lunes, 6 de julio de 2015

REINO UNIDO. La crisis de la productividad británica

Ieco Diario "Clarín". Buenos Aires, 24 de mayo de 2015

La crisis de la productividad británica

MIRADA GLOBAL“El monopolio británico en la primera revolución industrial se convirtió en ausencia en la segunda, sobre todo en la crucial etapa inicial (1893-1913); en ella, EE.UU. y Alemania superaron irreversiblemente a Gran Bretaña y la relegaron en la competencia mundial”, señala el columnista. “En esta etapa de retirada, el Reino Unido se centró en sectores de productividad declinante (carbón, construcciones navales) y se refugió en el comercio y la banca”. La economía británica es la que más crece en el mundo avanzado, pero es la de menor nivel de incremento de la productividad.
  • Jorge Castro ANALISTA INTERNACIONAL

La economía británica es la que más crece del mundo avanzado (+2,7% en 2014), pero su nivel de incremento de la productividad es el menor del G-7. Seis años después de la crisis financiera internacional 2008-2009, el PBI de Gran Bretaña logró superar al de 2007, pero su productividad (alza del PBI por hora de trabajo) es 16% menor que la de entonces, y ha sido dejada atrás por la de EE.UU., Alemania, Francia, España e Italia.
El año pasado, el PBI per cápita fue 72% de los niveles de EE.UU., en tanto que el de Alemania trepó a 84%, y 74% el de Francia. Sólo Japón –sumergido desde hace 20 años en una depresión profunda– muestra menor eficacia en la utilización de los recursos y una mayor distancia respecto al ingreso per cápita norteamericano (70%).
El Banco de Inglaterra desató en 2008-2009 un extraordinario proceso de hiperliquidez; y en tres meses recortó la tasa básica 4 puntos (4,5%/0,5% anual), la menor desde 1694.
Este shock de liquidez fue el doble –con relación a población y producto– que el que lanzó la Reserva Federal en 2009. Por eso, mientras el producto se hundió casi 15%, la desocupación fue la segunda menor del capitalismo avanzado (7,4%); y la creación de empleo, la más elevada (73,9%). Entre 2010 y 2014 más de 600.000 empleados públicos fueron cesados por el gobierno de David Cameron.
Al mismo tiempo, este torrente de liquidez frenó el proceso de “destrucción creadora”, y permitió sobrevivir incluso a empresas de productividad negativa o declinante.
Este retroceso virtualmente no ha afectado a la industria manufacturera (10% del PBI). Encabezada por el sector automotriz y las nuevas compañías de alta tecnología (start-ups) que han proliferado en Londres (una segunda Silicon Valley), la manufactura ha mostrado en los últimos 5 años los mejores índices de eficacia productiva desde la primera revolución industrial (1780-1840), que literalmente fue un monopolio del Reino Unido.
Las start-ups han presentado mejoras de ganancias de 23% anual entre 2010 y 2014, y su valor accionario se ha apreciado 300% en ese período. La industria manufacturera ha contribuido en 20% al alza del PBI y un porcentaje mayor en las exportaciones.
La productividad automotriz ha sido excepcionalmente elevada: produjo 11,5 vehículos empleado/ hora entre 2010 y 2014, y fabricó 9 en los 5 años previos (en 1980 la proporción fue 3 vehículos empleado/hora). Las terminales radicadas en el Reino Unido son transnacionales (Toyota, Nissan, Honda, Tata) y la última compañía británica (MG Rover) colapsó hace 5 años.
Los factores históricos son de mayor relevancia que los cíclicos en la crisis de productividad británica. El gran salto de productividad que desató Margaret Thatcher en la década del ’80 –el último en términos históricos– tuvo como contrapartida un extraordinario incremento de la disparidad entre Londres (Big Bang de la City) y el resto de Gran Bretaña (2 a 1 a favor de la capital), que se acentuó en los 30 años posteriores.
El monopolio británico en la primera revolución industrial, se convirtió en ausencia en la segunda, sobre todo en la crucial etapa inicial (1893-1913); en ella, EE.UU. y Alemania superaron irreversiblemente a Gran Bretaña (la productividad estadounidense fue tres veces superior a la británica y dos veces la alemana) y la relegaron en la competencia mundial por la hegemonía capitalista.
En esta etapa de retirada, el Reino Unido se concentró en industrias de productividad declinante (carbón, construcciones navales) y se refugió en el comercio, la banca y los seguros.
David Cameron tiene en sus manos ahora la posibilidad de desatar un nuevo shock de productividad, treinta años después.

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