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Palabras de la Presidenta en la primera sesión plenaria de la CELAC  
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PALABRAS DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ DE
  KIRCHNER, EN LA PRIMERA SESIÓN PLENARIA DE LA II CUMBRE DE LA CELAC,
  REALIZADA EN LA HABANA, CUBA. 27 Y 28 DE ENERO DE 2014 
Muchas gracias, Presidente. 
En primer término, agradecer la hospitalidad suya como
  Presidente de la hermana República de Cuba, también la del comandante Fidel
  Castro y la hospitalidad de todo el pueblo cubano en la cálida recepción que
  nos han brindado. 
Yo quiero, antes de ingresar en el tema que convoca a
  esta reunión de la CELAC y que es el tema de la lucha contra la pobreza, el
  hambre y la desigualdad, en que reparemos por un instante en la importancia y
  la significación que tiene esta reunión. 
Yo he participado en todas, en todas las reuniones que
  se realizaron en distintos foros regionales a partir del 25 de mayo del año
  2003, hace más de una década. Y en ese momento, apenas empezaban a reunirse
  tímidamente, muy tímidamente, los distintos países de la América del Sur, la
  única organización constituida era el MERCOSUR, el Grupo de Río. Pero recién
  las naciones de América del Sur comenzaban a reunirse. 
Hoy, a 11 años, estamos reunidos aquí todos los jefes y
  jefas de Estado que representan, por voluntad popular, democrática a todos
  los pueblos de América latina y del Caribe. 
Y no estamos tampoco en cualquier lugar de la región.
  Este es el segundo punto. No lo hago por quedar bien con los anfitriones, el
  protocolo no es uno de mis fuertes, Presidente, pero sí la sinceridad. 
No estamos tampoco reunidos en cualquier lugar, estamos
  en La Habana. Si alguien me hubiera dicho o nos hubiera dicho a cualquiera de
  nosotros, que a lo mejor no soñábamos con ser ni siquiera presidentes o
  presentas o jefes de Estado de nuestros países hace 10 años, que toda la
  región, absolutamente toda, más allá de sus diferencias, de sus matices
  íbamos a estar reunidos aquí en La Habana, en un proceso de integración sin
  precedentes, porque ni siquiera lo logramos en las luchas por la
  independencia que fueron diferentes procesos históricos, seguramente nos
  hubieran tratado de utópicos o de un ejercicio de ilusión. 
Y sin embargo, aquí estamos, todos y todas, en La
  Habana, compartiendo y reflexionando sobre un proceso de integración que más
  tarde o más temprano, que con más dificultades o menores dificultades, deberá
  necesariamente darse. Por una razón muy sencilla: porque el mundo está
  marchando claramente a la conformación de bloques. 
El siglo XXI, se va a caracterizar por la conformación
  de boques y esto nosotros debemos advertirlo. Y nuestra región, es una región
  particularmente favorecida. Varios jefes y jefas de Estado lo han mencionado:
  recursos naturales sin precedentes; agua potable, reservas de petróleo,
  reservas de gas, capacidad en producción de materia alimentaria que excede
  largamente las necesidades a cubrir por nuestra propia población. Y, sin
  embargo, junto a todo esto, subyace y está allí, el problema de la
  desigualdad, de la injusticia que presupone la brecha entre los que más
  tienen y los que menos tienen y donde nuestro continente es el más injusto. 
El primer desafío que tiene esta CELAC, es el de
  construir una agenda; pero construir una agenda, como decíamos hoy en la
  reunión reservada que tuvimos los jefes y jefas de Estado, que deje de lado
  la burocracia, que no nos convierta en un organismo multilateral de los que
  tanto hay, con declaraciones que nunca se cumplen y creo que la primera
  cuestión que debemos abordar para que esto pueda ser posible, es considerar
  que todos los que estamos sentados aquí, más allá de las diferencias que
  podamos tener políticas, de volumen de economías, de PBI, de niveles de
  pobreza o de endeudamiento, somos todos iguales y estamos obligados a cumplir
  las mismas obligaciones y tenemos las mismas responsabilidades. 
Porque uno de los principales problemas que atraviesa
  el mundo y la tan mentada multilateralidad, es que en realidad, la
  multilateralidad en determinados organismos, es una ficción. Es una
  multilateral porque hay muchos sentados, pero podemos estar muchos sentados y
  no ser un organismo multilateral, porque deciden uno o dos. 
Entonces, el primer desafío que nosotros tenemos es,
  construir una agenda en la cual todos, absolutamente todos tengamos igualdad
  de condiciones, no igualdad de posibilidades, que es otra cosa, igualdad de
  condiciones en la toma y la adopción de decisiones, que es como nos hemos
  manejado, por ejemplo, en la UNASUR donde nos ha tocado destrabar conflictos
  que parecían insolubles y que nos habían colocado en momentos muy difíciles y
  que, sin embargo, pudimos superar. Por eso digo que hoy es un día histórico y
  no es un día cualquiera. 
Y creo que sí entrar en el tema de la desigualdad,
  implica hablar necesariamente de considerarnos también un bloque en términos
  económicos. 
Hoy, en la reunión reservada, un presidente de una
  república hermana, hablaba de crear en cada uno de nuestros gobiernos un
  pequeño espacio institucional que se dedicara exclusivamente a trabajar sobre
  los problemas de la integración y las formas de la integración porque,
  evidentemente, ni las cancillerías ni cada uno de los ministerios que tienen
  múltiples problemas que abordar y resolver, tienen el tiempo y el espacio
  institucional y cronológico necesario para poder hacerlo. Creo que es una muy
  buena idea y creo que debemos comenzar a hacerlo porque el tiempo se agota y
  las necesidades aumentan. 
Hablábamos del cambio climático y de las consecuencias
  que han tenido para muchos países de la región, fundamentalmente, los países
  insulares, insulares del Caribe, hablábamos de la deuda. 
Mi país, Argentina, sabe las restricciones que
  significan el problema de la deuda para los países en su crecimiento. En el
  año 2003, el 150, 160 por ciento de nuestro PBI, era deuda contraída en
  moneda extranjera; hoy, solamente el 8 por ciento de nuestro PBI, está
  contraída en deuda extranjera. Hemos sido el país que más se ha desendeudado
  en el mundo. Y lo curioso, lo virtuoso tal vez, no lo curioso, lo virtuoso es
  que lo hemos hecho sin acceder al mercado de capitales. No porque neguemos el
  mercado de capitales, sino simplemente porque, producto del default producido
  en el año 2001, ese mercado de capitales nos estaba vedado y si no nos estaba
  vedado, era con tasas muy altas. 
Yo creo que una de las claves en la lucha contra la
  desigualdad, pasa por identificar también cuál va a ser nuestra relación como
  región con los otros bloques que se están constituyendo en el mundo. 
Esto también es clave y esto hay que hacerlo sin
  perjuicios, simplemente creer que algo es bueno o malo. Acá no hay buenos o
  malos, los intereses no son buenos o malos, los intereses son eso, intereses.
  Y cuando nos sentamos a decidir sobre los intereses de la región y de los
  países, debemos evaluar, sopesar, analizar qué es lo que nos conviene como
  región. Y lo que nos conviene como región, es, precisamente, utilizar lo que
  muchos han mencionado, ese poder que tenemos como mercado de 600 millones de
  habitantes. 
Pero además, transformarnos, logrando que nuestras
  materias primas, que han sido la principal fuente de ingresos, tengan valor
  agregado, porque sino, vamos a estar construyendo una segunda dependencia,
  que ya no será geográfica, como la que vivimos en los siglos XVIII y XIX,
  sino que será mucho más profunda, mucho más estructural, tal vez menos
  perceptible, pero tal vez más definitiva como es la tecnológica y la de que
  el valor agregado más importante, más cualificado se haga en otras latitudes
  y no en la nuestra, con la ventaja que tenemos sobre esto, que son
  imprescindibles muchas de las riquezas que están en nuestro país para otros
  bloques. Estoy hablando de minerales, estoy hablando de agua potable, estoy
  hablando de reservas de gas, estoy hablando de petróleo, estoy hablando de
  potencial alimentario. 
Necesitamos que nuestro potencial alimentario ya no
  salga únicamente en cajones, los plátanos, como le dicen en el Caribe, o que
  nuestros granos salgan únicamente como granos en inmensos barcos; necesitamos
  agregarle valor. 
Nosotros tenemos una frase que hemos acuñado –aquí me
  acompaña el presidente de la Cámara de Diputados que supo ser ministro de
  Agricultura y Ganadería de mi país- acuñamos una frase que se llama
  "industrializar la ruralidad" y que significa, precisamente, eso,
  lograr que los productos primarios tengan valor agregado. Esto es clave y
  para ello hay que invertir en investigación y desarrollo, para ello hay que
  invertir en educación. 
Por eso también nuestro país está destinando hoy, con
  el último plan que hemos incorporado, PROGRESAR, que abarca a los jóvenes de
  18 a 24 años para que puedan estudiar, todos aquellos jóvenes de 18 a 24 años
  que ni trabajan ni estudian puedan hacerlo, hoy estamos dedicando
  prácticamente el 7 por ciento de nuestro PBI al sistema educativo, clave,
  clave, clave para que nuestros recursos humanos altamente calificados, puedan
  participar en ese proceso de valor agregado. 
Para ello, nadie debe sentirse superior en esta América
  latina y en este Caribe. Todos debemos reconocernos como iguales y debemos,
  fundamentalmente, tener clara conciencia de que es necesario que ese proceso
  de integración, se dé, no solo a nivel político, se dé también a nivel
  comercial, se dé también a nivel tecnológico, se dé también a nivel educativo
  y se dé también a nivel inmigratorio. 
Podemos decir desde la Argentina, con mucho orgullo,
  que somos un país conformado por inmigrantes. La primera oleada de
  inmigrantes proveniente de Europa, la segunda oleada de inmigrantes
  proveniente de los países limítrofes, que contribuyen también a construir y a
  generar Producto Bruto Interno y también, por qué no decirlo, a hacer tareas
  que por allí los nacionales de mi país no hacen y sí hacen los inmigrantes de
  otros países. 
Por eso, creo que es importante –y no quiero olvidarme,
  perdónenme la digresión porque estoy segura que me voy a olvidar y no puedo
  hacerlo- agradecer a este plenario de jefes y jefas de Estado el apoyo que
  nos han dado y que nos siguen dando a una cuestión que es fundamental y que
  también integra la otra cuestión de esta reunión y que es que nuestra región
  sea una región de paz. 
Los aquí presentes somos firmantes del Tratado de Tlatelolco,
  energía nuclear con fines pacíficos. La República Argentina, es tal vez, el
  país con mayor desarrollo en materia de energía nuclear con fines pacíficos
  de toda la América latina. Tenemos una larga tradición de producción de
  reactores nucleares colocados en países como Egipto, Argelia, Australia, en
  materia también medicinal y, por lo tanto, formamos también, somos hoy
  presidentes, nos han nombrado presidentes de los países de proveedores
  nucleares. 
Por lo tanto, podemos hablar de paz,
  no desde el hecho de que se puede hablar de paz porque, bueno, no te queda
  más que hablar de paz porque no tenés ningún instrumento para ser ofensivo.
  Hablamos de paz pese que tenemos, capacidad nuclear. 
Y, entonces, quiero agradecer a todos
  los países aquí presentes el apoyo para la lucha contra el colonialismo,
  contra uno de los últimos vestigios de colonialismo en el mundo que se da
  aquí en la región del Atlántico Sur, en nuestras Islas Malvinas, e instar una
  vez más al Reino Unido, para que cumpla las tantísimas –ya no sé cuántas-
  resoluciones de Naciones Unidas, de organizaciones de estados americanos, del
  Comité de Descolonización de Naciones Unidas y de cuanto organismo universal
  y global hay por el mundo en el apoyo por nuestras Islas Malvinas. 
No es tampoco una cuestión menor esto
  porque tiene que ver, precisamente, con la desmilitarización del Atlántico
  Sur. No podemos permitir, bajo ningún punto de vista; es condición también
  para el desarrollo y para la integración, que toda la región conserve esa
  desmilitarización y esa zona de paz. Por eso quiero agradecerles. 
Pero volviendo, fundamentalmente, al tema de la
  integración como un instrumento en la lucha contra la desigualdad, quiero
  decirles que es posible hacerlo, que para eso es necesario lograr transformar
  las economías de producción primaria en economías –y discúlpenme que insista
  mucho con esto- pero no hay otro camino que lograr valor agregado para
  producir trabajo. Y si no hay trabajo, es imposible reducir la brecha de
  desigualdad. 
Nosotros, hemos tenido una reducción muy importante del
  índice de Gini y creemos que con este trabajo, con este último programa de
  PROGRESAR, que está precisamente enfocado al universo de jóvenes de 18 a 24
  años, donde la desocupación...Fíjense, nos hablan de futuro y, sin embargo,
  la franje de jóvenes de 18 a 24, es la que tiene en todo el mundo el nivel
  más alto de desocupación. 
En la Unión Europea, el 22,4; en mí país, que tenemos
  una desocupación de 6,6 general, sin embargo, cuando enfocamos a la franja
  etaria de 18 a 24 años, allí la desocupación pega un salto formidable y nos
  va a 18,2. Y el principal sujeto, ¿cuál?, las mujeres. Son las principales
  sujetos de desocupación. Por eso, cuando me hablan de futuro y no se ocupan
  de los jóvenes desocupados, me parece un formidable ejercicio de cinismo. 
Y, entonces, creo que luchar contra la desigualdad,
  luchar por achicar esa brecha de la desigualdad, implica generar puestos de
  trabajo. Generar puestos de trabajo significa no permitir que nuestras
  exportaciones se sigan reprimarizando. Y saber también cómo podemos hacer
  distintos procesos de integración. Porque tenemos que tener en claro que ya
  ningún país del mundo tampoco, por una cuestión de logística y por una
  cuestión de modelos de producción, hay productos que terminan y empiezan
  exactamente en un mismo país. 
Nos pasa a nosotros que tenemos también una economía
  donde tenemos también participación de empresas extranjeras donde obviamente
  se reservan en sus países o en otros, la parte de mayor valor agregado y la
  parte de menor valor agregado la colocan en nuestros países. 
¿Cómo debieran ser esos procesos de integración y de
  lograr industrialización? Sería también un acuerdo que deberíamos hacer, una
  discusión donde esos distintos procesos de integración se pudieran dar
  también en la región para que pudieran aprovechar las oportunidades todos los
  países en la medida de todas sus capacidades y así poder generar más y mejor
  trabajo calificado. 
Por eso creo que dar discursos únicamente una vez por
  año o cada seis meses, puede por allí resultar un buen ejercicio dialéctico o
  tal vez ocupar algunos minutos de televisión, algunos centímetros de diarios
  pero no más de eso. 
Creo que debemos construir una agenda muy clara, muy
  concreta. Porque si uno ha podido llegar a esto en 10 años, con todas las
  dificultades, con todos los obstáculos, con todas las divisiones que se
  quisieron crear entre nosotros, con las presuntas divisiones entre los buenos
  y los malos, entre el bien y el mal, acá diviso a muchos que fueron
  calificados como ejemplares del mal sentados aquí y sin embargo ayudaron
  tantísimo a tantos países de la América del Sur, como fue el presidente Hugo
  Chávez y hoy lo sigue Nicolás Maduro, creo que podemos realmente hacerlo. 
Finalmente, presidente Castro, quiero decirle que estar
  aquí para una argentina, tal vez, sea un poco distinto que para el resto de
  los que están sentados aquí. 
Cuando uno visita la Plaza de la Revolución, cuando me
  tocó hacerlo en visita oficial de Estado, y ve ese inmenso edificio donde
  está la imagen del Che Guevara, que ya no es ni siquiera argentino ni cubano,
  es un icono universal, pero cuando ayer caminando por uno de los pasillos del
  tradicional hotel Nacional, donde estoy alojada, pude observar en una pequeña
  habitación donde los empleados del hotel tenían sus cosas para atender a los
  huéspedes, sobre un almanaque una foto en blanco y negro, muy ajada, muy
  vieja del Che Guevara, yo venía caminando rápido como siempre lo hago por el
  pasillo y de repente estaba la puerta abierta y veo la imagen ahí que esa ciudadana
  cubana tenía de quien fue mi compatriota, sentí que realmente en nombre y en
  honor y en recuerdo de tantos como el Che Guevara y como tantísimos otros
  latinoamericanos que han luchado para que el hombre sea libre y el hombre
  solamente será libre cuando tenga educación, cuando tenga casa, cuando tenga
  comida y cuando pueda elegir su vida, me parece que la integración, no
  solamente debe ser un tema de agenda, sino una política de Estado en cada uno
  de nuestros países. 
Muchas gracias a todos y a todas. 
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