Malvinas: la
mediación papal
Francisco tuviera alguna intermediación en el conflicto como lo había solicitado la presidenta de
Argentina, Cristina Fernández, en el Vaticano el 19 de marzo.
Por Bruno Bologna / Director del Cerir.
Diario "La Capital". Rosario,8 de julio de 2013
En la última reunión del Comité de Descolonización de las
Naciones Unidas sobre la cuestión Malvinas realizada el 20 de junio de este
año, tanto el embajador británico en ese organismo, Lyall Grant, como Michael
Summer, integrante de la Asamblea Legislativa de las Islas, se mostraron en
contra de que S.S. Francisco tuviera alguna intermediación en el conflicto como
lo había solicitado la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, en el
Vaticano el 19 de marzo.
Summer dijo que lo último que necesitaba el conflicto era
religión. Se le preguntó también sobre ese tema a Grant, quien afirmó:
"Desde luego, comparto la visión de que la religión probablemente no ayude
a resolver el conflicto" (La Nación 21/6/13).
Los representantes de Su Majestad Británica no han tenido
en cuenta los expedientes secretos que se han dado a conocer últimamente en
Londres, y la referencia que en los mismos se hace de la presencia de S.S. Juan
Pablo II en su visita al Reino Unido en 1982.
La acusación de estar defendiendo viejos modelos
colonialistas irritaba agudamente a Margaret Thatcher. Así lo dejó en claro
durante una charla con el secretario del Vaticano, Cardenal Agostino Casaroli,
durante el primer día de la visita del papa Juan Pablo II a Londres, entre el
28 de mayo y el 2 de junio de 2002.
Las minutas de ese encuentro revelan que el Vaticano
temía que una rendición humillante de la junta militar dejara, no sólo a la Argentina
sino a todo América Latina, en manos de Moscú. Casaroli, dijo que el
"Santo Padre estaba profundamente consternado" por la posibilidad de
que la crisis resultara en "la separación psicológica, política y militar
de toda América latina del mundo occidental". Y él consideraba a Occidente
no sólo como una entidad política, sino más bien una ideológica. Por ello temía
que la Unión Soviética "tomara ventaja de la situación para crear una
brecha entre América latina y Occidente". El Papa comprendía la posición
en la que se encontraba Gran Bretaña y aceptaba que "el honor del país, la
seguridad de los isleños y el respeto de las leyes internacionales eran todos
principios valiosos", pero se preguntaba si no había otros principios
envueltos. Él había escuchado que las Islas eran estratégicamente importantes
porque aseguraban el pasaje entre los océanos Atlántico y Pacífico. No obstante
esto, era mejor tener una buena relación con Argentina y mantener a América
latina dentro del mundo libre que depender de la posición estratégica de las
Islas Malvinas.
Thatcher tomó la sugerencia casi como un insulto.
Ciudadanos británicos habían sido víctimas de una agresión y ella no tenía otra
opción que ir en su ayuda. De lo contrario, no sólo les habría fallado a los
isleños, sino también a otros pueblos, como Guyana y Belice, que también
querían seguir siendo británicos. "El Reino Unido no es una potencia
colonial. Ningún país ha concedido la independencia a tantas colonias. Y
querríamos llevar a las Islas Falklands (Malvinas) a esa situación de
independencia también", sostuvo la primera ministra (La Nación, 31/12/12).
Tampoco el canciller argentino estaba muy informado sobre
la actuación de la Iglesia en el ámbito internacional. No era necesario
recurrir a las bulas de Alejando VI de 1493. En reiteradas oportunidades se
recurrió a la mediación del papado, como por ejemplo en el caso de las islas
Carolinas en conflicto entre España y Alemania en 1885.
Asimismo debe recordar el señor canciller que S.S. Juan
Pablo II también estuvo en Argentina durante la guerra de Malvinas en 1982 y
con anterioridad gracias a la mediación de Juan Pablo II y el cardenal Samoré
se pudo solucionar, sin recurrir a las armas, a pesar de las movilizaciones
bélicas, el conflicto del Beagle.
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