Diario "Clarín". Buenos Aires, 1 de julio de 2015.
Tribunas calientes, con las Malvinas de por medio
Copa América.
El clásico de
hinchas que habrá en la final en las tribunas del estadio Nacional de
Santiago aquí tuvo anoche un anticipo. Hubo casi 10 mil argentinos, pero
en un estadio repleto con capacidad para 30 mil fueron minoría en
comparación con los chilenos, que cantaron contra la Selección, que
silbaron a Messi y al himno.
Cantaron los chilenos: “...el que no
salta es argentino y maricón”. Y gritaron con fuerza: “... argentinos
maricones les quitaron las Malvinas por huevones”. Los argentinos
devolvieron: “El que no salta es un inglés”. Muchos chilenos les
compraron entradas a los brasileños eliminados. Los argentinos llegaron
desde todas partes. Dos mil cruzaron la frontera ayer. El resto ya
estaba por aquí.Sobró celeste y blanco. Desde el clásico Tula con su bombo hasta Tinelli y sus amigos. Y muchas historias singulares. Es más, hasta hubo un Papamóvil ideado en Adrogué por Alberto Gómez (61 años), avalado por sus hijos Néstor y Esteban, acompañado por Juan Castillo y Darío Rodríguez. Los cinco trabajan en la pollería Sapucai, de la cual Alberto es uno de los dueños. “Suban, suban”, invitaron a Clarín. Y ahí arriba, dos camas matrimoniales, baño con ducha, heladera con freezer, una mesa con vino tinto, agua y gaseosas.
Lo tienen estacionado en un playón de un hotel céntrico. Ahí reservaron dos habitaciones. Ese motorhome singular es un Mercedes 11/14 modelo 1968 al que le cambiaron el motor por un 15/17 y le sumaron un turbo porque le faltaba potencia. Está ploteado con con un rostro del Papa Francisco en la parte trasera y con las imágenes de Messi, Agüero e Higuaín. El Papamóvil estuvo en el Mundial de Brasil, en todos los partidos aquí. También estará el sábado en Santiago, en una final que será todavía más caliente.
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Diario “Clarín”. Buenos Aires, 1
de julio de 2015.
Una final, una tragedia
Trece décadas
(1891-2015).1955
La Copa América
también tuvo su propia tragedia. Una historia escondida, olvidada. Hubo siete
muertes y el fútbol, el show, continuó como si nada. Sucedió mucho antes que la
tragedia de Heysel (Bélgica, 1985), cuando 39 hinchas de Juventus murieron en
la previa de la final de la Copa de Campeones por los incidentes provocados por
los fanáticos del Liverpool. El espectáculo fue más importante que el luto.
También fue antes de que el Estadio Nacional se transformara en símbolo del
terror y de la muerte provocado por el golpe de estado perpetrado por el
dictador Augusto Pinochet contra el gobierno democrático de Salvador Allende,
en 1973. Pero fue allí, en ese imponente estadio Nacional, hace 60 años, cuando
el fútbol chileno tuvo su peor tragedia futbolística. También, en la Copa
América.
El 30 de marzo de 1955 se disputó la última fecha del Sudamericano. En la doble jornada, primero se enfrentaban Uruguay-Perú y luego, Chile-Argentina. La expectativa era enorme. Chile compartía el primer puesto con Argentina. En ese tiempo el fixture no estipulaba una final. Pero era una final. Lo recordó en días recientes Eduardo Sepúlveda en La Tercera: “Era un día laboral y se debía organizar el transporte colectivo y la distribución de los boletas” explica. Y precisa: “Comenzó con 32 mil personas en las gradas hasta llegar a 55 mil y 45 mil en las reuniones previas al juego contra la Albiceleste”. Según el cable de la agencia UP, hubo 70 mil personas esa noche en el estadio. Pero antes del juego, que ganó Argentina 1-0 con gol de Micheli, cedió una reja pujada por 20 mil personas y se desmoronó una tribuna provisoria. El saldo fue de siete muertos, ocho heridos graves y 500 contusos. Los medios cubrieron la tragedia, pero la ubicaron en un segundo plano. Lo importante era el partido y la definición del torneo. Aunque duela a la distancia.
El 30 de marzo de 1955 se disputó la última fecha del Sudamericano. En la doble jornada, primero se enfrentaban Uruguay-Perú y luego, Chile-Argentina. La expectativa era enorme. Chile compartía el primer puesto con Argentina. En ese tiempo el fixture no estipulaba una final. Pero era una final. Lo recordó en días recientes Eduardo Sepúlveda en La Tercera: “Era un día laboral y se debía organizar el transporte colectivo y la distribución de los boletas” explica. Y precisa: “Comenzó con 32 mil personas en las gradas hasta llegar a 55 mil y 45 mil en las reuniones previas al juego contra la Albiceleste”. Según el cable de la agencia UP, hubo 70 mil personas esa noche en el estadio. Pero antes del juego, que ganó Argentina 1-0 con gol de Micheli, cedió una reja pujada por 20 mil personas y se desmoronó una tribuna provisoria. El saldo fue de siete muertos, ocho heridos graves y 500 contusos. Los medios cubrieron la tragedia, pero la ubicaron en un segundo plano. Lo importante era el partido y la definición del torneo. Aunque duela a la distancia.
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