Sesión del
Comité de Descolonización de la ONU: Palabras de la Presidenta de la Nación
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PALABRAS DE
LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ EN LA SESIÓN “CUESTIÓN
MALVINAS”, DEL COMITÉ DE DESCOLONIZACIÓN DE LA ONU, NUEVA YORK, ESTADOS
UNIDOS.
6.8.13
Muchas
gracias señor presidente: en principio quiero agradecerle a este Comité
histórico de Descolonización de Naciones Unidas la deferencia que me hace, me
siento con un gran honor de poder hablar ante este Comité y todos sus
miembros. Este Comité creado cuando surgieron los movimientos de liberación
en el África, cuando la Asamblea de Naciones Unidas entonces emite su ya
emblemática Declaración sobre el Colonialismo y confiere precisamente, a
través de la creación de este Comité, el ámbito institucional, multilateral,
global que encare definitivamente la lucha contra lo que ya todos han
señalado que constituye un verdadero anacronismo, que es el colonialismo.
Desde la
creación de este Comité se han resuelto 80 casos de ex colonias, 11 casos de
fideicomisos y sólo restan resolver 16 cuestiones coloniales, 10 de las
cuales son originadas por el dominio en territorios usurpados, por parte del
Reino Unido, y yo vengo a hablar aquí precisamente de la Cuestión Malvinas.
Por eso
quiero agradecer, y me siento honrada de estar aquí presente hoy. No vengo
sola, vengo como Presidenta de la República Argentina y vengo acompañada
también por la mayoría de los partidos políticos de la República Argentina,
con representación parlamentaria. Están aquí, en varias bancas atrás, duros
opositores a mi gobierno, pero que sin embargo conciben a la cuestión del
colonialismo y a la cuestión de Malvinas como algo que excede, incluso, la
cuestión nacional, o de soberanía de la Argentina para constituirse en una
afrenta al mundo, que todos soñamos, por el que muchos luchamos y por el que
tantos murieron en las guerras de liberación. No queremos más muertes, no
queremos más guerras porque las hemos sufrido internamente, y las hemos
sufrido externamente.
Me acompañan,
también, ex combatientes, me acompañan también madres de combatientes,
sepultados en Malvinas y cuyos restos no han podido ser identificados aún.
En una carta
que dirigí, recientemente, al señor presidente del Comité Internacional de la
Cruz Roja, le solicitábamos la posibilidad de conformar un equipo forense,
que permitiera a estas madres de Malvinas, que quieren saber dónde están los
restos de sus hijos, cuál es la tumba de su hijo para ir a ponerle una flor.
No son las
únicas mujeres que todavía buscan a sus hijos, en la República Argentina.
También hay otras madres que siguen buscando los restos de sus hijos para ser
identificados, casualmente desaparecidos, en la dictadura del 24 de marzo de
1976 y que culminara con el gobierno democrático de 1983. Esa misma dictadura
que decidió unilateralmente –sin consulta a ningún argentino – los hechos del
2 de abril, como fuera inclusive comprobado desde el punto de vista militar
hice desclasificar el Informe Rattembach que era un análisis de los propios
militares argentinos sobre lo que había significado el conflicto desde el
punto de vista militar.
Vengo a pedir
por el derecho humanitario – se ha hablado de derechos humanos – creo que
nuestro país en el mundo, hoy, es líder en materia de derechos humanos. Pocos
casos recuerdan el juzgamiento con las leyes de la Constitución, con los
jueces de la Constitución y con la defensa que confiere todo país civilizado
como se está desarrollando en la República Argentina. Pocos países tienen
tanta libertad inmigratoria; pocos países reciben ciudadanos de todo el
mundo.
Cuando yo
recién escuchaba la descripción maravillosa – que hacía el señor Vernet –
sobre esas Malvinas de su tatarabuela, donde había escoceses, alemanes,
indios, tehuelches, en fin me parece ver a la Argentina. La Argentina es eso
que describía la abuela de Vernet, en 1929.
Yo, señor
presidente, soy nieta de españoles, presidenta de la República Argentina.
Nuestro país integrado fundamentalmente por corrientes migratorias europeas,
a finales del siglo XIX, y en la primera mitad del siglo XX, y luego por
corrientes migratorias de nuestra propia región sudamericana, en la segunda
mitad del siglo y en lo que va, nos constituye en una nación absolutamente
cosmopolita y respetuosa de los derechos de todos los habitantes de nuestro
país. Es más viven más ingleses en el continente que en las Islas, de las
cuales hay un militar cada dos habitantes, como recién señalaba también el
señor Bestt.
Yo quiero
referirme también a la historia, a una historia que se quiere negar. No estoy
acá porque hace treinta años, estoy acá porque dentro de unos meses va a ser
180 años que fuimos usurpados. El capitán Pinedo debió abandonar las Islas
porque una corbeta inglesa, muy superior en poderío militar, como lo era en
ese momento el imperio inglés, el gran imperio naval, del siglo XIX, del cual
no era la primera vez que venían a la Argentina. Ya habían venido antes, los
hicieron en 1806, cuando todavía éramos colonia española, con el General
Belford a la cabeza. Mire usted lo que son las cosas, si hubieran triunfado
en ese momento a lo mejor no estaríamos discutiendo aquí y seríamos como
Canadá, un protectorado. Pero bueno fueron vencidos por el pueblo de Buenos
Aires, por sus mulatos, por sus negros, por sus criollos; las familias más
acomodadas hacían tertulias con el invasor. Pero realmente el pueblo
sublevado los echó en 1806, pero insistieron en 1807, con el General Wailot y
fueron nuevamente derrotados.
En 1833
también sufrieron, luego de usurpar el territorio durante un tiempo, el
asedio de rebeldes que se habían escondido – como el Gaucho Rivero – y que
controlaron la situación durante seis meses, bajaron el pabellón inglés,
izaron el nacional, hasta que finalmente fueron apresados, e inclusive – el
Gaucho Rivero – fueron enviado a Londres, donde las propias autoridades
dijeron que no podían juzgarlo porque no había cometidos delitos en
territorio inglés. Esto es la verdad de la historia, señor presidente. Pero
por si faltaba algo puedo acercarles a ustedes una carta de un argentino, más
conocido y más famoso que esta Presidenta, o que cualquiera de los que
estamos aquí en nombre del país, un hombre al que otros pueblos de la América
le deben también su libertad. Yo agradezco la presentación del señor
vicecanciller de la hermana República de Chile. Estoy hablando del General
José de San Martín, libertador de pueblos, una carta dirigida – y que consta
en nuestros archivos de la Cancillería – en 1816, cuando se estaba tratando
en Tucumán la independencia y cuando él aprestaba su ejército para cruzar Los
Andes. Una carta dirigida al señor teniente gobernador de la Ciudad de San
Juan, pidiéndole más soldados: “que todos los de alta clase que se hallen
presos en esa jurisdicción de sus mandos, sentenciados a los presidios de
Patagones, Malvinas u otros, sean remitidos a esta capital, con copias de sus
respectivas condenas y la mayor seguridad posible comprendiendo también en
ellos a los desertores, contumaces en este delito”.
Mire usted,
hasta presos teníamos en Las Malvinas, no solamente población. Esta carta se
encuentra a disposición de este Comité de Descolonización. Antes de que
fuéramos independientes, antes de que conformáramos la Confederación habían
existido 32 gobernadores españoles en Las Islas.
Y todos
sabemos que luego de la Paz de Utrecht y del Tratado de Torrecillas cómo se
dividió el mundo y qué pasó con aquellas jurisdicciones que estaban bajo el
imperio español cuando nos independizamos, en distintas épocas. Por eso es
tan importante la carta del General San Martín, libertador de Chile y del
Perú, y junto a Bolívar, ambos libertadores, de la América del Sur.
Es esa
historia la que nos trae hoy y aquí, pero si eso no fuera suficiente, esta
historia que también fue intentada una vez más, en 1845, ya no solamente el
Reino Unido, sino además los franceses, la flota anglo-francesa, cuando
intentó y fue rechazada en la Vuelta de Obligado, por las fuerzas comandadas
por el General Lucio V. Mansilla, primo de quien dirigía los destinos de la
Confederación, el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. Mire usted tres
intentos y este cuarto, que subsiste para vergüenza y anacronismo en el siglo
XXI.
Pero por si
no hace falta la historia, podemos hablar de la geografía. Cómo puede
pretenderse a 14.000 kilómetros de distancia que ese territorio integra el
territorio británico o es parte del territorio británico. Yo vivo en Río
Gallegos, señor presidente, a poco más de 700 kilómetros de las Islas
Malvinas. En las costas de la ría de Río Gallegos se pueden ver las aves
migratorias que vienen de Malvinas: cormoranes, gaviotas de ojos negros que
emigran y que llegan, incluso, hasta el Ecuador, no llegan Londres, llegan
únicamente hasta el Ecuador. Por eso Las Malvinas no solamente son
argentinas, sino que conforman parte de la plataforma del continente suramericano.
Por eso es
también la necesidad de geografía, zoología, resoluciones de Naciones Unidas
que son tomadas como un instrumento más, formamos parte de este organismo
multilateral que conforman la gobernanza global, 11 resoluciones de Naciones
Unidas. La primera en 1965 y debo destacarlo un logro de la diplomacia de un
gobierno que no era del signo de mi partido, sino que era de la Unión Cívica
Radical, y el presidente era el Doctor Arturo Umberto Illia. Se logra allí la
primera resolución (2065) y más tardes diez resoluciones más y 29
resoluciones de este Comité de Descolonización. Sin incontables además las
adhesiones de la UNASUR, de MERCOSUR, de la CELAP, de SICA, de los países del
África, de los países árabes. Nada importa, porque en realidad lo que se está
usufructuando es la posición de privilegio que el Reino Unido tiene como
miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Quiero
también hablar de la diplomacia; decía recién una frase el señor
vicecanciller de Chile: “reanudar las negociaciones entre Argentina y el
Reino Unido”, nunca mejor empleado ese término, señor vicecanciller. Porque
hubo negociaciones entre el Reino Unido y mi país, la República Argentina, se
desarrollaron durante la tercera presidencia del Presidente Perón, hubo - con
la más estricta reserva - a través de lo que se denomina un wallpaper – es
así canciller, ¿no? es un papel, no es un paper, sino un papel secreto, en el
cual el embajador inglés, en la Argentina, por indicaciones del Foreing
Office, toma contactos con Viñas para ver si podíamos arribar a un acuerdo
entre ambos países. Y hace una propuesta que también figura en la cancillería
argentina.
Voy a leer
los cinco puntos, sobre los que versaba este acuerdo ofrecido, que era la
forma de condominios. Los condóminos serían su Majestad la Reina y su
Excelencia el Presidente de la República Argentina. Hay diversas formas de
condominios, pero los elementos básicos podrían incluir lo siguientes: “Las
banderas británicas y argentinas serían enarboladas juntas, y los idiomas
oficiales serían inglés y español.
“Segundo.-
Todos los ‘nativos’ de Las Islas poseerían doble nacionalidad.
“Tercero.-
Los pasaportes de la colonia existente serían reemplazados por documentos de
viajes, emitidos por los condóminos.
“Cuatro.- La
Constitución, administración y el sistema legal actuales tendrían que ser
adaptados a las necesidades de un condominio. El Gobernador podría ser
designado alternativamente por la Reina y el Presidente de la Argentina.
“Cinco.- Los
demás cambios constitucionales requerirían el acuerdo de los condóminos”.
La propuesta
británica fue puesta en conocimiento – esto fue junio de 1964 – al Presidente
Perón por el canciller Vignes en la más estricta reserva. Un memoradum,
elaborado posteriormente por la Dirección General de Antártida y Malvinas,
con la firma del ministro Carlos Lucas Blanco se refirió a la propuesta
británica en estos términos: “Esta propuesta, de fecha 11 de junio, del
corriente año, era tendiente a lograr una solución de fondo y fue contestada
el 19 de junio por una contrapropuesta, que avanzaba mucho más en el sentido
de favorecer la posición argentina y una más rápida solución definitiva.
Paso a leer
textualmente cuál fue la contrapropuesta argentina: “Las banderas de ambos
países flamearán conjuntamente en edificios y actos públicos. Las banderas
argentinas, británica y local tendrán curso legal en Las Islas con el tipo de
cambios que se fije de común acuerdo. Los pasaportes o cualesquiera otros
documentos actualmente en uso para los “nativos” de Las Islas serán
reemplazados por otro único que los administradores conjuntos determinarán.
4- Serán
administradores conjuntos el Excelentísimo señor Presidente de la República
Argentina y su Majestad Británica.
5- Serán
idiomas oficiales en las Islas Malvinas el español y el inglés, en los cuales
estarán redactados obligatoriamente todos los documentos oficiales.
6- Se
adaptarán a la administración conjunta las normas legales del territorio
continental argentino, británicas y vigentes en Las Islas.
7- Los “nativos”
de Las Islas gozarán los beneficios de la doble nacionalidad argentina y
británica para todos sus efectos.
El punto 8 y
último dice: Alternativamente cada uno de los administradores conjuntos,
designará por el término de dos años al Gobernador de Las Islas. El primer
legislador, bajo el régimen de administración conjunta, será designado por el
Excelentísimo señor Presidente de la República Argentina; el otro
administrador conjunto designará al secretario de la Gobernación, o si se
produjera una modificación en la organización administrativa del gobierno de
Las Islas al funcionario con tareas ejecutivas, que siga en jerarquía
al gobernador.
El punto 9 y
principal: Será propósito fundamental de la administración conjunta facilitar
la gradual integración de la posición de las Islas a la vida política,
económica, social e institucional de la República Argentina.
El 19 de
junio, Vignes y el entonces embajador Hodson, estaban en estás negociaciones.
Lamentablemente el 1 de julio de 1974 fallece el Presidente Perón y más
tarde, al poco tiempo, fallece también el Embajador Hodson. Pero es bueno
saber lo que se pensaba desde Gran Bretaña sobre esta nueva situación. La
asunción de María Estela Martínez de Perón como presidenta planteaba un clima
de incertidumbre politica, motivo por el cual el secretario de Estado Kalaham
aceleró el envío de un telegrama a Hodson, en el que le decía: “aprovechemos
esta oportunidad porque podría haber un cambio de gobierno o golpe de Estado
en cuestión de semanas”.
El
departamento preparó, incluso, una fórmula para anunciar conjuntamente “una
nueva ronda de conversaciones para explorar las salvaguardas y garantías a
ser ofrecida a los habitantes de las Islas Malvinas, en la hipótesis de un
eventual condominio anglo-argentino”.
Desgraciadamente,
señor presidente, los análisis que hacía la cancillería inglesa – el Foreing
Office – acerca de la situación en que derivaría la muerte del Presidente
Perón o la inminencia de un golpe de Estado, que tardó un poco más, pero que
llegó inexorablemente – porque ya estaba decidido desde mucho antes – abortó
esta negociación que existió entre el Reino Unido y mi país, la República
Argentina, en los términos que plantea precisamente la resolución de Naciones
Unidas. Nosotros queremos por eso – tal cual lo manifestaba el vicecanciller
chileno - la reanudación de esas negociaciones.
¡Qué culpas
tenemos los argentinos de lo que no pasó a partir del 24 de marzo de 1976!
Cuando yo
veía hoy en el 10 de Downing Street ondear la bandera que ellos llaman de la
Islas Falkland, sentí vergüenza ajena, señor Presidente, porque las guerras
no se festejan ni se conmemoran.
¿Sabe por
qué? Porque la guerra costó muchas vidas, 649 muertos del lado argentino, 255
del lado británico, 449 argentinos y 264 británicos se suicidaron después.
¿Qué
pensaría, digo señor Presidente, el pueblo alemán o la señora Merkel si el 8
de mayo, fecha de la rendición incondicional de Alemania, 8 de mayo de 1945,
en el 10 de Downing Street, ondeara la bandera alemana por debajo de la
bandera inglesa? ¿Qué pensaría Japón si el 15 de agosto, el presidente de los
Estados Unidos hiciera ondear en la Casa Blanca la bandera estadounidense y
abajo la bandera japonesa?
Le recuerdo a
lo que no lo recuerden, que el 15 de agosto, luego de Nagasaki e Hiroshima,
recién se rindió el Imperio del Japón después de la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué,
entonces, nos denostan a nosotros que no tuvimos absolutamente nada que ver
con esa dictadura? Es más, fuimos firmes opositores; es más, fuimos víctimas.
Todavía, reitero, estamos buscando a amigos, a compañeros, a chicos que hoy
tienen la edad de mi hijo. Mi hijo podría haber sido también uno de esos
chicos capturados por esa dictadura.
¿Cómo puede
alguien moralmente y honestamente plantearnos a nosotros que somos eso? ¿Cómo
pueden plantearnos a nosotros eso, que desde 1983 solamente integramos
misiones militares de paz en todo el mundo? Estamos en Haití, estamos en
Chipre; no nos van a encontrar ni en Irak ni en Afganistán.
Y si de
referéndum se trata, por qué no van a hacer un referéndum también a
Afganistán o Irak a ver qué se piensa de lo que están haciendo.
Por eso,
señor Presidente, disculpe la vehemencia, yo no voy a adjetivar, yo no voy a
decir cosas sobre ninguno de los que han hablado defendiendo su posición,
porque nuestra cuestión es con el Reino Unido. Porque además, yo creo que
cuando se tienen argumentos, razones históricas, geográficas, políticas, no
es necesario insultar ni agraviar ni mentir; basta solo con contar las cosas
cómo han sucedido, cómo han pasado. Y así han pasado las cosas.
Ni qué hablar
de los recursos, señor Presidente, depredados y sin ningún tipo de control,
recursos ictícolas y petroleros en una zona de paz. Porque además, señor
Presidente, el apoyo de nuestros países hermanos, no es solamente una
cuestión de solidaridad por vecindad, es casi un ejercicio de autodefensa,
porque nuestra región, el Atlántico Sur esta desmilitarizado y porque además,
Argentina, líder en materia de derechos humanos, es también líder en materia
de no proliferación nuclear, pese a ser el país más avanzado de Latinoamérica
en materia de ciencia nuclear.
Tenemos
demasiados antecedentes de ser un país de paz, un país que le abre las
puertas como nadie. Una cosa que decía el señor Bets y que me impresionó, que
se tuvo que ir de las islas porque lo perseguían, porque pensó diferente,
porque cree realmente en algo diferente a lo que creen otros, no importa
quiénes.
¿Cuál es esa
forma de vida que no admite a otros que piensan diferente y que tienen que
irse? ¿Cuál es esa forma de vida que insulta, agravia y no deja ni siquiera
identificar los restos? ¿Cuál es esa forma de vida por la cual esta
Presidenta tuvo que pedir por favor que nos dejaran ir a los familiares de
los sepultados en Malvinas en avión? ¿Qué tan malos somos que estamos
ofreciendo vuelos semanales de nuestra línea de bandera recuperada
directamente desde Buenos Aires a Malvinas? ¿Qué tan malos somos que miles de
ingleses viven en nuestra parte continental? ¿Qué tan malos somos que tenemos
leyes inmigratorias libérrimas como no tiene ningún otro país? Yo me atrevo a
decir que en pocos países del mundo hay tanta libertad como en la República
Argentina y tanto respeto por los derechos del otro, derechos de igualdad,
derechos de libertad, derechos de expresión.
Creemos,
entonces, señor Presidente, que esta no es solamente una cuestión bilateral;
creemos que es una cuestión global, señor Presidente; creemos que esta es una
cuestión global, señor Presidente, porque el mundo tiene muchos problemas y
el mundo tiene muchos problemas porque, precisamente, los organismos
multilaterales, como el caso de las Naciones Unidas, y esto no es culpa de
Naciones Unidas, tiene diferentes estándares sus miembros.
Si no es
miembro permanente del Consejo de Seguridad, puede respetar o no respetar una
resolución de Naciones Unidas. Si uno no es miembro de ese Consejo de
Seguridad, seguramente, si no respeta alguna resolución o viola derechos
humanos, mejor dicho, si viola derechos humanos en países con petróleo,
porque cuando se violan los derechos humanos en países que no tienen petróleo
ni ningún tipo de recursos o que juegan algún ajedrez especial en el sistema
internacional, no pasa nada, señor Presidente.
Yo creo que
el hecho de que el Reino Unido no respete las resoluciones de Naciones
Unidas, va más allá de una cuestión bilateral con la República Argentina.
Obviamente, nos afecta en primer término, pero yo creo que afecta al orden
global, creo que afecta a las posibilidades de tener un mundo más justo, más
seguro, más equitativo, más igualitario, un mundo que está cambiando, señor
Presidente.
Estamos ante
una época diferente; algunos no lo quieren ver y se aferran a ese viejo mundo
y yo creo que esta cuestión de Malvinas, como las pocas que quedan, van a
tener que ser resueltas más temprano que tarde. Porque es necesario recuperar
no solamente la cordura, sino recuperar los instrumentos que nos permitan
vivir en un orden civilizado en el cual cada uno sepa a qué atenerse.
Esto es lo
que venimos a pedir y por eso decimos que Malvinas no es solamente una causa
nacional, es además, una causa regional porque estamos defendiendo los
recursos de las América del Sur y nuestra zona desmilitarizada. Pero es
además, una cuestión global porque estamos defendiendo el rol de un organismo
multilateral como Naciones Unidas del cual somos parte que se integra por la
Carta de San Francisco y que se integra además, por el respeto a las
resoluciones que son votadas por la Asamblea General.
¿Con qué
derecho se le puede exigir a unos países el respeto y a otros la violación
sistemática? ¿Cuánto tiempo va a durar este sistema si también se expresa con
igual inequidad, con igual injusticia en materia económica?
Bueno, tal
vez, lo que no logre la política, finalmente lo termine logrando la economía,
señor Presidente. Porque va a haber grandes cambios; tal vez no se vean en lo
inmediato, pero avecina ya, está en ciernes un mundo diferente.
Seguir
aferrándose a posiciones que surgieron del siglo XIX o con posterioridad a la
Segunda Guerra Mundial, en un mundo donde los que amenazan verdaderamente no
están sentados ni en el Consejo de Seguridad y ni siquiera muchos se
integran. Las Naciones Unidas nos obligan a todos a repensar lo que estamos
haciendo.
La Argentina
está abierta a la negociación como lo demostró esta negociación que existió
en 1974 y que quedó trunca. Y que implica, además, por parte del Reino Unido
al reconocimiento de que hay una cuestión litigiosa en materia de soberanía.
Si no, ¿por qué razón el gobierno del Reino Unido, a través de su Embajador
envía secretamente este papel al canciller Vignes para ser tratado por el
general Perón y luego el general Perón lo contesta?
Bueno, la
historia tiene esas cosas. Muchas veces dicen que los hombres no forman la
historia, pero muchas veces los hombres o lo que les pasa a determinados
hombres y mujeres que son determinantes en un momento histórico, influyen de
una manera a veces beneficiosa y a veces es fatal para el curso de los
acontecimientos.
Pero venimos
aquí sin ningún tipo de rencor, sin ningún tipo de ofensa, con la certeza y
la seguridad de que somos un país abierto y que vamos a seguir cumpliendo
estrictamente las resoluciones de Naciones Unidas demandando la apertura de
esas negociaciones. Negociaciones que, por otra parte, en el mundo que se
avecina, donde las tres claves van a ser energía, alimentos y ciencia y
tecnología, el Reino Unido debería actuar con mayor grado de inteligencia y
no utilizar esta cuestión como una cuestión para ser internalizada en su
política interior. Debería actuar con mayor inteligencia porque una
negociación entre ambos países que destrabara muchas cosas, permitiría
asociaciones que tal vez fueran beneficiosas para el conjunto de la América
del Sur y para todos los países y para el mundo porque otra de las cosas que
no han advertido quienes llevaron adelante la globalización, que ya ninguno
podrá tener una determinada situación sin que influya en el otro. Miren lo
que está pasando en el mundo de la economía global.
Por eso digo
que detenernos en Malvinas, solamente como en una cuestión bilateral,
territorial o de soberanía, es achicar el caso. El caso de cuestión de
Malvinas es algo más: es un desafío, un desafío a nosotros mismos, a los
organismos multilaterales, a los gobiernos de que sean capaces de superar prejuicios,
de superar cliches de lo que ya no son ni volverán a ser porque el mundo ha
cambiado y hay nuevos protagonistas.
Lo único que
pretendemos, señor Presidente, es dejar atrás esta historia de colonialismo,
esta historia anacrónica y construir una nueva historia en base al diálogo.
Mire que poco
pedimos: dialogar. No estamos pidiendo que nos den la razón; no estamos
pidiendo que diga que “sí, las Malvinas son argentinas”. Estamos pidiendo
apenas nada más ni nada menos que se sienten a una mesa a dialogar.
¿Puede
alguien en el mundo contemporánea negarse a dialogar y luego querer
convertirse en adalid de los derechos humanos, de las libertades, del mundo
civilizado, del mundo occidental y cristiano? La verdad…la verdad que no,
señor Presidente.
Por eso, creo
que luego de las intervenciones del señor Bets y del señor Vernet, ni
siquiera hubiera sido necesaria mi intervención.
Ellos
describieron esas Malvinas de aquellos años como cuando yo los escuchaba,
reitero, parecía que estaban describiendo un barrio de la Ciudad de Buenos
Aires o de una provincia Argentina, la mezcla de culturas, la mezcla de
nacionalidades.
Eso es lo que
es Argentina, lo que siempre fue y quiero, para finalizar, agradecer el apoyo
que ha tenido innumerable cantidad de países del MERCOSUR, de la CELAC, de
SICA, del Comité de Descolonización, de los países árabes, de los países
africanos, de todos aquellos que creen que el colonialismo es algo que
debemos dejar definitivamente atrás para construir el nuevo mundo que todos
nos merecemos y del que tenemos muchas más necesidades de las que creemos.
Muchas
gracias, señor Presidente; muchas gracias, señores miembros del Comité. (APLAUSOS)
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sábado, 14 de junio de 2014
CRISTINA. DISCURSO EN EL COMITÉ DE DESCOLONIZACIÓN DE NACIONES UNIDAS. 2013
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