lunes, 28 de septiembre de 2015

El rugby, como instrumento de paz

El rugby, como instrumento de paz

Cerca de Londres, 25 ex combatientes de Malvinas argentinos e ingleses compartieron un partido y enviaron un mensaje antibélico al mundo
PARA LA NACION
Martes 22 de septiembre de 2015


LONDRES.- Cuántas veces se usó el apelativo de "batalla" como alegoría de un partido de rugby. Como recurso literario, la figura puede resultar válida. Pero cuando se pretende darle un sentido más literal, se cae en una exageración, en algo sobredimensionado. Un partido de rugby no sólo está en un plano totalmente distinto al de una batalla, sino que también puede ser algo absolutamente antagónico. Es lo que ocurrió ayer en Surrey, en el sudoeste del Gran Londres, cuando ex combatientes de Malvinas argentinos y británicos dejaron al desnudo la inhumanidad de la guerra y se unieron en un partido de rugby.
En el Día Internacional de la Paz y en pleno Mundial, el Esher Football Rugby Club fue escenario privilegiado de este acontecimiento único. Diez ex combatientes argentinos y 15 ingleses utilizaron al rugby como instrumento para enviar un mensaje de paz al resto del mundo. Mezclados en dos equipos, y con la participación de otros integrantes de la fundación Rugby sin Fronteras, mentora del encuentro, se divirtieron durante 40 minutos sin que les importara el barro ni la lluvia.

"Antes nos mojábamos con lágrimas de dolor. Ahora es alegría", resumió Gustavo Zervino, sobreviviente de la tragedia de Los Andes y vicepresidente de Rugby sin Fronteras. "Los hechos son lo único que produce resultados. El año pasado nos reunimos con el Papa y nos comprometimos a llevar un mensaje de paz y amor por todo el mundo. Nos decían que no íbamos a poder, que no nos iban a dejar, nos pusieron muchos palos en la rueda, pero acá estamos. Primero hay que querer; después, creer."

Apartado del fragor del Mundial, un momento de juego y confraternización
Apartado del fragor del Mundial, un momento de juego y confraternización.Foto:LA NACION/A. Greco / Enviado especial
El partido fue mucho más que una excusa para divertirse un rato. Lo que importaba era compartir 40 minutos en el mismo rectángulo de juego al lado del que alguna vez estuvo en el otro lado de la línea de batalla. "El único objetivo es darles la mano a aquellos a los que hace 33 años les mostramos el puño", resumió Alejandro Diego, ex combatiente argentino y uno de los impulsores del encuentro. "El único fin de este encuentro es enviar un mensaje de paz. Acá no hay intencionalidad política, como quisieron interponer muchos para que este encuentro no se realizara. El rugby es sólo el medio. Apuntamos a un cambio de mentalidad con acciones, y ésta es una muy fuerte."

Bautista Segonds, presidente de Rugby sin Fronteras y ex jugador de Pueyrredón, valora el hecho de que los 54 argentinos que viajaron con la fundación se hayan pagado todos los gastos de su bolsillo sin ayuda de nadie. "Para mandarte a la guerra te dan todo, para luchar por la paz no te dan nada", dice.
Bob Ewen perteneció al 40 Commander y estuvo en las islas durante toda la campaña. Además, jugó al rugby en los Marines y en un club de Devon. "Mi participación en la guerra fue parte del servicio en las fuerzas armadas. Es comparable a lo que sucede en un partido de rugby. Cuando suena el pitazo final, no hay resentimientos. De los dos lados perdimos amigos y seres queridos en la guerra."

El partido se demora en empezar. Hay discursos sentidos, hay bromas, hay fotos del equipo rojo, del azul y de todos juntos. Antes del comienzo, los dos equipos forman enfrentados, abrazados unos con otros bajo la lluvia. El árbitro pita y hay un minuto de silencio. Es el momento más emotivo de la tarde.
Rugby sin Fronteras es una fundación sin fines de lucro que trabaja por tranmitir un mensaje de paz a todo el mundo a través del rugby. En el pasado realizaron acciones similares en las Malvinas (cuatro veces), en Sudáfrica, en el puente Libertador San Martín en Gualeguaychú, Chile y Jerusalén, entre otras.
"Fue un placer haber sido parte de este encuentro", continúa Bob. "Cuando me invitaron, no dudé. Fue algo realmente emocionante."

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