martes, 17 de junio de 2014

GUERRA. UN DIÁLOGO DELIRANTE ENTRE REAGAN Y GALTIERI. YOFRE, JUAN B.


Anticipo

Un diálogo delirante

Enterado de los planes argentinos, el entonces presidente Reagan se comunica con Galtieri para disuadirlo
Los movimientos de los buques de la Armada Argentina que se dirigían a las islas Mavinas ya habían sido detectados por el sistema informativo de los Estados Unidos. En las primeras horas del 1º de abril, [...] el presidente Ronald Reagan llamó a Buenos Aires para hablar con Leopoldo Fortunato Galtieri, que en dos ocasiones se negó a atenderlo. Finalmente, consultó a su canciller.
Galtieri: ¿Qué hago?
Costa Méndez: Mire, presidente, si Breznev lo llama a usted, usted no puede negarse; bueno, si Reagan lo llama a usted, usted no puede negarse. [...]
Costa Méndez sabía que tarde o temprano deberían atenderle el teléfono al jefe de la Casa Blanca. Encargó a su "equipo especial" preparar una minuta sobre lo que debía decir Galtieri durante el inevitable diálogo. [...]
A las 21, el secretario de la embajada [Roberto] García Moritán, con apenas 32 años, entró al despacho del presidente de los argentinos. Lo estaban esperando Galtieri, el almirante Benito Moya y el general Iglesias. García Moritán, después de los saludos protocolares, entregó la minuta.
Galtieri la leyó y luego se la pasó a Moya e Iglesias. Como único comentario escuchó de uno de ellos una frase crítica: "Demasiado suave. ustedes los diplomáticos". Pocos minutos más tarde observó cómo entraba un circunspecto coronel de Inteligencia que procedió a conectar un grabador de cinta abierta al teléfono que usaría el presidente de la Argentina. Realizó su tarea y se retiró del despacho. [...]. A la hora acordada, un edecán presidencial ingresó al despacho y dijo: "Señor presidente, está lista la comunicación con la Casa Blanca". [...]Entonces Galtieri y García Moritán se pararon uno al lado de otro, pegaron sus caras con el tubo en el medio para escuchar, ofreciendo una imagen más proclive a una película cómica que a la gravedad del momento. [...]
Después de los acostumbrados saludos de estilo, Reagan dice tener "noticias de que la Argentina adoptaría una medida de fuerza en las islas Malvinas" y que está "muy preocupado por las repercusiones que una acción de este tipo podría tener". Galtieri hizo una larga exposición sobre los derechos argentinos y la posición oficial al respecto. Viendo que el método que estaba utilizando con el diplomático era tan incómodo como ineficaz, ya que él era más alto y no hablaba correctamente el inglés [...], Galtieri se sentó en su sillón presidencial y desde allí escuchaba el relato de García Moritán y respondía lentamente para dar tiempo a una correcta traducción.
En un momento, Reagan dijo que la primera ministra británica era amiga suya y que Gran Bretaña era un aliado "muy particular de los Estados Unidos", y cuando habló de lo que pensaría "la opinión norteamericana" en caso de un enfrentamiento armado, Galtieri se exasperó, levantó la voz y apuntándolo con el dedo le dijo a García Moritán: "Eso no lo dijo. no puede decir eso". Tras el exabrupto se hundió en un profundo silencio. El presidente de los Estados Unidos continuó hablando, y Galtieri permanecía pensativo. Entonces García Moritán, tapando el micrófono del aparato con su mano izquierda, les dijo a los jefes militares presentes: "¿Le contesto sobre la base de la minuta?", y recibió como toda respuesta un seco "sí".
En pocas palabras, el diplomático terminó conversando con Ronald Reagan, como pudo, ante la mudez del presidente. Cuando se cortó la comucicación telefónica, Galtieri volvió a decir que dudaba de la calidad de la traducción. Mandó llamar a los gritos al coronel de Inteligencia que esperaba en la antesala del amplio despacho. "¡Coronel, ponga la grabación!", ordenó. [...]
Una vez que la cinta volvió al principio, el coronel paró el retroceso. Apretó Play, se escuchó un "clic" y luego un largo zumbido. Y nada más. El oficial de Inteligencia no había ligado bien los aparatos y nada había sido registrado. Manteniendo un rictus de pesar, García Moritán vio como Galtieri hacía salir "a salto de rana" a un coronel de la Nación, una imagen entre patética y humillante que, seguramente, no olvidaría jamás. Así comenzaba un enfrentamiento armado contra la tercera potencia militar y tecnológica del planeta. [...].

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