6 Ibídem, p. 81.
38
una nota con buenas referencias a Moody. El monto fue de 150
libras, una cifra muy alta para el salario de un soldado, lo cual
demuestra que no tenían en qué gastar.
Para 1844, el gobernador Moody anunciaba que el gobierno
de la colonia sería movido a Puerto Jackson, después de evaluar
otros sitios como Sparrow Cove, Weir Creek y la costa
sur. Una distancia de unos 30 kilómetros hacia el sudeste del
primer asentamiento francés, pero que para entonces parecía
sideral. La decisión se había tomado un año antes. Y aunque a
simple vista los paisajes marinos y pedregosos no mostraban
diferencia, los ingleses dicen que buscaban mejor anclaje que en
Puerto Louis para la enorme cantidad de barcos que ya recibía
la zona, además de turba, provisión de agua fresca y seguridad.
Oficialmente se sigue informando hoy que bautizaron a Stanley
en honor de Lord Stanley, decimocuarto conde de Derby y secretario
de Estado de las Colonias, y el encargado de pedirle al
representante de la Reina Victoria en las Malvinas que buscara
mejor lugar para la nueva capital.
Los inviernos deben haber sido particularmente duros por
39
la falta de fuego y provisiones frescas. Al principio durmieron
en carpas, rodeados de nieve y humedad. “Trabajaban a
la intemperie, lo que les mantenía la ropa húmeda, sin fuego
para secarse aún de día. Traían los instrumentos en botes.
Vadeando en el agua sobre puntiagudas pedregosas playas en
las que cargaban y descargaban sus botes. Era tarea constante
cargar bolsas de piedras y madera, para excavar calles, dragar
muelles, las bases de las casas. Y esto hecho sobre pasto mojado,
turboso barro, con ásperas playas, sin calles ni caminos”,
detalla Coleen.
Dada la situación, Moody les aumentó la paga a sus hombres
a dos chelines por día. Para 1846, James Biggs ya tenía descendientes
nacidos en las islas, con los que se iniciaba la era Biggs en
Malvinas, donde ya estaban y también quedarían los Pitaluga,
los Watson y los Goss, entre otros. Todos estos adelantados,
desde los más carenciados hasta empresarios como los Dean,
tendrían su homenaje en un pueblo que empezó llamando a
sus calles por el nombre de esos pioneros y sus barcos, como
manifiesta la propia Hebe Street.
James murió sin ninguna gloria. Fue en 1853 cuando se
fue, desangrado por un disparo accidental en un bote. Los
restos de Margaret, su esposa, también tienen una tumba en
Stanley desde 1861. Para entonces, hacía rato que los militares
pensionados habían provisto a las islas de nuevos colonos.
William, el mayor del pionero James Biggs, se casó con Mary
Ann Flemming, hija de un militar irlandés jubilado que llegó
en 1849. Así comenzaron a mezclarse pueblos y naciones bajo
la bandera británica. Ninguno de ellos imaginó que para 1991,
doscientos Biggs —con el apellido o sin él— se reunirían en
Stanley y que ese encuentro sería fotografiado por la BBC.
“Yo me considero británica, pero primero y sobre todo soy
una isleña de las Falklands. Pienso que esa es la verdadera situa40
ción de la gente aquí y de cómo sentimos nuestra identidad”,7
decía ya entonces y sin pensar que habría un referéndum Leona
Biggs, hoy Robertson por casamiento, pero al mismo tiempo
Vidal, porque es hija de un chileno, nacionalidad que va en
camino de ser la primera minoría, tras dejar atrás una lenta
migración.
Como ocurrió con gran parte de los jóvenes en las islas,
entre los años 40 y 60 del siglo pasado hubo una emigración
masiva del archipiélago. También se fue Coleen, que aprovechó
sus estudios en el Reino Unido para quedarse allí por décadas.
Gracias a la prosperidad de la posguerra, ahora es una de las
repatriadas. “Esa emigración comenzó en realidad en los 40,
porque muchos isleños se ofrecieron para luchar con las fuerzas
británicas durante la Segunda Guerra Mundial. Esa fue una
7 Las palabras de Leona están disponibles en una nota del sitio web de
la BBC, bajo el título “In pictures: The generations claim”. Disponible en:
http://news.bbc.co.uk/2/shared/spl/hi/picture_gallery/07/in_pictures_the_
generations_claim/html/8.stm (Consulta: enero de 2014).
41
migración muy grande, en su mayoría de hombres solteros, sin
ataduras. Se fueron al exterior, quizás conocieron una mujer o
decidieron quedarse allí. Así que eso causó una de las mayores
pérdidas, porque por supuesto muchos murieron en la guerra.
Mi padre se unió al RAF (Fuerza Aérea Real Británica), pero
regresó y se casó aquí. Muchos nunca regresaron.”
Como ocurrió con otros apellidos, ahora hay Biggs en el
Reino Unido, alguno en África y en Canadá. “La vida era tan
dura en Stanley como en el campo. Nadie se estaba muriendo
de hambre, pero tenían muchísimas dificultades. Las mujeres
hacían prendas a sus hijos con ropa vieja que les iba quedando.
Nunca se compraba nada nuevo. Mantenían sus propias vacas
en el Common.8 Todos tenían su propia huerta, de otra manera,
no podían comer vegetales. Los salarios eran muy bajos”, me
dice la consejera Jan Cheek. Si alguna vez los Biggs fueron en
Malvinas como los López, los Pérez o los García entre los españoles,
hoy son numerosos en progenie pero el apellido tiende
a perderse, como el de Pitaluga, el de Watson, el de Cheek y el
de tantos otros, por falta de descendientes varones.
Coleen me señala que a diferencia de la mayoría isleña de
granjeros, los Biggs tuvieron como pocos un protagonismo mayor
en Stanley. Un Biggs murió en la Primera Guerra Mundial,
otros dos fueron a la Segunda. El padre de estas mujeres vivió
dieciséis años en las Georgias, a donde las llevó de pequeñas,
y una pariente está entre las mujeres que más empuje le dio,
sin querer, al género: Madge Brigid Frances Biggs (1902-1995),
bibliotecaria como Coleen, maestra y almacenera. Hay una foto
en blanco y negro rescatada en los últimos años de los arcones
8 Se llama así al sitio de uso público que antes estaba frente a la Casa de
Gobierno, que les cobraba por ello una pequeña suma.
de Malvinas. Se ve a un grupo de niñas sentadas y aplicadas
al lado de monjas. Son de la St. Mary’s Church, escuela hoy
desaparecida, donde Madge se formó y llegó a dar clases. Fue
la primera radióloga del hospital King Edwards VII Memorial
y al estallar la Segunda Guerra veló por los fondos de la Cruz
Roja. Madge nunca viajó al exterior de las islas, más que para
un tratamiento médico en Londres, donde se negó a todo tipo
de excursiones, y una breve estadía en Montevideo. Madge fue
durante mucho tiempo la “custodia” de fotos y documentos
de los Biggs en Malvinas, que finalmente quedaron repartidos
entre el archivo de la Iglesia y las hermanas Jan y Coleen.
Stanley no es Stanley sin los Biggs, como tampoco lo es
Malvinas.
Stanley no es Stanley sin los Biggs
Las fotografías de George Biggs • La llegada a las islas del
patriarca James Biggs junto al primer gobernador británico,
Richard C. Moody • El canal de Panamá fulmina el tránsito
marino por Malvinas • Pueblito con aires de ciudad •
El viejo Biggs escapa a la fiebre amarilla y se embarca a
Malvinas • La vida aburrida de los colonizadores británicos
• Gauchos ingleses • Retrato de cientos de descendientes
para la BBC.
Ojeo uno de los libros de la vasta biblioteca de producciones
locales y británicas que tiene el Lafone House de Stanley,
mezcla de hotel y bed & breakfast. Clavo la mirada como un
imán en "una foto vieja. Un joven rubio, muy bronceado y con
el rostro bien curtido está parado con sus ropas de fajina sobre
un elefante marino que yace en la playa pedregosa, sin sangre.
El hombre se jacta, sobria y tímidamente, de su bestia trofeo.
Es posible que lo haya matado él, pero no queda claro. A su
alrededor hay otros cuatro jóvenes, vestidos no con harapos
pero sí con el saco y el sombrero de los viejos pescadores.
La foto —“Elefante marino capturado - Puerto Stanley”—
26
integra una suerte de catálogo de postales de las Malvinas y
ha sido tomada por George P. Biggs, nieto de James, el primer
Biggs
en llegar a las islas junto con Richard C. Moody, el gobernador
que inauguró la ocupación británica, a bordo del bergantín
Hebe, en enero de 1842. Biggs inventó un negocio vendiendo
postales como souvenirs en ese bastión remoto del Imperio. La
foto dice más. Dice, por ejemplo, que George aprovechaba las
curiosidades locales para vendérselas a las tripulaciones de los
miles de barcos que pasaban por Stanley durante el período que
va de 1800 a principios de 1900. Pingüinos, lobos y elefantes
marinos, aves, ballenas. Víctimas de la depredación apreciada
en una foto en blanco y negro para el recuerdo.
El libro cuenta que la terminación del canal de Panamá hacia
1914, el reemplazo gradual de la navegación a vapor y la suspensión
en 1917 del correo a través de Pacific Steam Navigation
Company representaron un golpe muy duro para este tipo de
emprendimientos.
1
Ejemplos de la valiosa producción de Biggs, el fotógrafo, se
ofrecen hoy entre los coleccionistas del vasto mundo de ventas
online a precios de cientos de libras esterlinas. La del “Elefante
Marino Capturado” se ofrecía en 2013 por 580 libras.2
Vuelvo al pasado y releo otro librito. Casi un folleto para
el museo que sólo se consigue en la biblioteca de Malvinas. Se
llama Condenados a Stanley y es de John Smith. Cuando visité
al autor a mediados de año, preparaba otra publicación para
noviembre sobre la historia de la pequeña ciudad. En Condena-
1 Heyburn, Henry y Frances, Postcards Of The Falkland Islands. A
Catalogue: 1900-1950, Chippenham, Inglaterra, Picton Publishing, 1985.
2 Información disponible en: www.grosvenorauctions.com/dyn_pages/
historic_sale_summary.php?for_cat=Falkland+Islands:+Postcards&Sale_no
=47&histfcat=yes&button=Search (Consulta: enero de 2014).
27
28
dos…, Smith reflota el puerto de Stanley de mitad del siglo xix,
uno de los más ocupados de la costa atlántica de Sudamérica.
Es que seis años después de haber sido designada como capital
del archipiélago, Stanley era bastante próspera para sus pocos
200 habitantes.
La exigente ruta del Cabo de Hornos forzaba a las embarcaciones
a improvisar reparaciones de toda índole en estas islas
australes, canales de acceso también del Polo Sur. El movimiento
de más y más buques impulsó la aparición de pequeños
negocios en la colonia. A tal punto estaban inflamados los
isleños, que “los dueños de barcos instruían a los capitanes a
poner a Stanley en el último lugar de la lista para aprovisionarse
debido a los altos costos del lugar”.3 Pero muchos no tenían
más opción que la de recurrir a la mano de obra local cuando
llegaban al límite del hundimiento. Las instalaciones portuarias
más cercanas estaban en Montevideo.
Un factor clave para esta explosión de actividades fue el descubrimiento
de oro en California y en Australia. La frecuencia
de barcos en la ruta del Cabo de Hornos aumentó de modo descomunal.
Cientos de naves amarraban en Stanley para proveerse
de agua y carne fresca. Y, aun más esencial, de vegetales. Los
negocios iban tan bien en la colonia que Smith brinda las cifras.
Los carpinteros y los herreros tomaban trabajo a 60 peniques
el día y hombres sin capacitación no tenían problema en pedir
un jornal de 25 peniques. En el pueblo, hasta los jardineros se
hacían de efectivo con el boom de la navegación.
Aparte de los buques empujados por la fiebre del oro, había
otros que iban y venían, pasando por las costas de las Malvinas,
3 Smith, John, Condenados a Stanley. Notas y semblanzas sobre la corpulencia
y naufragios en Puerto Stanley, Chippenham, Inglaterra, Picton
Publishing, 1985.
29
con sus cargas a Sudamérica, como las embarcaciones escocesas
que dejaban aquí carbón y se volvían con cobre a los puertos
de Cardiff y Swansea, capital y segunda ciudad más grande de
Gales.
Gracias a los Biggs y a otros fotógrafos amateurs de fines
de 1800 y principios de 1900 se puede apreciar el viejo Stanley:
las edificaciones impresionan menos que la cantidad de barcos
anclados en la bahía. Una escena que no volvería a repetirse
hasta fines del siglo xx y que ahora los isleños temen que se
repita con la explosión del petróleo que esperan a partir de 2017.
En 1885, la capital de la colonia tenía 800 habitantes. En
1916, 900. Casi un siglo después, el censo oficial del gobierno
británico de las Malvinas registró poco más de 2.800 habitantes
en todo el archipiélago, un crecimiento sumamente escaso,
indicador de cambios enormes. Pese al tiempo transcurrido,
Stanley sigue siendo un pueblito; sin embargo, tiene unos aires
de ciudad que a veces ni cabe en sí mismo. Concentra el 75%
del total de la población de las islas: 2.100 personas viven de
30
manera permanente, a los que deben sumarse los turistas internacionales
que se reciben, una rama de la economía isleña
floreciente tras la guerra de 1982.
Para los huéspedes hay un circuito de veintidós “city attractions”,
entre ellas las casas de los pioneros, restos de naufragios,
un monumento a los caídos en la Primera Guerra Mundial,
otro monumento para los de la guerra angloargentina. Hay
calles en honor a sus colonos y próceres —como la que lleva el
nombre de la discutida ex premier Margaret Thatcher— que
conducen hasta un viejo faro en desuso. Y mucho más. En
2013 se promocionaban también treinta y ocho shoppings y
servicios, más de dieciséis pubs y restaurantes, entre ellos un
café que ya ofrece los mismos capuchinos y chocolates que
cualquier Starbucks del continente y al que la gente entra hablando
en voz alta con sus teléfonos móviles. Hay ocho sitios
para dormir y siete empresas en las que comprar estadías y excusiones.
Se puede optar entre el avistaje de animales australes,
la pesca y el golf. En Malvinas se puede practicar tiro, visitar
santuarios de guerra y hacer vida de campo entre ovejas, caballos
y ganado. Hay estancias de un inmenso valor histórico,
como la de Port Howard en el islote oeste (Gran Malvina en
la Argentina), e islas a las que escapar para escribir y pensar.
Un turismo de aventura y sofisticación en la puerta de entrada
a la Antártida, a las Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
En un pueblo que renació con la guerra de 1982, sus resultados
positivos en áreas como Salud y Educación también forman
parte del circuito turístico. Ello, claro, porque estas áreas ya
son parte del acervo de las islas, que se aferran a su creciente
grado de autonomía de la metrópolis, mostrando al mundo que
lo que necesitaban eran decisión y dinero.
La biblioteca pública se levanta en el mismo edificio del colegio
secundario y el llamado Leisure Center, que tiene una in31
mensa piscina además de canchas de fútbol abiertas, un salón y
espacios para todos los deportes. En la cancha que da a la bahía,
argentinos, isleños y británicos, periodistas, ex combatientes y
familiares de caídos en la guerra de 1982, se han enfrentado en
picados amistosos. Esos partidos se fueron espaciando hasta
desaparecer hacia 2003, por efecto del cambio de política argentina
hacia las islas del gobierno de Néstor Kirchner.
La biblioteca es ambiciosa en el sentido de que se nutre de
cuanto libro sobre Gran Bretaña y su colonia haya sido publicado;
pero aún le falta mundo, es decir, obras de otros confines,
historias remotas para las remotas islas. Deseo no les ha
faltado a los kelpers. Así lo demostraron los primeros colonos
cuando abrazaron las ideas de la esposa del incansable reverendo
Lowther Edward Brandon (1846-1933). Voraz lectora
ella misma, Josephine Brandon abrió una librería escolar que
funcionaba los domingos, y para 1890 ya funcionaba un sistema
32
de préstamos para niños. Más adelante amplió su stock de libros
para adultos. La biblioteca primero funcionó en la iglesia Holy
Trinity, y después pasó a la catedral anglicana, el emblemático
edificio de la torre alta y las costillas de ballena que se ven desde
la bahía, ya que alud de turba arrasó en 1886 con la austera
Holy Trinity.4
En la Biblioteca Pública, nunca con calidez, pero siempre
con amabilidad y pasión, atiende Coleen Biggs. Coleen vive
en una de las más famosas casas de Stanley: su sencillez resalta
la gigantesca bandera británica pintada en el techo desde los
noventa. A nadie le quedan dudas de que fue precursora de ese
estallido de cientos de Union Jacks flameando en vehículos,
casas y caballos, que se exponían a los periodistas en los días
previos al referéndum de marzo de 2013, en el que se decidió
seguir siendo territorio de ultramar del Reino Unido. Llevaban
la bandera pegada hasta en la ropa y sus colores en el maquillaje.
Esa demostración de patriotismo funcionó no sólo como
un mensaje hacia la Argentina, sino también hacia el mundo y
sobre todo hacia los británicos de la “madre patria”, muchos
de los cuales hasta 1982 no tenían ni idea dónde quedaban las
remotas Falkland Islands.
Antes de conocer a Coleen yo había tratado a la hermana
un año mayor, Janet Lynda Cheek, nacida en 1948, que usa
su apellido de casada. Jan ha sido por muchos años consejera
legislativa de las islas —Legislative Council— y una de las voceras
de las duras respuestas de los isleños a las iniciativas del
kirchnerismo cuando decidió interrumpir todos los contactos
con los isleños y endurecer sus políticas hacia el archipiélago.
4 Tatham, David (editor), The Dictionary of Falklands Biography (Including
South Georgia). From Discovery up to 1981, Hereford, Inglaterra,
editado por David Tatham, 2008, p. 113.
33
Jan es una mujer fuerte pero de voz suave, y gracias a la herencia
de las acciones de la pesca que le dejó la muerte temprana
de su marido a mediados de los noventa, es también una de los
habitantes más ricas del pueblo. John Cheek, su marido, también
había sido consejero y miembro de las familias más tradicionales
de Malvinas. Experta en relaciones públicas, Jan me atendió un
domingo en su casa, con café, té y viejas fotos y documentos
de los Biggs, los Rowlands y los Cheek. El enorme caserón con
frente de césped verde neto e impecable se encuentra en Stanley
este. Allí, los kelpers se están expandiendo con casas de lo
más confortables, que rompen incluso la austeridad de las más
antiguas: Stanley ha sido famosa por sus casitas blancas prefabricadas,
con techos de chapas rojas, azules y verdes; las nuevas
residencias tienen colores pasteles, usan el negro y cambiaron los
modestos cercos de madera por algunos con herrería y plantas.
Incluso están desplazando los viejos frentes con invernaderos
de amplios ventanales. Ya no más animales de granja sueltos.
En algunas casas huele a comida y sobre todo a desayuno, a pan
tostado, a la manteca que fríe salchichas y huevos. En la casa de
Jan, como en algunas otras, huele a perfume.
Recorro las austeras cabañas de los primeros colonos que han
ido quedando en pie. Primero la del 6 de Drury Street, donde
vivió Catherine Creig, quien llegó a Malvinas en 1849 con su
marido, uno entre el grupo de los jubilados militares. Catherine
enviudó en 1854 y en 1857 se casó con otro colono, John
Peck. Paso por el 3 de Pioneer Row, la cabaña en la que vivió
Edward Roach, otro de los pensionados militares que llegaron
en el buque mercante Victory, en 1849. Sigo al 6 de la Pioneer,
donde moró otro de los jubilados de las guerras del Reino Unido,
James Reddie. Su hija Susan se casó con John Bonner, el pionero
de los Bonner en Malvinas. La vieja casita del número 21 de la
John Street fue construida por Thomas Yates, entre 1857 y 1858.
34
Hasta le puso nombre: “Lois Cottage”. Yates había llegado con
el gobernador Richard Moody, en 1842, y aunque su apellido
no ha sobrevivido, sí hay descendientes por la línea femenina.
Finalmente, me detengo en el número 58 de la misma John Street
para apreciar la bucólica imagen de la casa que en 1861 construyó
el alemán Jergen Christian Dettleff. El inmigrante llegó a Puerto
Louis en la goleta Montgomery en 1841. Se mudó a Stanley con
el cambio de capital. En Malvinas hay descendientes suyos, pero
también por la rama femenina; el apellido ya no existe. En esa
casa de dos pisos y con techo a dos aguas se levanta hoy una
tienda de café y dulces, atendida por una pareja de mujeres, una
isleña y una canadiense. Me dicen también en el pueblo que por
esas estrechas calles no pueden circular vehículos grandes, y que
por eso los turistas las deben recorrer a pie.
Jan y Coleen descienden de James Biggs, que había nacido en
Portsea (Portsmouth, Inglaterra) en 1806 y había sido bautizado
en la misma iglesia que Charles Dickens. James sembró hasta
nueve generaciones en el archipiélago, si se tienen en cuenta los
niños y niñas nacidos ahí.
En marzo de 1825, James se unió al Cuerpo Real de Mineros
en Portsmouth, aquel grupo de militares e ingenieros
que sirvieron en las guerras de Inglaterra facilitando el avance
de las tropas propias y dificultando el del enemigo. James era
un soldado raso que trabajó en la excavación, demolición y
construcción de calles y casas necesarias a partir de 1843 para
levantar la nueva capital de la colonia.
“Sus papeles militares lo describen de poco menos de un
metro setenta de alto, con complexión robusta y pelo marrón.
Ojos azules”.5 En junio de 1826 se embarcó con los zapadores
5 Ibídem, p. 81.
35
hacia Gibraltar, donde había mucho empleo en las fortificaciones
navales y el astillero. Y en Gibraltar, como ocurría en
la época, sorteó una epidemia de fiebre amarilla que se llevó
numerosas vidas, cuatro en su propia compañía. Biggs estuvo
enfermo, sobrevivió, estuvo preso “por conductas ajenas a un
soldado” y por “usar un lenguaje abusivo contra un suboficial”.
Se casó con Margaret Martin en Gibraltar.
Al volver a Inglaterra, el matrimonio se estableció en las
afueras de la superpoblada Londres con sus cuatro hijos.
Entonces, el lugarteniente luego gobernador general de la
colonia, Moody, hizo un llamado a voluntarios que quisieran
acompañarlo a las Malvinas. Biggs sirvió a Moody y viajó
con toda su prole, decidido a convertirse en colono. El Hebe
partió de Inglaterra en octubre de 1841 y llegó a Puerto Louis
a mediados de enero de 1842. Moody había pedido a los zapadores
que también hicieran tareas de defensa, pero que
sobre todo contaran con conocimientos en agrimensura y
habilidades de artesanos, carpinteros, albañiles, ladrilleros
y herreros.
La paga al principio era de un chelín y seis peniques por día.
Los zapadores, como Biggs, debían además tener experiencia
en el manejo de los caballos. Con el tiempo, casi todos estos
isleños desarrollarían destrezas equiparables a las de los gauchos
sudamericanos que los precedieron en la ocupación de las islas.
Además de conservar dos enormes biblias de familia con la
historia de los Biggs y la de los Cheek, Jan tiene un acervo de
fotos y documentos que prueba la fortaleza de su árbol genealógico
y sus vínculos de sangre y políticos. Gentilmente, saca
fotocopias de cartas.
36
Desde el Hebe en Gravesend, 12 de octubre de 1841
Mi Señor,
Tengo el honor de informarle que hemos embarcado la noche
del sábado 9 de octubre desde el Royal Arsenal de Woolwich y
nos proponemos abandonar este puerto en las próximas horas.
Adjunto para su referencia una lista con los nombres, los
oficios y las profesiones de las partes procediendo a las Islas
Falkland, bajo mi comando.
Muy atentamente,
Su más obediente y humilde servidor,
Moody
Otra de las cartas en poder de Jan consigna el listado de los
primeros colonizadores de Malvinas, tras la ocupación británica
de 1833.
9 de octubre de 1841
Para el Honorable Lord Stanley
Los nombres, las profesiones y los oficios de las partes procediendo
a las Islas Falkland, bajo el comando del Gobernador
Teniente Moody.
Murrell Robinson Robinson, Esq., asistiendo como custodio
y secretario, pero agrimensor por oficio.
Zapadores y Mineros Reales
Sargento Robert Hearndon.
Cabo William Richardson.
Soldados Rasos
Alexander Sibbald, minero o picapedrero.
James Biggs, junto a su esposa y 4 hijos.
Christopher McRae, carpintero.
Thomas Yates, albañil, junto a su esposa y 3 hijos.
John Herkes, herrero, junto a su esposa y 2 hijos.
37
William Robinson, carpintero.
Samuel Turner, herrero.
David Readdie, carpintero.
William Watts, marinero.
John Campbell, constructor.
Thomas Hearndon, civil, hermano del sargento Hearndon
que asistirá en el Departamento de Agrimensura como presidente,
pero es carnicero por oficio.
Moody
La otra carta que me llevé reza:
Puerto Louis, Islas Falkland, 16 de enero de 1842
Para el Honorable Lord Stanley, Secretario de Estado de
las Colonias
Mi señor,
Tengo el honor de informarle que tanto el grupo como yo
hemos llegado sanos y salvos a las Islas Falkland, afortunadamente
sin ningún tipo de enfermedad o accidente.
Anclamos en este puerto ayer a la tarde y esta misiva será
enviada por la brigadier Susan Alley Master, en camino a Río
de Janeiro, saliendo mañana temprano. En la presente oportunidad,
no puedo darle mayor información de importancia.
Lo saludo atentamente,
Moody
En la biografía que escribió sobre James Biggs,6 Coleen dio
algunas pinceladas de lo dura que era la vida. Era tal la desolación,
que en julio de 1843 Biggs le intercambió efectivo por
6 Ibídem, p. 81.
38
una nota con buenas referencias a Moody. El monto fue de 150
libras, una cifra muy alta para el salario de un soldado, lo cual
demuestra que no tenían en qué gastar.
Para 1844, el gobernador Moody anunciaba que el gobierno
de la colonia sería movido a Puerto Jackson, después de evaluar
otros sitios como Sparrow Cove, Weir Creek y la costa
sur. Una distancia de unos 30 kilómetros hacia el sudeste del
primer asentamiento francés, pero que para entonces parecía
sideral. La decisión se había tomado un año antes. Y aunque a
simple vista los paisajes marinos y pedregosos no mostraban
diferencia, los ingleses dicen que buscaban mejor anclaje que en
Puerto Louis para la enorme cantidad de barcos que ya recibía
la zona, además de turba, provisión de agua fresca y seguridad.
Oficialmente se sigue informando hoy que bautizaron a Stanley
en honor de Lord Stanley, decimocuarto conde de Derby y secretario
de Estado de las Colonias, y el encargado de pedirle al
representante de la Reina Victoria en las Malvinas que buscara
mejor lugar para la nueva capital.
Los inviernos deben haber sido particularmente duros por
39
la falta de fuego y provisiones frescas. Al principio durmieron
en carpas, rodeados de nieve y humedad. “Trabajaban a
la intemperie, lo que les mantenía la ropa húmeda, sin fuego
para secarse aún de día. Traían los instrumentos en botes.
Vadeando en el agua sobre puntiagudas pedregosas playas en
las que cargaban y descargaban sus botes. Era tarea constante
cargar bolsas de piedras y madera, para excavar calles, dragar
muelles, las bases de las casas. Y esto hecho sobre pasto mojado,
turboso barro, con ásperas playas, sin calles ni caminos”,
detalla Coleen.
Dada la situación, Moody les aumentó la paga a sus hombres
a dos chelines por día. Para 1846, James Biggs ya tenía descendientes
nacidos en las islas, con los que se iniciaba la era Biggs en
Malvinas, donde ya estaban y también quedarían los Pitaluga,
los Watson y los Goss, entre otros. Todos estos adelantados,
desde los más carenciados hasta empresarios como los Dean,
tendrían su homenaje en un pueblo que empezó llamando a
sus calles por el nombre de esos pioneros y sus barcos, como
manifiesta la propia Hebe Street.
James murió sin ninguna gloria. Fue en 1853 cuando se
fue, desangrado por un disparo accidental en un bote. Los
restos de Margaret, su esposa, también tienen una tumba en
Stanley desde 1861. Para entonces, hacía rato que los militares
pensionados habían provisto a las islas de nuevos colonos.
William, el mayor del pionero James Biggs, se casó con Mary
Ann Flemming, hija de un militar irlandés jubilado que llegó
en 1849. Así comenzaron a mezclarse pueblos y naciones bajo
la bandera británica. Ninguno de ellos imaginó que para 1991,
doscientos Biggs —con el apellido o sin él— se reunirían en
Stanley y que ese encuentro sería fotografiado por la BBC.
“Yo me considero británica, pero primero y sobre todo soy
una isleña de las Falklands. Pienso que esa es la verdadera situa40
ción de la gente aquí y de cómo sentimos nuestra identidad”,7
decía ya entonces y sin pensar que habría un referéndum Leona
Biggs, hoy Robertson por casamiento, pero al mismo tiempo
Vidal, porque es hija de un chileno, nacionalidad que va en
camino de ser la primera minoría, tras dejar atrás una lenta
migración.
Como ocurrió con gran parte de los jóvenes en las islas,
entre los años 40 y 60 del siglo pasado hubo una emigración
masiva del archipiélago. También se fue Coleen, que aprovechó
sus estudios en el Reino Unido para quedarse allí por décadas.
Gracias a la prosperidad de la posguerra, ahora es una de las
repatriadas. “Esa emigración comenzó en realidad en los 40,
porque muchos isleños se ofrecieron para luchar con las fuerzas
británicas durante la Segunda Guerra Mundial. Esa fue una
7 Las palabras de Leona están disponibles en una nota del sitio web de
la BBC, bajo el título “In pictures: The generations claim”. Disponible en:
http://news.bbc.co.uk/2/shared/spl/hi/picture_gallery/07/in_pictures_the_
generations_claim/html/8.stm (Consulta: enero de 2014).
41
migración muy grande, en su mayoría de hombres solteros, sin
ataduras. Se fueron al exterior, quizás conocieron una mujer o
decidieron quedarse allí. Así que eso causó una de las mayores
pérdidas, porque por supuesto muchos murieron en la guerra.
Mi padre se unió al RAF (Fuerza Aérea Real Británica), pero
regresó y se casó aquí. Muchos nunca regresaron.”
Como ocurrió con otros apellidos, ahora hay Biggs en el
Reino Unido, alguno en África y en Canadá. “La vida era tan
dura en Stanley como en el campo. Nadie se estaba muriendo
de hambre, pero tenían muchísimas dificultades. Las mujeres
hacían prendas a sus hijos con ropa vieja que les iba quedando.
Nunca se compraba nada nuevo. Mantenían sus propias vacas
en el Common.8 Todos tenían su propia huerta, de otra manera,
no podían comer vegetales. Los salarios eran muy bajos”, me
dice la consejera Jan Cheek. Si alguna vez los Biggs fueron en
Malvinas como los López, los Pérez o los García entre los españoles,
hoy son numerosos en progenie pero el apellido tiende
a perderse, como el de Pitaluga, el de Watson, el de Cheek y el
de tantos otros, por falta de descendientes varones.
Coleen me señala que a diferencia de la mayoría isleña de
granjeros, los Biggs tuvieron como pocos un protagonismo mayor
en Stanley. Un Biggs murió en la Primera Guerra Mundial,
otros dos fueron a la Segunda. El padre de estas mujeres vivió
dieciséis años en las Georgias, a donde las llevó de pequeñas,
y una pariente está entre las mujeres que más empuje le dio,
sin querer, al género: Madge Brigid Frances Biggs (1902-1995),
bibliotecaria como Coleen, maestra y almacenera. Hay una foto
en blanco y negro rescatada en los últimos años de los arcones
8 Se llama así al sitio de uso público que antes estaba frente a la Casa de
Gobierno, que les cobraba por ello una pequeña suma.
de Malvinas. Se ve a un grupo de niñas sentadas y aplicadas
al lado de monjas. Son de la St. Mary’s Church, escuela hoy
desaparecida, donde Madge se formó y llegó a dar clases. Fue
la primera radióloga del hospital King Edwards VII Memorial
y al estallar la Segunda Guerra veló por los fondos de la Cruz
Roja. Madge nunca viajó al exterior de las islas, más que para
un tratamiento médico en Londres, donde se negó a todo tipo
de excursiones, y una breve estadía en Montevideo. Madge fue
durante mucho tiempo la “custodia” de fotos y documentos
de los Biggs en Malvinas, que finalmente quedaron repartidos
entre el archivo de la Iglesia y las hermanas Jan y Coleen.
Stanley no es Stanley sin los Biggs, como tampoco lo es
Malvinas.
MALVINAS Y UN RELATO SOBRE LOS COLONOS DE GRAN BRETAÑA. NIEBIESKIKWIAT, NATASHA. Libro
Malvinas y un relato sobre los colonos de Gran Bretaña
ADELANTO: KELPERS, DE NATASHA NIEBIESKIKWIATDiario "Clarín", Buenos Aires, 2 de marzo de 2014.
Las transformaciones que en dos siglos atravesaron los pobladores de las islas que aún reclama la Argentina, en este adelanto.
El hombre se jacta, sobria y tímidamente, de su bestia trofeo. Es posible que lo haya matado él, pero no queda claro. A su alrededor hay otros cuatro jóvenes, vestidos no con harapos pero sí con el saco y el sombrero de los viejos pescadores. La foto –“Elefante marino capturado-Puerto Stanley”– integra una suerte de catálogo de postales de las Malvinas y ha sido tomada por George P. Biggs, nieto de James, el primer Biggs en llegar a las islas junto con Richard C. Moody, el gobernador que inauguró la ocupación británica, a bordo del bergantín Hebe, en enero de 1842.
Biggs inventó un negocio vendiendo postales como souvenirs en ese bastión remoto del Imperio. La foto dice más. Dice, por ejemplo, que George aprovechaba las curiosidades locales para vendérselas a las tripulaciones de los miles de barcos que pasaban por Stanley durante el período que va de 1800 a principios de 1900. Pingüinos, lobos y elefantes marinos, aves, ballenas. Víctimas de la depredación apreciada en una foto en blanco y negro para el recuerdo.
El libro cuenta que la terminación del canal de Panamá hacia 1914, el reemplazo gradual de la navegación a vapor y la suspensión en 1917 del correo a través de Pacific Steam Navigation Company representaron un golpe muy duro para este tipo de emprendimientos (...) Gracias a los Biggs y a otros fotógrafos amateurs de fines de 1800 y principios de 1900 se puede apreciar el viejo Stanley: las edificaciones impresionan menos que la cantidad de barcos anclados en la bahía. Una escena que no volvería a repetirse hasta fines del siglo XX y que ahora los isleños temen que se repita con la explosión del petróleo que esperan a partir de 2017.
En 1885, la capital de la colonia tenía 800 habitantes. En 1916, 900. Casi un siglo después, se registraron poco más de 2.800 habitantes en todo el archipiélago.
Stanley sigue siendo un pueblito; sin embargo, tiene unos aires de ciudad que a veces ni cabe en sí mismo. (...) Jan y Coleen descienden de James Biggs, que había nacido en Portsea (Portsmouth, Inglaterra) en 1806 y había sido bautizado en la misma iglesia que Charles Dickens. James sembró hasta nueve generaciones en el archipiélago, si se tienen en cuenta los niños y niñas nacidos ahí. En marzo de 1825, James se unió al Cuerpo Real de Mineros en Portsmouth, aquel grupo de militares e ingenieros que sirvieron en las guerras de Inglaterra facilitando el avance de las tropas propias y dificultando el del enemigo. James era un soldado raso que trabajó en la excavación, demolición y construcción de calles y casas necesarias a partir de 1843 para levantar la nueva capital de la colonia. “Sus papeles militares lo describen de poco menos de un metro setenta de alto, con complexión robusta y pelo marrón. Ojos azules”. En junio de 1826 se embarcó con los zapadores hacia Gibraltar, donde había mucho empleo en las fortificaciones navales y el astillero. En Gibraltar se casó con Margareth Martin (...) Al volver a Inglaterra, el matrimonio se estableció en las afueras de la superpoblada Londres con sus cuatro hijos. Entonces, el lugarteniente luego gobernador general de la colonia, Moody, hizo un llamado a voluntarios que quisieran acompañarlo a las Malvinas.
Biggs sirvió a Moody y viajó con toda su prole, decidido a convertirse en colono. El Hebe partió de Inglaterra en octubre de 1841 y llegó a Puerto Louis a mediados de enero de 1842 (...) La paga al principio era de un chelín y seis peniques por día. Los zapadores, como Biggs, debían además tener experiencia n el manejo de los caballos. Con el tiempo, casi todos estos isleños desarrollarían destrezas equiparables a las de los gauchos sudamericanos que los precedieron en la ocupación de las islas.
Además de conservar dos enormes biblias de familia con la historia de los Biggs y la de los Cheek, Jan tiene un acervo de fotos y documentos que prueba la fortaleza de su árbol genealógico y sus vínculos de sangre y políticos. Gentilmente, saca fotocopias de cartas (...)
ARGENTINA. MALVINAS. MILITARIZACIÓN. DENUNCIA HOY EN LA ONU LA MILITARIZACIÓN DEL ATLÁNTICO SUR. 2012.
Diario "La Capital". Rosario, Viernes, 10 de febrero de 2012
Argentina denuncia hoy en la ONU la militarización del Atlántico Sur
Argentina, a través de su canciller, Héctor
Timerman, denunciará hoy ante la ONU la "militarización" del Atlántico
Sur por parte de Gran Bretaña, cuyo primer ministro, David Cameron,
insistió ayer que el Reino Unido "defenderá apropiadamente" el derecho
de los malvinenses a la autodeterminación.
Argentina, a través de su canciller, Héctor
Timerman, denunciará hoy ante la ONU la "militarización" del Atlántico
Sur por parte de Gran Bretaña, cuyo primer ministro, David Cameron,
insistió ayer que el Reino Unido "defenderá apropiadamente" el derecho
de los malvinenses a la autodeterminación.
Según el mandatario británico, cuando Argentina haga
la presentación en la ONU "se va a encontrar con que está dentro de la
Carta de la ONU el respaldo a la autodeterminación, y los isleños
quieren mantener su status; su conexión con el Reino Unido, y en tanto
quieran mantener ese status vamos a defender las islas Malvinas
apropiadamente para que ese sea el caso", advirtió.
La carta de la ONU citada por Cameron señala en su
artículo 73 que "los miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman
la responsabilidad de administrar territorios cuyos pueblos no hayan
alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio, reconocen el
principio de que los intereses de los habitantes de esos territorios
están por encima de todo".
Cuando están por cumplirse el 30º aniversario del
inicio de la guerra de Malvinas, y luego de una escalada de acusaciones
entre ambas naciones (que incluyó el envío de naves de guerra británicas
al Atlántico Sur), la Casa Rosada decidió denunciar formalmente ante el
Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) la
militarización que el Reino Unido estaría incrementando en las islas
Malvinas, lo que se efectivizará hoy por parte de Timerman en la sede
que el organismo tiene en la ciudad estadounidense de Nueva York.
Timerman, quien ayer estuvo con la presidenta para
ajustar los detalles de la presentación, tiene previsto reunirse hoy con
el embajador Kodjo Menan, presidente del Consejo de Seguridad de la ONU
a fin de presentar la denuncia, informó un comunicado difundido por la
Cancillería.
Además, el canciller informará personalmente al
presidente de la Asamblea General de la ONU, embajador Nassir Abdulaziz
Al-Nasser, y al secretario general del organismo, Ban Ki-Moon, "sobre la
violación del Reino Unido de las cerca de 40 resoluciones de las
Naciones Unidas que convocan al diálogo entre Gran Bretaña y la
Argentina para resolver pacíficamente el conflicto iniciado en 1833 con
la invasión militar de las islas Malvinas".
Encuentros en Nueva York. Timerman
mantendrá encuentros también con el presidente a cargo del Comité de
Descolonización, embajador Pedro Núñez Mosquera, y los representantes de
Colombia y Guatemala en su carácter de países latinoamericanos miembros
del Consejo de Seguridad.
El martes pasado, la presidenta, durante un acto en
la Casa Rosada al que concurrieron dirigentes del arco opositor y del
gremialismo, acusó al gobierno británico de estar "militarizando el
Atlántico Sur" y anunció que instruyó a Timerman para que haga el
reclamo formal ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea de la Naciones
Unidas.
La presidenta señaló que la causa Malvinas "también
es una causa regional porque están militarizando el Atlántico Sur" y
recordó, aunque sin nombrar, que el Reino Unido ha enviado "un
destructor acompañando al heredero real (el príncipe William)", a quien
dijo le hubiera gustado verlo vestido "con ropas civiles y no de
uniforme militar".
Al finalizar el encuentro en la Casa Rosada, el
diputado oficialista José María Díaz Bancalari fue agredido por un grupo
de veteranos de Malvinas y, en ese contexto, el presidente de la Cámara
de Diputados, Julián Domínguez, planteó una denuncia penal ante la
Justicia federal para que se investigue la agresión.
Filmus. El presidente de la comisión
de Relaciones Exteriores del Senado, Daniel Filmus, presentó ayer un
proyecto de apoyo a la presentación que realizará hoy Timerman ante la
ONU.
Según Filmus, "se está avanzando en una suerte de
cerco diplomático al Reino Unido en todas las reuniones internacionales,
y nosotros vamos a hacer lo propio en la próxima reunión de la Unión de
Parlamentarios Internacionales, en Uganda, prevista para abril".
El senador porteño dijo que en esa reunión presentará
"el reclamo del gobierno argentino para que se manifiesten los
representantes de todo el mundo respecto al tema de la soberanía de las
Malvinas".
Banderazo. El edificio de la
Secretaría de Comercio Interior, a cargo de Guillermo Moreno y que se
encuentra en el barrio porteño de Monserrat, lucía ayer una bandera
argentina con la leyenda "El que no salta es un inglés" y la figura de
las islas Malvinas.
El pabellón reemplaza a otro que todavía puede leerse
debajo de la nueva leyenda, y que decía "Esta casa es peronista y de
UPCN - Fuerza Cristina".
Reivindicación
Cristina Fernández calificó
de "cobarde agresión" la sufrida el martes por el diputado José María
Díaz Bancalari por parte de un grupo de ex combatientes de Malvinas tras
el acto que presidió en la Rosada. "Quiero reivindicar a Díaz
Bancalari, que el otro día sufrió una brutal y por sobre toda las cosas
cobarde agresión", destacó la presidenta.
MALVINAS. MILITARIZACIÓN. DOS ACTOS EN LA ROSADA Y UNA DENUNCIA SOBRE ARMAS NUCLEARES. 2012.
Dos actos en la Rosada y una denuncia sobre armas nucleares
UNA SEMANA DE FUERTES CRUCES POR LAS MALVINASCristina reunió a buena parte de la oposición cuando habló de ir a la ONU.- Juan Cruz Sanz
Cadenas oficiales. Actos. Casa Rosada y tapas
de diarios. El Gobierno nacional acaparó todo el escenario político
para poner el tema Malvinas en el centro de la discusión.
El lunes pasado, la Presidenta cursó invitaciones a todo el arco opositor para participar de un acto en la Casa Rosada. Sin oficializar el anuncio, circuló que se trataría del tema “Malvinas”.
Dudas en la oposición e incertidumbre en el oficialismo . Todas las cámaras estuvieron el martes en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos, en la Casa Rosada.
La expectativa llegó hasta las Islas y cruzó el Atlántico para poner las dudas en Londres.
No hubo sorpresas. Cristina confirmó la desclasificación del informe Rattenbach, algo que ya había anticipado, y subió el nivel en la escalada verbal. Reveló que el Gobierno denunciaría a Gran Bretaña por la militarización del Atlántico Sur. En su reaparición pública, el miércoles 25 de enero, tras haberse sometido a una cirugía, la Presidenta ya había anunciado la creación de una comisión para la difusión del informe que analiza y evalúa las responsabilidades políticas y la estrategia militar de la guerra.
En su réplica, el gobierno de David Cameron justificó su soberanía en el archipiélago e insistió en que las prácticas bélicas se realizan cada seis meses. “Es el primer ministro del gobierno británico y demuestra ser un enorme ignorante, con cero vocación de diplomacia internacional”, sentenció el senador, Aníbal Fernández.
El viernes anterior a la convocatoria de Cristina, el diario londinense Daily Mail afirmó que Gran Bretaña enviaría un submarino nuclear a las Islas, El canciller Héctor Timerman respondió y su par inglés, William Hague duplicó la apuesta: “Resistiremos a los esfuerzos de la Argentina de subir la temperatura con todo esto”.
Un día después del anuncio de Cristina en el salón de los Patriotas, el ministro de defensa, Arturo Puricelli habló de un eventual “escenario bélico” . El jueves, la Presidenta sumó otra denuncia más. Esta vez fue en el salón de las Mujeres Argentinas del Bicentenario. Anunció otra vez la presentación que se realizaría ante la ONU y agregó sus críticas a Inglaterra por la introducción de “armamento nuclear” a la zona de las Islas Malvinas, de lo que no brindó detalles. A las denuncias de militarización se sumó todo el Gabinete Nacional. El viernes, el canciller Héctor Timerman se presentó en Nueva York ante tres organismos de la Naciones Unidas : la Asamblea permanente, el Consejo de Seguridad y el Comité de Descolonización. Mostró documentos sobre la militarización inglesa en las Islas. El canciller sostuvo que Inglaterra “cuadruplicó” su presencia militar en Malvinas. El embajador británico en la ONU calificó la acusación de “absurda” . Un capítulo más, pero no el último.
El lunes pasado, la Presidenta cursó invitaciones a todo el arco opositor para participar de un acto en la Casa Rosada. Sin oficializar el anuncio, circuló que se trataría del tema “Malvinas”.
Dudas en la oposición e incertidumbre en el oficialismo . Todas las cámaras estuvieron el martes en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos, en la Casa Rosada.
La expectativa llegó hasta las Islas y cruzó el Atlántico para poner las dudas en Londres.
No hubo sorpresas. Cristina confirmó la desclasificación del informe Rattenbach, algo que ya había anticipado, y subió el nivel en la escalada verbal. Reveló que el Gobierno denunciaría a Gran Bretaña por la militarización del Atlántico Sur. En su reaparición pública, el miércoles 25 de enero, tras haberse sometido a una cirugía, la Presidenta ya había anunciado la creación de una comisión para la difusión del informe que analiza y evalúa las responsabilidades políticas y la estrategia militar de la guerra.
En su réplica, el gobierno de David Cameron justificó su soberanía en el archipiélago e insistió en que las prácticas bélicas se realizan cada seis meses. “Es el primer ministro del gobierno británico y demuestra ser un enorme ignorante, con cero vocación de diplomacia internacional”, sentenció el senador, Aníbal Fernández.
El viernes anterior a la convocatoria de Cristina, el diario londinense Daily Mail afirmó que Gran Bretaña enviaría un submarino nuclear a las Islas, El canciller Héctor Timerman respondió y su par inglés, William Hague duplicó la apuesta: “Resistiremos a los esfuerzos de la Argentina de subir la temperatura con todo esto”.
Un día después del anuncio de Cristina en el salón de los Patriotas, el ministro de defensa, Arturo Puricelli habló de un eventual “escenario bélico” . El jueves, la Presidenta sumó otra denuncia más. Esta vez fue en el salón de las Mujeres Argentinas del Bicentenario. Anunció otra vez la presentación que se realizaría ante la ONU y agregó sus críticas a Inglaterra por la introducción de “armamento nuclear” a la zona de las Islas Malvinas, de lo que no brindó detalles. A las denuncias de militarización se sumó todo el Gabinete Nacional. El viernes, el canciller Héctor Timerman se presentó en Nueva York ante tres organismos de la Naciones Unidas : la Asamblea permanente, el Consejo de Seguridad y el Comité de Descolonización. Mostró documentos sobre la militarización inglesa en las Islas. El canciller sostuvo que Inglaterra “cuadruplicó” su presencia militar en Malvinas. El embajador británico en la ONU calificó la acusación de “absurda” . Un capítulo más, pero no el último.
domingo, 27 de julio de 2014
martes, 22 de julio de 2014
REINO UNIDO. MILITARIZACIÓN. PROTESTA ARGENTINA. 2014.
Diario "La Nación". Buenos Aires, Sábado 12 de abril de 2014
Soberanía
Enérgica protesta del Gobierno por ejercicios británicos en Malvinas
Criticó las maniobras que se harán a partir del lunes; según Londres, son de rutina
El gobierno argentino presentó ayer una "enérgica protesta" ante el Reino Unido por la realización de ejercicios militares, con lanzamiento de misiles, en las islas Malvinas , la que calificó de una "nueva exhibición belicista en la zona de paz".
El encargado de hacer público el malestar fue el canciller Héctor Timerman
. "El gobierno del Reino Unido ha programado realizar entre el lunes
próximo y el 27 de este mes ejercicios militares en territorio argentino
ocupado, que incluyen el lanzamiento de misiles desde las Malvinas",
dijo el ministro, que por este motivo convocó al embajador británico,
John Freeman.La queja de la Argentina se produjo diez días después de que la Presidenta criticara la política exterior del Reino Unido. "Sería bueno que Inglaterra se dedique menos a guerrear y más a su pueblo", dijo la jefa del Estado en el homenaje a los caídos en la Guerra. A 32 años de las acciones bélicas y por cadena nacional, la mandataria acusó a Gran Bretaña de constituir en las islas Malvinas "la base militar nuclear de la OTAN en el Atlántico Sur".
La administración de Cristina Kirchner también elevó una queja ante las Naciones Unidas. "Esta acción constituye una nueva muestra de que el Reino Unido hace caso omiso a las resoluciones de las Naciones Unidas", manifestó Timerman en la Casa Rosada.
En respuesta a las palabras de la Presidenta, voceros de la Cancillería británica aseguraron que la denuncia sobre la militarización del Atlántico Sur es "absolutamente falsa".
Y agregaron: "Las cifras de efectivos británicos se han reducido a la cantidad mínima necesaria para defender las islas. La insinuación de la Argentina de que el Reino Unido está tratando de amenazar militarmente, ya sea a la Argentina o a la región en su conjunto, carece totalmente de fundamento, al igual que la insinuación de que desplegamos armas nucleares en la región".
Otra de las voces que se alzaron fue la del ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien también rechazó las acciones británicas en las islas Malvinas y pidió a la comunidad internacional que tome nota de la iniciativa de Londres y considere los reclamos de la Argentina.
"No hace más que confirmar lo que la Presidenta denunció el pasado 2 de abril: la prioridad de los británicos en Malvinas es la presencia militar en la región; es una demostración de soberbia militarizada y espíritu imperial", sostuvo Rossi.
Lanzamientos de misiles
Según el canciller Timerman, "conforme la información con la que cuenta la Argentina, los lanzamientos de misiles serán operados por un escuadrón de Defensa Aérea apostado en las islas Malvinas". El funcionario detalló que esa "unidad tiene instaladas seis baterías móviles de misiles Rapiers, ubicadas en adyacencias de la base aérea Monte Agradable y del Puerto Militar de Puerto Yegua".Pero el gobierno británico minimizó el hecho. "Las pruebas son ejercicios de rutina que tienen lugar aproximadamente dos veces por año desde hace muchos años. El Ministerio de Defensa siempre implementó todas las medidas de seguridad necesarias, ente ellas la notificación a los navegantes y aviadores, resaltando las zonas donde se realizan los lanzamientos", dijeron voceros del Foreign Office.
Desde la Cancillería británica agregaron que la "información es publicada por organismos hidrográficos y marítimos internacionales, y está a disposición de la Argentina". Según explicaron, "los misiles Rapier son de corto alcance y están diseñados para proveer una defensa antiaérea en un área de proximidad inmediata a las islas"..
REINO UNIDO. FRENTE A LA UNIÓN EUROPEA. 2014.
Diario "La Capital". Rosario, Lunes, 28 de abril de 2014
Un partido xenófobo va primero en los sondeos en Reino Unido
La agrupación UKip superó a conservadores y laboristas por primera vez y a sólo tres semanas de las elecciones europeas.
Campaña. Un cartel del UKip se pregunta “quién maneja realmente el país” y contesta que la Unión Europea.
El Partido de la Independencia de Reino Unido,
conocido por su sigla UKip, ha tomado la delantera a laboristas y
conservadores en la campaña electoral para el Parlamento Europeo. La
pequeña formación que lidera Nigel Farage con un programa centrado en la
salida de la UE y en la imposición de estrictos controles a la
inmigración, lidera por primera vez los sondeos de intención de voto en
el Reino Unido.
Según una encuesta de YouGov para el dominical The
Sunday Times, UKip aventaja a la oposición laborista en tres puntos y ha
logrado distanciarse 19 de los conservadores que gobiernan en coalición
con los liberal-demócratas. El UKip ha alcanzado un 31 por ciento de
apoyos. En el cuarto lugar, los liberal-demócratas de Nick Clegg,
viceprimer ministro, recaba un humillante 9 por ciento.
El UKip, aislacionista y antieuropeo,logra el
"sorpasso" a menos de un mes de las elecciones europeas. El Ukip es
criticado por una serie de carteles electorales, de tono racista y
xenófobo, que transmiten la idea de que todos los desempleados europeos
llegarán al país para arrebatar los puestos de trabajo a los británicos.
Además, candidatos del UKip a los comicios del próximo 22 de mayo han
difundido mensajes en las redes sociales demandando la expulsión de
británicos negros, como el conocido humorista Lenny Henry.
En los sondeos recientes, el UKip ya adelantaba a los
tories en la carrera a las urnas, pero según YouGov, que realiza sus
recuentos por Internet, ahora lograr una excepcional victoria de la más
euroescéptica y antiinmigración formación política británica. Nigel
Farage, el líder de UKip que dona al partido un porcentaje de su sueldo y
sus dietas como eurodiputado, al igual que el resto de sus colegas con
escaño en Bruselas, ha concentrado los últimos esfuerzos de la campaña
en los feudos laboristas del norte de Inglaterra. Y su estrategia está
dando frutos, según se desprende del sondeo del Sunday Times.
Los resultados del sondeo de YouGov colocan así en
cabeza al UKip, con 31 por ciento de votos proyectados, seguido del
laborismo de Ed Miliband, con 28 por ciento. Los conservadores obtienen
apenas el 19 por ciento , sus socios de gobierno, los
liberal-demócratas, 9 por ciento y los verdes, 8 por ciento. Si la
intención de voto se confirma en las urnas, el primer ministro
conservador David Cameron tendrá que hacer frente a una marea
euroescéptica en sus filas. El ala radical tory quiere un referendo en
la actual legislatura sobre la permanencia o no del Reino Unido en el
club europeo y desconfía de la consulta prometida por su líder para el
lejano 2017. Una victoria de Farage incrementará la presión en contra de
Cameron para que adelante la consulta, y contra Miliband para que se
comprometa a plantear la cuestión dentro del laborismo en vista a las
elecciones generales de 2015.
REINO UNIDO. DECEPCIONADO POR LOS EE.UU. COMITÉ PARLAMENTARIO DE ASUNTOS EXTERIORES
"Diario "La Capital". Rosario, Sábado, 12 de abril de 201401:00
El contexto
El anuncio de los próximos ejercicios militares en las islas
Malvinas se produjo luego de que Gran Bretaña se mostrase “decepcionada”
con EEUU por su falta de apoyo en el conflicto por Malvinas. Esa fue
la conclusión de un informe del Comité Parlamentario de Asuntos
Exteriores, que no obstante reafirma la “relación especial” entre ambos
países.
REINO UNIDO. MILITARIZACIÓN. PROTESTA DEL MINISTRO DE DEFENSA, 2014.
La Capital Rosario, Sábado, 12 de abril de 201401:00
Rossi criticó "el espíritu imperial" y la "soberbia"
El ministro de Defensa consideró que la próxima realización de ejercicios militares del Reino Unido en la zona de Malvinas "es una nueva demostración del espíritu imperial británico".
El ministro de Defensa, Agustín Rossi, consideró
que la próxima realización de ejercicios militares que desarrollará el
Reino Unido en la zona de Malvinas, incluyendo el lanzamiento de
misiles, "es una nueva demostración de la soberbia militarizada y el
espíritu imperial británico".
El titular de la cartera de Defensa expresó que la
información obtenida acerca de los ejercicios bélicos que el Reino Unido
va a realizar en Malvinas entre el 14 y 27 de abril próximo "no hace
más que confirmar lo que la presidenta de la Nación denunció el pasado 2
de abril: la prioridad de los británicos en Malvinas es la presencia
militar en la región".
En este sentido, Rossi aseguró que "el Reino Unido ha
convertido a Malvinas en uno de los territorios más militarizados del
mundo, esto es evidente ahora, y la próxima realización de ejercicios
militares, previstos con lanzamiento de misiles, reafirma cuáles son los
verdaderos objetivos que tienen los británicos en la zona".
"El Atlántico Sur es una zona de paz y queremos que
siga siéndolo", expresó Rossi en un comunicado en el que remarcó la
necesidad de que "la comunidad internacional tome debida cuenta de las
acciones británicas en Malvinas para poner en su justa consideración los
reclamos que permanentemente viene realizando la Argentina en todos los
foros internacionales".
Paralelamente, la diputada nacional Alicia Comelli
(Movimiento Popular Neuquino) señaló que "hay que poner límites por
todos los caminos diplomáticos existentes a este nuevo atropello del
Reino Unido para con nuestro país", al referirse a la realización de
ejercicios militares que desarrollará ese país en Malvinas en los
próximos días.
"Este nuevo despliegue militar en nuestras islas es
una provocación para la región y otra violación a la resolución de
Naciones Unidas", remarcó la diputada por Neuquén. En ese sentido,
consideró que "tenemos que estar más unidos que nunca como pueblo y con
los pueblos latinoamericanos, en el trabajo iniciado para hacer del
Atlántico Sur una zona de paz y libre de tensiones".
Por otra parte, la legisladora dijo que presentará un
proyecto de declaración "para que sea la Cámara baja en su conjunto la
que se expida".
REINO UNIDO. MILITARIZACIÓN. PROTESTA DE ARGENTINA. 2014.
Diario "La Capital". Rosario, Sábado, 12 de abril de 2014
Nuevo cruce con el Reino Unido por ejercicios militares en Malvinas
Conflicto diplomático. El gobierno argentino presentó una protesta formal por pruebas misilísticas en las islas. Londres asegura que es "de rutina".
El canciller Timerman aseguró que los ejecicios militares se realizarán entre el 14 y el 27 de abril.
El gobierno argentino presentó una protesta formal
ante el Reino Unido por las pruebas misilísticas que ese país realizará
próximamente en las islas Malvinas, pero la administración británica le
bajó el tono al hecho y calificó como "falsa" la denuncia de nuestro
país sobre la "militarización" del Atlántico Sur.
Durante una conferencia de prensa en la Casa Rosada,
el canciller Héctor Timerman hizo pública la nota de protesta que la
Argentina le envió al Reino Unido por los ejercicios misilísticos que
las Fuerzas Armadas de ese país realizarán entre el 14 y 27 de abril en
el archipiélago austral.
Asimismo, el gobierno denunció las maniobras
militares mediante una nota enviada al titular de Naciones Unidas, Ban
Ki-moon, y al presidente del Comité de Descolonización de la ONU.
Según precisó Timerman, se trata de "una nota de
enérgica protesta frente a esta nueva exhibición de fuerza belicista en
una zona de paz, como lo es el Atlántico Sur, por una de las fundadoras y
principales potencias militares de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (Otán)".
El canciller precisó que el documento le fue
entregado a su par británico, William Hague, mientras que el
vicecanciller Eduardo Zuain se la hizo llegar al embajador británico en
nuestro país, John Freeman.
Timerman subrayó que los "ejercicios militares en
territorio argentino ocupado" incluyen "el lanzamiento de misiles desde
las islas Malvinas", y remarcó que "esta acción se inscribe en un patrón
de conducta denunciado por la señora presidenta de la Nación (Cristina
Kirchner) el pasado 2 de abril".
El canciller se refirió así a la definición de la
jefa del Estado sobre las Malvinas como "la mayor base militar de la
Otán en el Atlántico Sur" a partir de los movimientos militares
británicos.
"El gobierno argentino hace responsable al gobierno
del Reino Unido por cualquier daño derivado de este nuevo acto
violatorio de la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones
Unidas", enfatizó Timerman.
El titular de la cartera de Relaciones Exteriores
precisó que durante los ejercicios que llevará adelante el Reino Unido
utilizará "misiles Rapiers", que son los que "utilizan y utilizaron las
fuerzas británicas en diferentes escenarios bélicos, incluidos Oriente
Medio y Afganistán".
Territorio militarizado. Finalmente,
reiteró que "las islas Malvinas se encuentran entre los territorios más
militarizados del mundo, teniendo presente la proporción de efectivos
militares con su población civil", ya que "poseen un militar por cada
dos civiles".
Sin embargo, el gobierno británico aseguró que las
pruebas misilísticas en las islas Malvinas "son ejercicios de rutina que
tienen lugar aproximadamente dos veces por año desde hace muchos años" y
que "el Ministerio de Defensa siempre implementó todas las medidas de
seguridad necesarias".
Fuentes del Foreign Office remarcaron además que los
misiles Rapier son "de corto alcance", que "no hay riesgo de que caigan
fuera de las aguas" de las Malvinas y que "el Reino Unido siempre ha
emitido todas las notificaciones necesarias para garantizar la seguridad
de la vida en el mar".
"La denuncia argentina de que estamos militarizando
el Atlántico Sur es absolutamente falsa", agregaron y destacaron que
"las cifras de efectivos británicos se han reducido a la cantidad mínima
necesaria para la defensa de las islas".
En esta línea, las fuentes indicaron que "la
insinuación argentina de que el Reino Unido está tratando de amenazar
militarmente a la región en su conjunto carece totalmente de
fundamento".
"El Reino Unido emitió una respuesta integral en 2011
y 2012 y contestó a todos los temas que planteó la Argentina en su
queja ante la Organización Marítima Internacional (OMI). Nuestras
respuestas se distribuyen a todos los miembros de la OMI", concluyó la
Cancillería británica.
Se trata de un nuevo contrapunto que vuelve a foja cero cualquier posibilidad de acuerdo diplomático entre los dos países.
MALVINAS. ARGENTINA. PRESIDENCIA. ZONA DE PROTECCIÓN MARÍTIMA. 2013.
Diario "La Nación". Buenos Aires, Miércoles 07 de agosto de 2013
Malestar en las islas por un texto del Boletín Oficial
Es por una resolución que establece una zona de protección marítima
En
menos de 24 horas, la presidenta Cristina Kirchner desató una ola de
quejas en las Malvinas y despertó un malestar mayor al que están
acostumbrados a mostrar los isleños hacia la Casa Rosada.
Más allá
de los planteos que la presidenta argentina elevó en el Consejo de
Seguridad de la ONU para que Gran Bretaña discuta por la soberanía de
las Malvinas, las críticas que sonaron en Puerto Argentino están
relacionadas con una resolución del Boletín Oficial que se publicó ayer
en Buenos Aires y que involucra a los isleños.El Gobierno reglamentó una ley aprobada por el Congreso y estableció un área marítima protegida en aguas del Atlántico Sur cercana a las islas dentro del área del denominado Banco Burdwood, que está situado dentro de la zona económica argentina.
En una carta enviada al canciller Héctor Timerman, el gobierno de Malvinas consideró "un paso positivo" la decisión argentina de mantener una zona de protección marítima. Sin embargo, señaló que las islas rechazan la inclusión del Banco Burdwood, que está "dentro y fuera de las zonas de conservación conocidas como Falklands Inner Conservation Zone y Falklands Outer Conservation Zone".
En la carta que se hizo pública el consejero de las islas Malvinas Barry Elsby señaló que la "práctica cooperación para el resguardo de los stocks pesqueros era responsabilidad tanto del gobierno de las islas Falkland [Malvinas] como del gobierno argentino". Y dijo que los isleños "deseaban discutir cualquier acción que pudiera ser razonablemente tomada para apoyar al gobierno de la Argentina en estos esfuerzos".
De esta manera, el gobierno de los malvinenses instó a la Argentina a la reanudación de la llamada Comisión de Pesca del Atltántico Sur, que en los años 90 mantuvo un alto nivel de cooperación e intercambio científico, pero de la que el Gobierno se retiró en 2005.
Desde ese entonces ambas partes se acusan mutuamente por el nivel de riesgo ecológico y depredación que hace peligrar hoy los stocks marítimos, sobre todo del calamar.
Los isleños dieron muestras en los últimos años de querer retomar las negociaciones por la explotación de las zonas marítimas aledañas a las Malvinas en forma conjunta con Buenos Aires. Pero la administración de Cristina Kirchner se niega a aceptar esto.
Ayer, no fueron pocos los isleños que comentaban el malestar que generó la letra del Boletín Oficial de la Argentina, ya que "avanza sobre una zona no establecida ni acordada" por el gobierno de las islas.
Paralelamente, el embajador británico en la ONU, Mark Lyall Grant, reiteró la necesidad de que los isleños sean sumados al debate por la soberanía en el marco de la ONU. Se reflotó así la "legitimidad plena" del referéndum que se hizo en las islas en abril pasado con la intención de ratificar la idea de autodeterminación de los pueblos..
MALVINAS. NACIONES UNIDAS. ALEGATO RUDA 1964
marzo 21, 2012 12:23 Publicado por Dr. Juan Oscar Pons
Etiquetas: Discursos Históricos: José María Ruda , Guerra de Malvinas , Ruda José M - Discursos
Etiquetas: Discursos Históricos: José María Ruda , Guerra de Malvinas , Ruda José M - Discursos
ALEGATO RUDA
Islas
Malvinas intervención del representante argentino, S. E. Embajador Dr. José
María Ruda, en el Subcomité III del Comité Especial encargado de examinar la
situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobré la concesión de
la independencia a los países y pueblos coloniales
[9 de
septiembre de 1964]
Señor Presidente:
La Delegación Argentina desea agradecer, en
primer término, a los señores Miembros del Subcomité III la oportunidad que se
le brinda de exponer su posición sobre el problema de las Islas Malvinas.
Venimos al seno de esta
Subcomisión para reafirmar, una vez más, los derechos irrenunciables e
imprescriptibles de la República Argentina a las Islas Malvinas. Las Malvinas
son parte del territorio argentino ocupado ilegalmente por Gran Bretaña desde
1833, en virtud de un acto de fuerza, que privó a nuestro país de la posesión
del Archipiélago. Como consecuencia de ello, Gran Bretaña impuso allí el régimen
de colonias.
Desde entonces, 1833, la República Argentina
ha reclamado a Gran Bretaña la reparación debida por el agravio inferido. En
estos 131 años no ha consentido, ni consentirá jamás, la separación de parte
del territorio nacional, por medio de un acto ilícito e inaceptable.
Venimos a la Subcomisión a reiterar nuestros
derechos a las Malvinas ante la comunidad internacional, apoyados por la
voluntad y el sentimiento unánime del pueblo argentino y por una sólida e
ininterrumpida posición de protesta frente a la violencia, mantenida por todos
los Gobiernos argentinos desde 1833, sin distinción.
Nuestro propósito es persuadir a la comunidad
internacional de que las mencionadas Islas son parte integrante del territorio
argentino y que el deber jurídico y moral de Gran Bretaña es devolverlas a su
verdadero dueño, afirmándose así el principio de la soberanía y de la
integridad territorial de los Estados, base de las relaciones internacionales
pacíficas.
Se habrá así cumplido con los generosos
propósitos implícitos en la Resolución 1514 (XV), y se habrá hecho un acto de
justicia largamente esperado.
Sólo en base a un acto de fuerza arbitrario y
unilateral, Inglaterra se encuentra hoy en las Islas Malvinas. Las autoridades
argentinas afincadas en las Islas, fueron expulsadas por la armada británica.
Jurídicamente esta acción de fuerza no puede general o crear derecho alguno y,
políticamente, los acontecimientos de 1833 fueron un reflejo más de la política
imperialista que las potencias europeas desarrollaron durante el siglo XIX en
América África y Asia. Malvinas es quizá uno de los símbolos más evidentes de
esta política felizmente perimida. La flota británica desalojó bajo la amenaza
de sus cañones, una población argentina pacífica y activa que ejercía los legítimos
derechos que a la República Argentina le correspondían en su carácter de
heredera de España.
Los ingleses jamás habían poseído
efectivamente la totalidad del Archipiélago de Malvinas, antes de 1833. Sólo
fundaron en 1765, en una isleta llamada Saunders, el fuerte de Puerto Egmont.
En 1774, lo abandonaron voluntariamente y recién 59 años más tarde se
presentaron para desalojar, en forma violenta, a la población argentina,
estableciendo así su único titulo.
La historia de las Islas Malvinas no comienza
en 1833, ni en 1765.
Por el contrario, estas islas fueron la
preocupación de las Cancillerías europeas desde mucho tiempo atrás y numerosos
incidentes diplomáticos habían tenido lugar en el Siglo XVIII, relacionados con
las mismas.
Para comprender la ilegitimidad del acto
británico de 1833, es necesario analizar acontecimientos anteriores, que no
están expuestos en el documento A/AC. 1091L. 98/Add. 2, que tiene esta
Subcomisión a su consideración, pero que señalan claramente la arbitrariedad de
la acción cometida en 1833.
No vamos a entrar a analizar en detalle quien
fue el descubridor de las Islas Malvinas. La documentación publicada en esa
época demuestra fehacientemente que esas islas fueron descubiertas por
navegantes españoles. En los mapas y planisferios españoles de comienzos del
siglo XVI figuran ya las islas. El primer mapa es de Pedro Reinel (1522-23) que
marca un archipiélago a la altura del paralelo 53°55' de latitud sur.
Luego se destacan los trabajos de Diego
Rivero, cartógrafo principal de Carlos V, que insertó las islas en los mapas
llamados Castiglione (1526-27) Salviati (1526-27), Rivero (1527) y dos
planisferios de 1529.
Luego se suceden el mapa del Yslario de Santa
Cruz de 1541, el planisferio de Sebastián Gaboto de 1544, el mapa de Diego Gutiérrez
de 1561 y el de Bartolomé Olives de 1562, entre otros. Al piloto Esteban Gómez
de la expedición de Magallanes, en 1520, es a quien debe atribuirse el
descubrimiento del archipiélago. También navegaron esa zona Simón de Alcazaba
en 1534 y Alonso de Camargo en 1540. Todos ellos pilotos de barcos españoles,
que navegaban hacia el Estrecho de Magallanes, descubierto también por España y
una de las bases de sus derechos a las Islas, como adyacentes a dicho estrecho.
Sarmiento de Gamboa tomó. en 1580, posesión simbólica del estrecho y de las
islas adyacentes, de acuerdo a los métodos de la época y en 1584 fundó un
establecimiento.
El navegante holandés Sebald de Weert
consignó el 24 de enero de 1600, en su diario de a bordo, haber visto las
islas. Los ingleses alegan que John Davis en 1592 y que Richard Hawkins en 1594
habían descubierto el Archipiélago, pero lo cierto es que la cartografía
inglesa de la época no muestra las Islas en los mapas, ni existen pruebas que
atestigüen estos hipotéticos descubrimientos.
En realidad, hasta mediados del siglo XVIII
en Londres se ignoraba, a ciencia cierta, la existencia de las Islas Malvinas
y, a veces, se las confundía con unas hipotéticas Islas Pepys, tal era el
desconocimiento de la época. Fue entonces cuando Inglaterra, en 1748 a
sugerencia del Almirante Anson, decidió enviar una expedición a “descubrir” y
poblar las Islas Malvinas y Pepys. Gran Bretaña consultó a España y ante la
resistencia de Madrid, desistió de sus propósitos. Citemos aquí las instrucciones
que recibió el representante británico para informar a la Corte de Madrid:
“Como no hay intención de hacer ningún asiento en alguna de dichas islas y como
las corbetas de S. M. no quieren ni recalar ni tocar en parte alguna de la
costa española, el Rey no alcanza a comprender en manera alguna como este
proyecto puede causar resentimiento en Madrid”. La principal cuestión que se
debatió durante esta primera escaramuza diplomática sobre las Islas, fue si los
británicos teman algún derecho a penetrar en esas regiones.
Estos actos de consulta de 1749 a la Corte
Española, son una demostración categórica del reconocimiento de Inglaterra a
los derechos de España sobre las islas y las costas de América del Sur ubicadas
en una zona en que no podían navegar ni comerciar los barcos británicos, ni
menos ser objeto de ocupación.
No vamos a hablar de los derechos atribuidos
a España por las bulas papales Inter Coetera y Dudum si Quidem o de su validez
erga omnes, o del Tratado de Tordesillas entre España y Portugal, para sostener
la afirmación que acabamos de hacer, pero sí nos referiremos a Tratados entre
Inglaterra y España.
El Tratado de paz de 1604, entre España e
Inglaterra, volvió las cosas y los derechos al status quo ante bellum, quedando
sin efecto los que se hubieran podido adquirir con anterioridad a su firma,
inclusive los del pretendido descubrimiento inglés. Posteriormente en el
Tratado de Madrid de 1670, se convino que Gran Bretaña conservaría todas las
tierras, islas, colonias y dominios que poseyera en América; pero este
reconocimiento de la soberanía inglesa en América del Norte era acompañado en
contra partida por otra cláusula que disponía que “los súbditos de Gran Bretaña
no dirigirán su comercio, ni navegarán a los puertos o lugares que el Rey
Católico tiene en la dicha India, ni comerciarán con ellos”. Más aún. el
tratado de Madrid de 1713, estableció: “Su Majestad Británica ha convenido en
promulgar desde luego las más fuertes prohibiciones y debajo de las más
rigurosas penas a todos los súbditos a fin de que ningún navío de la Nación
inglesa se atreva a pasar a la mar del Sur ni a traficar en otro paraje alguno
de las Indias españolas”. Esta disposición de prohibir la navegación y el
comercio a Gran Bretaña en zonas que no hubieran estado abiertas al tráfico a
fines del siglo XVII fue ratificada nuevamente en Utrecht en 1713.
En consecuencia, en 1749, momento en que
intentó Gran Bretaña enviar la primera expedición, no podía considerar res
nulius, sujeta a apropiación, a las Islas Malvinas. Recién en febrero de 1764
se produce el primer intento de colonización por parte de Luis Antonio de
Bougainville, marino francés, que fundó Puerto Luis en la Malvina Oriental, a
nombre del Rey de Francia. España se sintió lesionada en sus derechos por esta
fundación e inició negociaciones con Paris, para obtener la entrega del
establecimiento francés. Inglaterra envió por entonces una expedición
clandestina que fundó Puerto Egmont, en 1766, en el Islote Saunders, vecino a
la Malvina Occidental, en el lugar que Bougainville había llamado Port de la
Croisade. España, mientras tanto, protestó formalmente ante el Gobierno francés
obteniendo el reconocimiento de sus derechos de dominio. El Rey Luis XV ordenó
a Bougainville la entrega de Puerto Luis previo pago de todos los gastos en que
se había incurrido. La entrega se cumplió solemnemente, en una ceremonia el 1°
de abril de 1767 en el mismo Puerto Luis reconociéndose así los derechos
legítimos de la Corona Española a estas islas. Previamente, el Gobierno había
dictado una Real Cédula el 4 de octubre de 1766 que declaraba a las Islas
dependientes de la Capitanía General de Buenos Aires y se nombró a Don Felipe
Ruiz Puente como Gobernador. Los españoles quedaron ocupando Puerto Luis con
pobladores españoles y con un establecimiento militar, cambiándosele el nombre
por el de Puerto Soledad. En el islote Saunders quedaba la pequeña guarnición
británica de Puerto Egmont que se había establecido en 1766. En el momento del
traspaso de Francia a España del establecimiento de Puerto Luis, los ingleses
permanecieron silenciosos y no hicieron ninguna reserva de su supuesta
soberanía. España, solucionado su diferendo con Francia, dirigió su atención a
Puerto Egmont, y la guarnición británica fue desalojada del Islote Saunders por
las fuerzas españolas de la Escuadra del Río de la Plata al mando del
Gobernador de Buenos Aires, Buccarelli, el 10 de junio de 1770. España había
reaccionado en forma clara y categórica frente a ambos intrusos e hizo respetar
sus derechos de soberanía, retirando a los franceses por la vía diplomática y a
los ingleses por la vía de la fuerza. Gran Bretaña se sintió lesionada en su
honor por la acción de armas contra Puerto Egmont y reclamó ante la Corte de
Madrid.
Las negociaciones diplomáticas, en las que
intervino también Francia, fueron largas y engorrosas y finalmente se llegó a
una solución el 22 de enero de 1771. El embajador de España en Londres,
Príncipe de Masserano, declaró que su monarca “desaprueba la susodicha empresa
violenta y se compromete a restablecer las cosas al estado al que se hallaban
antes del episodio”, agregando: “la restitución a su Majestad Británica del
Puerto y Fuerte llamado Egmont no puede ni debe afectar, en modo alguno, la
cuestión de derecho anterior de soberanía de las Islas Malvinas”. El mismo día
fue aceptada esta declaración por el Gobierno de Su Majestad Británica, bajo la
firma de Lord Rochfort, expresando que Su Majestad Británica, consideraría a
dicha declaración del Príncipe de Masserano, con el entero cumplimiento del convenio
de parte de Su Majestad Católica, como una satisfacción de la injuria hecha a
la Corona de la Gran Bretaña. De este acto diplomático se destaca, en primer
término, su naturaleza de aceptación de la declaración española, aceptación que
no contiene ningún rechazo de la expresa reserva hispánica de soberanía sobre
las Islas. El silencio de Gran Bretaña ante una reserva escrita tan expresa, no
puede ser interpretado sino en su verdadera naturaleza, es decir como su
aceptación, tal como se desprende del título original del documente británico,
que no se llama counterdeclaration, como lo llamó Lord Palmerston en 1834, sino
acceptance, de acuerdo a la edición oficial de los State Papers de 1771.
Debemos destacar, además, que en toda la
documentación de estas negociaciones diplomáticas, así como en los documentos
finales, se habla únicamente de la entrega de Puerto Egmont al status qua ante,
pero no de las Islas Malvinas en general, las que sí, claramente, están
comprendidas en expresa declaración española de soberanía. Por otra parte,
durante todas las negociaciones y en forma ininterrumpida, desde que le fue
entregado por Francia, España siguió ocupando Puerto Soledad, sín la menor
reacción ni reserva por parte de Inglaterra.• Es más, según consta en el acta por
la que se devuelve Puerto Egmont, se especifica que el Reino Unido lo recibe de
manos del “Comisario General de Su Majestad Católica en Puerto Soledad”. Ambos
poseedores se encontraron frente a frente y se respetaron durante tres años,
pero los que tenían que predominar eran quienes tenían derechos más legítimos.
El 22 de mayo de 1774, los ingleses
abandonaron voluntariamente el islote Saunders, llamado por entonces, por los
ingleses, Isla de Falkland, en singular. Cuando se retiran los ingleses de esta
isla dejan en ella una placa de plomo que decía lo siguiente: “BE IT KNOWN TO
ALL NATIONS THAT FALKLAND's ISLAND WITH THIS PORT”…“
Debemos destacar que se menciona la
“Falkland's Islandn o sea el posesivo singular, lo que demuestra, unido a la
aceptación británica de la posesión española de Puerto Soledad, que las
pretensiones inglesas estuvieron limitadas, en la época en que estuvieron en
Puerto Egmont, a este establecimiento exclusivamente y no a todo el
Archipiélago.
Pasarían 59 años antes que los ingleses
volvieran a las Malvinas y el único titulo que podían exhibir en 1833 era
solamente esta placa de plomo, que fue removida por los españoles y llevada a
Buenos Aires. La insólita pretensión de Gran Bretaña en 1833 se basa en una
supuesta posesión a través de una placa de plomo, contrariamente al derecho
internacional de la época que requería, como condición de dominio, la posesión
efectiva.
No deseamos entrar en el debate que ha
apasionado a tantos estudiosos, sobre la existencia de un pacto secreto entre las
Coronas británica y española, respecto a una reparación de honor que
significaba la restitución de Puerto Egmont y su posterior abandono por los
británicos, pero es significativo el silencio inglés frente a la reserva
española a todas las islas Malvinas, así como el casi inmediato abandono de las
mismas por los británicos luego de la entrega de los españoles. Lo cierto,
señor Presiente, lo concreto es que los ingleses estuvieron de después de la
entrega de España de Puerto Egmont solamente tres años en la isla y que no
retornaron a ella hasta 1833. Pasaron 59 años en los cuales estas islas
estuvieron, sin protesta alguna por parte de Gran Bretaña, en poder de los
españoles primero y de los argentinos después, quienes ejercieron todas las
atribuciones del Gobierno, no sólo en Puerto Soledad sino en todo el
Archipiélago y mares vecinos, con el asentimiento de la Corona Británica.
Hasta la revolución de mayo de 1810 que marcó
el comienzo de la independencia argentina, España ejerció todo tipo de actos de
dominio sobre las Islas Malvinas.
En 1776 creó el Virreinato del Río de la
Plata, incluyendo las mencionadas islas, que pertenecían a la Gobernación de
Buenos Aires, e Inglaterra no dijo nada.
En 1777 se destruyeron todos los edificios y
construcciones de Puerto Egmont. para evitar que se despertaran ambiciones de
buques de otras banderas e Inglaterra no dijo nada.
El Gobierno español nombró numerosos y
sucesivos Gobernadores de las Islas entre 1774 y 1811, que ejercieron su
autoridad en forma ininterrumpida sobre el territorio de las Islas y mares
vecinos, e Inglaterra tampoco nunca dijo nada. El silencio de Inglaterra, desde
1774 hasta 1829, acerca de las Malvinas, confirma su reconocimiento del derecho
español y su voluntad de no volver al Archipiélago.
Más aún, no sólo ejerció España la posesión
efectiva entre 1774 y 1811, sino que no hizo valer Gran Bretaña derechos sobre
Puerto Egmont en diversos instrumentos de fines del Siglo XVIII y relativos a
problemas territoriales, cuando tenía total y público conocimiento de la
ocupación soberana de España del Archipiélago. Así, en el Tratado de Paz de
Versalles de 1783, al finalizar la guerra de independencia de los Estados
Unidos, se ratificaron estipulaciones anteriores de 1670, 1713 y otras que
prohibían navegar a los ingleses en el Atlántico Sur. Más aún, con motivo del
conflicto que se suscitó cuando Inglaterra quiso fundar una población en Nootka
Sound, en la costa occidental del Canadá se firmó la Convención de San Lorenzo
de 1790. Este Convenio otorgó la libre navegación a los ingleses en el
Pacífico, bajo tres condiciones. La primera, que esta navegación no sería un
pretexto para realizar comercio ilícito con los dominios españoles,
prohibiéndola dentro de las “diez leguas marítimas de ninguna de las costas ya
ocupadas por España, la segunda que existiría libre comercio entre los
establecimientos fundados en el Pacífico Norte desde 1789 y los que se fundaran
en lo sucesivo y finalmente el art. 7° de la mencionada Convención establecía:
“Se ha convenido también por lo que hace a las coatas tanto orientales como
occidentales de América Meridional y a las islas adyacentes, que los súbditos
respectivos no formarán en lo venidero ningún establecimiento en las partes de
estas costas situadas al Sur de las partes de las mismas costas y de las islas
adyacentes ya ocupadas por España”.
Esta Convención eliminó la pretensión de que
existieran mares cerrados en la costa oriental y occidental de América. Pero el
derecho británico a establecer colonias fue reconocido solamente en lo que se
refiere a la costa de América del Norte; con respecto a otras zonas, la Corona
de España sólo admitió el simple derecho de pesca, comprometiéndose las partes
a no establecer nuevas colonias en los océanos Pacifico y Atlántico
meridionales y que lo que se encontrase ya ocupado debía permanecer en status
quo. Gran Bretaña dio, precisamente, esta interpretación al Acuerdo de Nootka
Sound en un caso entre Gran Bretaña y Estados Unidos en la frontera de Canadá,
en 1826.
La Convención de 1790, al reconocer el status
quo existente en la América Meridional por parte de Gran Bretaña, constituye la
prueba jurídica definitiva de su falta absoluta de derechos para fundar en las
Malvinas ningún establecimiento permanente. Es también una de las bases, por supuesto,
de los derechos argentinos a las islas del Sur. Los ingleses no tenían derecho
a poblar el Sur de las costas e islas ocupadas por España, es decir, inclusive
al Sur de las Malvinas y de Puerto Deseado en la Patagonia. En cuanto a las
Islas Malvinas mismas había una renuncia a cualquier derecho que hubiera podido
tener Inglaterra, pues el compromiso era no poblar lo ya ocupado por España,
además de no navegar a una distancia menor de 10 leguas de sus costas.
En resumen, ,señores Delegados, después del
abandono voluntario de Puerto Egmont por Gran Bretaña en 1774, España quedó
señora indiscutible e indiscutida de las Islas Malvinas, ejerció soberanía
absoluta en ellas, las ocupó y designó autoridades, sin la menor protesta por
parte de Gran Bretaña. Incluso se suscribieron instrumentos internacionales,
como los que acabamos de citar, que reafirmaron el derecho de España.
Estos fueron los derechos que heredó la
República Argentina en 1810.
El proceso de la independencia argentina fue
largo y penoso. Sus ejércitos recorrieron media América ayudando la
independencia de sus países hermanos. Esta lucha se llevó a cabo sin apoyo
exterior y con el mayor sacrificio.
No obstante, el Gobierno de la República
Argentina envió a las Malvinas en 1820 a la fragata “La Heroína”. El comandante
de nave, Don David Jewett, notificó a los buques que se hallaban en las aguas
de las Islas Malvinas, las leyes argentinas que
regulaban la caza y la pesca en la zona y les
hizo saber que los transgresores serían enviados a Buenos Aires para ser
juzgados. Además, en solemne ceremonia, tomó posesión formal de las islas que
pertenecían a la Argentina, como heredera de España. Nadie se opuso a la
afirmación del derecho argentino al archipiélago ni interpuso reclamación
alguna, a pesar de que la comunicación fue publicada en periódicos de Estados
Unidos y otros países.
En 1823, el Gobierno de Buenos Aires designó
Gobernador de las Islas Malvinas a Don Pablo Areguatí.
Este mismo año, el Gobierno concedió tierras,
así como el derecho a la explotación del ganado salvaje existente y a efectuar
pesquerías en la ida Malvina Oeste, a Don Jorge Pacheco y a Don Luis Vernet.
Una expedición llevó los elementos para el nuevo establecimiento, que sólo
prosperó parcialmente, por enfrentar factores climáticos adversos. Por segunda
vez, los concesionarios volvieron a llevar grupos de nuevas familias en enero
de 1826, las que quedaron establecidas allí.
La empresa colonizadora del Archipiélago se
fue consolidando en sucesivas expediciones que llevaron a Puerto Soledad
hombres, elementos y animales para la subsistencia.
En 1828, se dictó un decreto otorgándole
concesiones a Vernet en la Malvina del Este. Además, el Gobierno de Buenos
Aires, en su afán de propulsar el desarrollo económico del archipiélago, declaró
el establecimiento exento de toda contribución impositiva, salvo las que
pudieran necesitarse para el mantenimiento de las autoridades locales.
En ningún momento Inglaterra objetó el
establecimiento argentino en las Islas Malvinas, a pesar que se habían
realizado actos jurídicos sumamente importantes entre los dos partes, como la
firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de febrero de 1825. Este
instrumento no contiene reserva alguna británica sobre las Islas Malvinas, a
pesar de la acción del comandante de 'La Heroína' en 1820 y otros actos que el
Gobierno había realizado y autorizado sobre las islas.
El establecimiento instalado bajo la
protección de las leyes del Gobierno de Buenos Aires, había prosperado y se
encontraba en buena situación en 1829.
En tales circunstancias, el 10 de junio de
este mismo año, 1829, el Gobierno de Buenos Aires creó la comandancia política
y militar de las Islas Malvinas con sede en Puerto Soledad, con una competencia
que comprendía todas las islas adyacentes al Cabo de Hornos en la zona
atlántica. Se designó Comandante al mismo señor Luis Vernet.
Fue entonces, en época en que surgía con
plena fuerza el afán expansionista de Gran Bretaña, que comenzó a despertarse
el interés inglés sobre el archipiélago, interés que no era más que la
renovación de su vieja aspiración, de contar con posesiones en el Atlántico
Meridional. Esta había sido la intención que llevó a Gran Bretaña a invadir
Buenos Aires, sucesivamente, en 1806 yen 1807, siendo rechazados valientemente por
su población. Además, ya había ocupado el Cabo de Buena Esperanza, en el
extremo meridional del África en 1806, base de una expansión posterior.
Tomaron Santa Elena en 1815 y, la Isla de
Tristán da Cunha en 1816.
Las ambiciones de expansión en el Atlántico
Sur, se comenzaron a mover impulsadas por el Almirantazgo británico, que
deseaba tener una estación naval en la ruta estratégica por el Cabo de Hornos
hacia Australia y el Pacifico Sur, donde las aspiraciones de Gran Bretaña
tenían que competir con otra potencia europea.
Se movieron también intereses comerciales
vinculados a la riqueza pesquera coincidiendo con los deseos estratégicos de
poseer una base en el Atlántico Sur.
Impulsada por los intereses mencionados, Gran
Bretaña resolvió protestar por la creación de la Comandancia político-militar.
El 10 de noviembre de 1829, formuló una reclamación expresando que el Gobierno
argentino habla asumido “una autoridad incompatible con los derechos de
soberanía de Su Majestad Británica sobre las islas”.
Es necesario hacer un breve paréntesis a esta
altura de la narración y recordar algunos puntos fundamentales. Inglaterra
había fundado, clandestinamente, en la isleta llamada Saunders, el fuerte y
puerto Egmont, en 1766. En 1770, los ingleses fueron desalojados por la fuerza
por la marina española. En 1771, volvieron a ocupar Puerto Egmont con motivo de
la reparación que España ofreció, con la correspondiente reserva de soberanía.
En 1774, tres años después de la entrega, los
ingleses abandonaron voluntariamente Puerto Egmont y desde entonces, 1774,
hasta 1829.
durante más de medio siglo, no hicieron
ninguna reserva ni protestaron por la ocupación española y luego argentina. La
verdad es que, durante todo este lapso, Gran Bretaña no tuvo interés en las
Islas Malvinas y sólo volvió sus ojos hacia ellas cuando interesaron a su
expansión imperial. El archipiélago asumía gran importancia para la navegación
colonial.
En la realidad de los hechos hay, pues, dos
situaciones independientes entre sí: a) el episodio del siglo XVIII que terminó
para el Reino Unido con su retiro de la isla y b) una situación totalmente
nueva, en 1829, determinada por consideraciones estratégicas del acceso a sus
dominios del Pacifico amenazados en ese momento y sus intereses de pesca y de
la caza de focas.
Pero no sólo se movieron los intereses y las
ambiciones británicas sino que también los Estados Unidos demostraron interés
en proteger la caza de focas de sus nacionales, en las costas de las Islas
Malvinas.
Cuando Vernet intentó hacer cumplir la
legislación argentina relativa a la pesca y detuvo a tres barcos
norteamericanos, comenzó la acción de otro país poderoso.
El 31 de mayo de 1831 se presentó en Puerto
Soledad la corbeta norteamericana Lexington, enarbolando pabellón francés con
señal al tope de proa para pedir prácticos y se dirigió al muelle. Así
consiguieron desembarcar los marinos norteamericanos, que destruyeron el
establecimiento y ejecutaron otras depredaciones. La razón de esta acción, fue
el rechazo del Gobierno argentino de una reclamación del Cónsul norteamericano,
que pretendía la devolución inmediata de uno de los barcos pesqueros todavía
detenido, y que el Comandante político militar de las Malvinas cesase toda
intervención vinculada con actividades de ciudadanos de Estados Unidos en esta
zona. La acción de la Lexington provocó un incidente diplomático entre
Argentina y Estados Unidos, que terminó con una virtual ruptura de relaciones
entre ambos países.
Durante su estadía en Buenos Aires, el
representante de Estados Unidos entabló estrecha relación con el Encargado de
Negocios inglés y sus conversaciones, que han quedado documentadas en la
correspondencia que han publicado los respectivos países. demuestra cómo se
unieron los intereses de estas dos poderosas naciones, en un momento dado para
desalojar al joven y débil país de las Islas Malvinas.
En 1832 volvió nuevamente, por tercera vez,
la Argentina a poblar Puerto Soledad, nombrándose un nuevo Gobernador civil y
militar.
Pero la decisión inglesa ya estaba tomada: el
Almirantazgo británico instruyó al Capitán Onslow para que se dirigiera a las
Malvinas.
El 3 de enero de 1833, la Corbeta Clío se
presentó frente a Puerto Soledad. Allí se hallaba anclado el pequeño buque
argentino Sarandi. El Capitán inglés exigió el retiro del destacamento
argentino. La comparación de fuerzas no admitía posibilidades de lucha y a ésto
se sumaba el elemento sorpresa.
El jefe argentino respondió a la intimación
que se retiraría “haciendo responsable a la Gran Bretaña del insulto y de la
violación de los respetos debidos a la República y a sus derechos que a la
fuerza eran atropellados, tan sin consecuencia ni miramiento” destacando “que
iba por todo a retirarse pero que el pabellón de tierra no lo arriaba”.
Los ingleses arriaron el pabellón argentino y
ocuparon por la fuerza Puerto Soledad y así quedó consumado mediante el despojo
un capitulo más de la historia colonial. Casi todos los habitantes argentinos
fueron expulsados de las islas.
El 3 de enero de 1833, casi 60 años después
del retiro voluntario de 1774, los británicos cometieron este acto de fuerza en
Puerto Soledad, en la isla Malvina del Oeste, donde jamás habían estado en
tiempo alguno.
Al año siguiente ocuparon todo el
archipiélago.
Lo que hemos descripto, señala un acto simple
y fácil de entender. En 1833, Gran Bretaña, desprovista de todo derecho, sólo
podía utilizar la fuerza para ocupar las Islas. La situación desde ese año no
ha variado; la fuerza sigue siendo la base de la presencia británica en el
archipiélago.
Como dijimos al comienzo de esta exposición,
este acto de fuerza, arbitrario y unilateral, que nunca fue ni será consentido
por la República Argentina, no puede generar o crear derecho alguno en favor de
Gran Bretaña, No se hizo esperar la reacción de los argentinos. La población de
Buenos Aires demostró su indignación ante el hecho y en las Islas el resto de
los pobladores, que resistían al invasor, fueron enviados a Londres, para ser
juzgados bajo distintos pretextos y jamás retornaron. El 15 de enero el
Gobierno reclama ante el Encargado de Negocios inglés en Buenos Aires, quien
contestó manifestando no tener instrucciones. Se vuelve a insistir el 22 de
enero; continuando el Ministro inglés en actitud pasiva. El Ministro Manuel V.
Massa dio cuenta mientras tanto de los hechos, en una circular, a las
Cancillerías americanas.
Cabe señalar la reacción de Brasil, que
instruyó a su Ministro en Gran Bretaña para que brindara a su colega argentino
en Londres, “su más franca y oficiosa colaboración para el buen éxito de la
diligencia”. Bolivia respondió asimismo que figuraría entre las primeras
naciones “para obtener la reparación de tamaña ofensa”.
El 24 de abril de 1833 el representante
argentino en, Londres, don Manuel Moreno, instruido por el Gobierno de Buenos
Aires, presentó una nota de protesta ante el Gobierno de Su Majestad Británica,
que reiteró el 17 de junio, en una extensa y documentada memoria de protesta.
El Vizconde de Palmerston contesta el 8 de
enero de 1834 sosteniendo que los derechos de Gran Bretaña “estaban fundados
sobre el descubrimiento original y la subsiguiente ocupación de aquellas
islas”, argumentos que Moreno rechazó el 29 de diciembre de 1834.
Desde entonces, en todas las ocasiones que se
le han presentado, la República Argentina ha reiterado su protesta frente al
acto de fuerza y a la ocupación ilegal.
Señores delegados, la República Argentina, un
país recién independizado carente de los medios materiales de las grandes
potencias de la época reaccionó con decisión ante el atropello. Las
reclamaciones se sucedieron desde pocos días después del despojo de Puerto
Soledad.
Teniendo en cuenta las distancias y los
tiempos difíciles en que vivía la Nación no podía pedirse mayor celeridad. El
atropello despertó en todo el país una ola de indignación y ese sentimiento de
protesta embarga aún hoy a los argentinos.
Señor Presidente, no hemos cesado durante 131
años de reivindicar frente a los oídos sordos de Gran Bretaña la devolución de
estas Islas que nos pertenecen. Hoy se abre una nueva esperanza a la República
Argentina de encontrar la comprensión y el apoyo de las Naciones Unidas uno de
cuyos objetivos más nobles es terminar con la era colonial, en todas partes del
mundo.
La política colonialista de la época tiene
uno de sus ejemplos más típicos en el caso de las Islas Malvinas.
Se abusó en aquella oportunidad de un país
que se encontraba en vías de organización luchando como hoy lo hacen los nuevos
países africanos y asiáticos para su progreso político y económico.
Nos defendimos basados en nuestra dignidad y
en el derecho, pero sin fuerza para oponernos. Nuestros amigos, las nuevas
naciones de América Latina, también en formación, sólo nos podían dar su apoyo
moral.
Porque compartían nuestra debilidad material.
No existía tampoco un foro internacional donde presentar nuestros reclamos y el
Concierto Europeo dividía el mundo y sus esferas de influencia de acuerdo a sus
propios intereses. No era la era de la justicia, sino la era en que las grandes
potencias usaban la fuerza y Gran Bretaña actuó en las Malvinas de acuerdo a
las modalidades de la época.
Gran Bretaña sostuvo en 1834, de acuerdo a la
nota de Lord Palmerston, que "el descubrimiento y la subsiguiente
ocupación" eran la fuente de sus derechos, agregando que estos derechos
adquirieron una sanción adicional por el hecho de que España devolvió a Gran
Bretaña en el año 1771 el fuerte de Puerto Egmont.
Hemos visto, en cuanto al descubrimiento, que
si alguien avistó por primera vez las Islas Malvinas, fueron navegantes
españoles. Aparte de la realidad histórica, el problema jurídico debe ser
examinado a la luz del momento en que tuvo origen el problema y debemos tener
presente que desde fines del siglo XVI, impera la regla en derecho
internacional que, para la adquisición de territorios res nulius era necesaria
la ocupación, que prevalece sobre el descubrimiento que sólo confiere título
preliminar y precario. Este titulo, llamado titulo incoado (inchoate title)
debía ser afirmado por medio de la ocupación efectiva; no bastaba, en el siglo
XVIII, ni el descubrimiento, ni la ocupación ficticia o simbólica.
En cuanto a la ocupación, ella en ningún modo
puede, en primer término, ser llamada “subsiguiente” al descubrimiento, por
cuanto al primer navegante inglés que le atribuyen haber visto las Islas los
propios ingleses, es Davis en 1592, y 174 años después, recién en 1766, los
ingleses establecen Puerto Egmont. La presencia de los ingleses, contestada por
España, sólo existió en un lugar llamado Puerto Egmont entre 1766 y 1774, con
la protesta de España y las contingencias resultantes y abandonada
voluntariamente. La primera ocupación efectiva fue de Francia en 1764 que
reconoció los derechos de España, entregándole a ésta su establecimiento, por
lo cual la ocupación efectiva española es anterior a la presencia británica.
Continuó durante los ocho años que los ingleses estuvieron en Puerto Egmont y
posteriormente. Se ha dicho, con suma razón, que la ocupación inglesa sólo
reúne caracteres negativos: fue ilícita, por ser violatoria de los tratados
vigentes; fue clandestina, esto es, tenida oculta hasta el momento en que los
españoles llegaron a comprobarla; fue tardía, porque sobrevino después de la
ocupación efectuada por los franceses a quienes la entregaron a España; fue
contestada, porque España le opuso resistencia y finalmente una reserva
explícita fue parcial, porque se redujo a Puerto Egmont y mientras tanto España
poseía Puerto Soledad y todo el archipiélago; fue brevísima, pues sólo llevó
ocho años; y fue precaria, puesto que desde 1774 quedó abandonada.
Mientras que la ocupación de España fue
anterior a la inglesa, coexistió a la par de ésta sin ser turbada y continuó
existiendo después del abandono por parte de Inglaterra. Los argumentos
ingleses de 1833, solamente encubren un hecho claro, el uso de las armas contra
un país nuevo que estaba en posesión de las Islas, en virtud de derechos que
como sucesor de España le eran indiscutibles.
Señores Delegados, no hemos conseguido en 133
años sacar a Gran Bretaña de su posición, afirmada en la fuerza. Pero los tiempos
han cambiado, y hoy en cita asistimos al final de la era colonial; por ello, la
presencia británica en las Islas es un anacronismo que debe ser eliminado.
Terminaron los tiempos en los que los jóvenes
Estados carecían de voz y decisión en los asuntos internacionales. Mi país se
opuso, en toda su historia, a esta forma de conducir las relaciones
internacionales, y demostró permanentemente sentido de responsabilidad y
voluntad de arreglar pacíficamente sus controversias internacionales. Las
fronteras argentinas fueron, en su casi totalidad, establecidas por el método
del arbitraje, sin recurrir nunca a la violencia, para solucionar problemas
territoriales.
Más aún, los estados americanos, en 1933,
durante la Vila. Conferencia Internacional Americana de Montevideo, consagraron
una doctrina fundamental del derecho americano al establecer: “Los Estados
contratantes consagran en definitiva como norma de su conducta, la obligación
precisa de no reconocer las adquisiciones territoriales o de ventajas
especiales que se realicen por la fuerza, ya sea que ésta consista en el uso de
las armas, en representaciones diplomáticas conminatorias o en cualquier otro
medio de coacción efectiva. El territorio de los Estados es inviolable y no
puede ser objeto de ocupaciones militares ni de otras medidas de fuerza
impuestas por otro Estado, ni directa ni indirectamente, ni por motivo alguno,
ni aún de manera temporal”.
Abonados en esta conducta, suscribimos en
1945 la Carta de las Naciones Unidas, no sólo como un mecanismo para mantener
la paz y la seguridad internacionales, sino también como un sistema para
encontrar solución justa a los problemas internacionales, especialmente los que
derivan de la existencia del sistema colonial, y en la misma Conferencia de San
Francisco la delegación argentina formuló expresa reserva de los derechos de
nuestro país sobre las Islas Malvinas.
Desde el comienzo de esta Organización, la
Argentina tuvo conciencia de la importancia del artículo 73, inciso e) de la
Carta. Tan pronto como Gran Bretaña comenzó a enviar información sobre las
Islas Malvinas, la República Argentina hizo conocer a las Naciones Unidas, como
tantas veces lo había hecho en el pasado, su reserva de soberanía sobre el
territorio.
Y así, a través de las Asambleas Generales,
la Argentina recordó anualmente sus derechos a las Islas dejando constancia que
la información que proporcionaba el Remo Unido con relación a las Islas
Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, en nada afectan la soberanía argentina
sobre dichos territorios, de que la ocupación que detenta Gran Bretaña es en
virtud de un acto de fuerza, jamás aceptado por el Gobierno argentino y de que
reafirma los imprescriptibles e inalienables derechos de la República. Mientras
tanto, en la Organización de Estados Americanos, mi país sostuvo que en América
debían terminar las situaciones coloniales.
La X Conferencia interamericana, reunida en
Caracas en 1954, aprobó la Resolución 96 sobre Colonias y Territorios ocupados
en América, que declara “que es voluntad de los pueblos de América que sea
eliminado definitivamente el coloniaje mantenido contra el sentir de los
pueblos e igualmente la ocupación de territorios”. Proclamó además “la
solidaridad de las Repúblicas Americanas con las justas reclamaciones de los
pueblos de América en relación con los territorios ocupados por países
extracontinentales” y repudió por último, “el uso de la fuerza para mantener
los sistemas coloniales y la ocupación de territorios en América”.
A partir de 1955, las Naciones Unidas tomaron
renovado vigor con el ingreso de nuevos Miembros, particularmente de aquellos
Estados que surgían del proceso de descolonización, impuesto a las potencias
europeas por el nuevo panorama político del mundo. Surgió así un enfoque
distinto a nuestra más que centenaria reivindicación sobre las Islas.
En efecto, cuando en 1960 fue, aprobada, con
nuestro voto, la hoy histórica resolución 1514 (XV) “Declaración sobre la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”, se aceleró la
descolonización en todo el mundo.
Nuestro país apoyó y apoyará con actitud
clara; serena y constructiva este proceso de descolonización que tiene lugar,
en este momento histórico, con el apoyo de las Naciones Unidas. Producto
nosotros mismos de un proceso similar de independencia, que llevamos a cabo por
nuestros propios medios somos consecuentes con nuestra tradición histórica y
decididos partidarios de la eliminación del sistema colonial. Así apoyamos
calurosamente las resoluciones complementarias de la 1514 (XV), es decir las
Resoluciones 1654 (XVI), 1810 (XVII) y 1956 (XVIII).
Hoy este Subcomité III del Comité de los 24
se va a ocupar de la situación de las Islas Malvinas.
Las Islas Malvinas se encuentran en situación
particular diferente del caso colonial clásico. De hecho y de derecho
pertenecían a la República Argentina en 1833 y estaban gobernadas por
autoridades argentinas y ocupadas por pobladores argentinos. Estas autoridades
y pobladores fueron desalojados por la violencia, no permitiéndose su
permanencia en el territorio.
Por el contrario, fueron suplantados, durante
estos 131 años de usurpación, por una administración colonial y una población
de origen británico.
La población asciende hoy en día a 2.172
habitantes, que se renueva en significativa proporción periódicamente, con un
éxodo constante; así en 1962 se marcharon 411 personas y llegaron 268; en 1961,
326 y 244 y en 1960 292 y 224, respectivamente. Esto demuestra que se trata de
una población predominantemente temporaria, que no puede ser utilizada por la
potencia colonial para pretender aplicar el principio de libre determinación.
Entiende nuestro Gobierno y así lo hemos
venido afirmando en las últimas Asambleas Generales que este principio de libre
determinación de los pueblos, reconocido en el inciso 2°, Artículo 1 de la
Carta, debe ser considerado en estos casos excepcionales a la luz de las
circunstancias que lo condicionan en su ejercicio.
En tal sentido, consideramos que el principio
de libre determinación sería mal aplicado en situaciones en que parte del territorio
de un Estado independiente ha sido separado contra la voluntad de sus
habitantes-en virtud de un acto de fuerza por un tercer Estado, como en el caso
de las Malvinas, sin que exista ningún acuerdo internacional posterior que
convalide esta situación de hecho y cuando, por el contrario, el Estado
agraviado ha protestado permanentemente por esta situación. Estas
consideraciones se ven agravadas muy en especial cuando la población originaria
ha sido desalojada por este acto de fuerza y grupos fluctuantes de nacionales
de la potencia ocupante la han reemplazado.
Por otra parte, la aplicación indiscriminada
del principio de libre determinación a territorios tan escasamente poblados por
nacionales de la potencia colonial pondría el destino de dicho territorio en
manos de la potencia que se ha instalado allí por la fuerza, en violación de
las más elementales normas del derecho y de la moral internacional.
El principio fundamental de la libre
determinación no debe ser utilizado para transformar una posesión ilegitima, en
una soberanía plena, bajo el manto de protección que le darían las Naciones
Unidas.
Esta recta interpretación del principio de
libre determinación se basa precisamente en la Resolución 1514 (XV), cuya
finalidad principal, no debemos olvidar, es terminar con el colonialismo en
todas sus formas.
Dicha resolución, después de afirmar el
principio de libre determinación, reconoce en su Preámbulo que los pueblos del
mundo desean ardientemente “el fin del colonialismo en todas sus
manifestaciones”. Y agrega en el mismo que “todos los pueblos tienen un derecho
inalienable a la libertad absoluta, al ejercicio de su soberanía y a la
integridad de su territorio nacional”.
La Declaración, en su artículo 2°, reafirma
el principio de que todos los pueblos tienen derecho de libre determinación y
que en virtud de este derecho determinan libremente su condición política y
persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural”.
Pero este articulo segundo es condicionado
por el articulo sexto, en forma clara. Dice: “Todo intento encaminado a
quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial
de un país es incompatible con los propósitos y principios de las Naciones
Unidas”.
y, agrega en el articulo séptimo, reafirmando
lo anterior, que “todos los Estados soberanos deberán observar fiel y
estrictamente las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas, de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y la presente Declaración sobre
la base de la igualdad, de la no intervención en los asuntos internos de los
demás Estados y del respeto de los derechos soberanos de todos los pueblos y de
su integridad territorial”.
El propósito de la Resolución, tal como surge
claramente de sus palabras, se ajusta en un todo a la recta interpretación del
principio de la libre determinación al caso de las Islas Malvinas. Se debe
terminar con el colonialismo en todas sus manifestaciones, se debe respetar la
unidad nacional y la integridad territorial, en la aplicación de esta
Declaración.
Que no sirva ella para justificar los
atropellos del pasado, contra países recién independizados.
La Resolución 1654 (XVI), por la que se creó
este Comité Especial, subraya esta idea cuando manifiesta en su Preámbulo “la
profunda preocupación de la Asamblea porque contrariamente, a lo dispuesto en
el párrafo 6 de la Declaración, se siguen realizando actos encaminados a
quebrar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial en
algunos países donde se está verificando la liquidación del régimen colonial”.
En América, la organización regional adoptó
una resolución en la Xa, Conferencia de Cancilleres, estableciendo “la
necesidad de que los países extracontinentales que tienen colonias en el
territorio de América no tarden en ultimar las medidas comprendidas en los
términos de la Carta de las Naciones Unidas para permitir que los pueblos
respectivos puedan ejercer plenamente su derecho de autodeterminación, a fin de
que se elimine definitivamente el coloniaje en América”. Pero, teniendo
específicamente presente la situación de los estados cuya unidad e integridad
territorial es afectada por ocupaciones extranjeras, declaró en esa misma
resolución que ella “no se refiere a territorios que son materia de litigio o
reclamación entre países extracontinentales y algunas repúblicas americanas”.
Esta resolución fue transmitida a las Naciones Unidas.
El futuro de estas Islas, separadas de la
República Argentina, está fuera de toda lógica y realidad. Geográficamente, se
encuentran cerca de nuestras costas patagónicas, gozan de su mismo clima y
tienen una economía similar a nuestro sur. Se encuentran enclavadas en plena
plataforma continental, que por el Derecho Internacional, después de las
Convenciones de Ginebra de 1958, pertenece al Estado costero de pleno derecho.
Su desarrollo económico, sobre bases
estables, está unido a la República Argentina, con quien actualmente no tiene
ni comunicación, ni comercio marítimo directo, por la situación existente.
Más aún, si analizamos con detención el mismo
documento que nos presenta la Secretaría de las Naciones Unidas, sobre base de
datos exclusivamente ingleses, se observará como se manifiesta en dichas Islas
el sistema colonial en el aspecto económico. La propiedad de la tierra está
prácticamente en manos de la Falkland Islands Company Limited, en cuyo
directorio, en Londres, figuran miembros del Parlamento británico.
Esta Compañía, que no dudamos en llamar
monopolista. posee 1.230.000 acres de las mejores tierras, en dominio absoluto,
en las que pastan trescientas mil ovejas. El propietario que le sigue es la
Corona Británica con 56.500 acres. La compañía con sus subsidiarias, controla
todo el comercio de exportación e importación. El monopolio de la lana,
principal riqueza, se encuentra en sus manos.
La dominación británica en la s Islas
Malvinas no sólo es contraria a la Carta de las Naciones Unidas, sino, que
también crea una situación estéril en un territorio que podría gozar de un
mayor auge económico unida a quien corresponde por la naturaleza y derecho.
Prueba de ello es que las estadísticas de 1912 demuestran que en las Islas
Malvinas había 2295 habitantes y que la población desde entonces se ha
mantenido estancada.
Según el censo levantado el 18 de marzo de
1962, viven en las islas 2.172 personas. Es la única familia humana de América
que, en vez de crecer, disminuye.
Señores, ni el Reino Unido tiene títulos para
continuar en las Islas, ni el sentir de nuestro tiempo es base para ello..
Al terminar esta exposición, permítaseme
resumir el pensamiento del Gobierno Argentino, que refleja el sentir unánime de
su pueblo:
1°: La República Argentina reclama con
firmeza el restablecimiento de su integridad territorial, mediante la
devolución de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, que
fueron tomadas por Gran Bretaña en un acto de fuerza. Única solución que impone
la justicia. La República Argentina, respetuosa de los derechos fundamentales
del hombre y de las obligaciones emanadas de la Carta de las Naciones Unidas,
tendrá especialmente en cuenta el bienestar y los intereses materiales de los
actuales pobladores de las Islas Malvinas. En la misma forma como, al amparo de
las garantías que otorga nuestra Constitución, los hombres de todas las razas y
credos del mundo se han integrado a la vida de la Nación.
2°: La República Argentina no aceptará, sin
embargo, que se desnaturalice el principio de libre determinación, aplicándolo,
para consolidar situaciones producto de un anacronismo colonial, en detrimento
de sus legítimos derechos de soberanía sobre las Islas.
El agravio de 1833 nos da derecho a exigir al
Reino Unido que contemple este diferendo con realismo y con la perspectiva de
futuro necesaria; de esta manera, Gran Bretaña habrá aplicado una vez más su
indiscutible genio político.
Churchill y Roosevelt declararon, el 14 de
agosto de 1941, en la costa del Atlántico: “... y deseamos que se restituyan
los derechos soberanos y la independencia a los pueblos que han sido despojados
de dichos derechos por la fuerza”.
Señores delegados: puedo asegurar que América
Latina entera está firmemente unida en su decisión de eliminar los últimos
vestigios del colonialismo que aún se mantienen enclavados en este Hemisferio.
Muchas gracias, señor Presidente
JOSE MARIA RUDA
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