lunes, 3 de agosto de 2015

PREMIO NOBEL 2014. El prestigioso galardón apunta hacia el futuro

Sábado, 11 de octubre de 2014 

El prestigioso galardón apunta hacia el futuro

Guerra en la Franja de Gaza, combates en el este de Ucrania, atrocidades de Estado Islámico en Siria e Irak... ¿A quién entregar el premio Nobel de la paz cuando la lista de guerras no deja de crecer? Pocas veces lo tuvo tan difícil el Comité Nobel, que finalmente tomó una decisión muy celebrada.

Guerra en la Franja de Gaza, combates en el este de Ucrania, atrocidades de Estado Islámico en Siria e Irak... ¿A quién entregar el premio Nobel de la paz cuando la lista de guerras no deja de crecer? Pocas veces lo tuvo tan difícil el Comité Nobel, que finalmente tomó una decisión muy celebrada.
A los 17 años, Malala Yousafzai se ha convertido en un ejemplo para millones de personas de todo el mundo, dando esperanzas no sólo a su generación. La situación mundial ha sido este año tan sombría que en Oslo se llegó a discutir si debía entregarse el premio Nobel de la paz. Ahora, el prestigioso galardón mira al futuro, y no sólo porque se haya entregado a la ganadora más joven de la historia.
Señal. Se ha premiado a la educación como el medio probablemente más efectivo contra el extremismo, y a dos personas de distintas religiones y generaciones, procedentes de países enemistados desde su fundación. Es una señal que "un hindú y una musulmana, un indio y una paquistaní, se unan en una lucha común por la educación y contra el extremismo", apuntó ayer el Comité Nobel. Y es que junto a Malala también fue distinguido el activista indio Kailash Satyarthi, de 60 años, luchador desde hace décadas contra el trabajo infantil.
Malala ya fue candidata al Nobel de la paz en 2013. Entonces muchos consideraron que era demasiado joven para recibir el codiciado premio Nobel y advirtieron de que se vería sometida a una gran presión. Pero muchos otros se sintieron decepcionados cuando se fue de vacío una joven tan valiente, que ni siquiera vaciló en su lucha tras sufrir un intento de asesinato.
Tenacidad e integridad moral. La vida de esta adolescente cambió por completo hace dos años, cuando llegó a un hospital de Birminghan, en Reino Unido, con graves heridas de disparo en la cabeza. "No sabía ni qué se hace con una cucharita cuando uno termina de comer un helado", recordaba la periodista londinense Christina Lamb, que la ayudó con su libro, "Yo soy Malala". Desde entonces, activista paquistaní no sólo persigue sus objetivos con tenacidad, sino que demuestra "la integridad moral necesaria que reconoce el premio Nobel", según la opinión de Kristian Berg Harpviken, director del Instituto de Investigación de la Paz de Oslo (Prio). Así, esta joven inteligente y segura de sí misma pasó en poco tiempo del desconocimiento a ganar el Nobel.
Según los analistas, la familia de Malala es en gran parte responsable de que la joven sea capaz de mantener los pies sobre la tierra, a pesar de su inmensa popularidad y una presencia casi diaria en los medios de prensa. "Todo el mundo quiere un poco de Malala", explica la periodista Lamb. Pero a pesar de toda la atención internacional, Malala, con sus 17 años y su pañuelo en la cabeza, no es más que otra pequeña inmigrante cuando juega con sus hermanos en los parques ingleses o hace los deberes en su casa.
Cuando ayer se anunciaron ayer los ganadores del codiciado premio Nobel de la paz, la joven estaba en clase. El director del colegio donde asiste en Birminghan la sacó del aula para comunicarle la decisión de Oslo de distinguirla. Después, Malala volvió a clase y se supo que no hablaría hasta que no terminase la jornada escolar. El mensaje es claro: la educación es lo más importante, también para una premio Nobel de la paz.

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